19 Mayo 2023
ONDA. Barco posa con los hinchas que recibieron a los pibes en Santiago.
El sueño está en marcha; y el viaje a punto de comenzar. La Selección Sub-20, dirigida por Javier Mascherano, no había podido clasificarse al Mundial por méritos deportivos, pero estará presente en casa porque la FIFA le quitó la organización a Indonesia y Claudio Tapia se ofreció como anfitrión. Es la chance de sumar una estrella más en la categoría.
“Esta es una segunda oportunidad, no una revancha”, afirma Luka Romero, una de las figuritas más valiosas de un equipo que deberá luchar contra los mejores del planeta, empezando con un Brasil repleto de superpoderes, contra europeos que llegan en pleno crecimiento, contra los siempre complicados africanos y contra el campeón de Asia en el grupo: Uzbekistán, el primer rival, mañana a las 18 en Santiago del Estero.
Mascherano había renunciado tras el fracaso del Sudamericano, pero decidió seguir el consejo de Tapia y compañía. “Chiqui” le pidió que siguiera al frente del seleccionado porque el objetivo del proceso no son los resultados, sino formar los futuros futbolistas para la Selección mayor. El DT aceptó, pero subió la apuesta. Quiere la séptima estrella juvenil, en nuestra tierra y con varias figuras como refuerzo para ese plantel que había tropezado feo a inicios de este 2023.
Argentina ya se coronó en Japón 1979 con Diego Maradona a la cabeza; en Qatar 1995, Malasia 1997 y Argentina 2001 de la mano de José Pekerman; en Holanda 2005 con Lionel Messi como estandarte y en Canadá 2007 con Sergio Agüero como bandera. Y ahora va por más gloria.
En Santiago la expectativa es enorme. Ayer, en la puerta del hotel NH, ubicado enfrente de la plaza Libertad (el paseo principal santiagueño), muchos hinchas recibieron a un plantel que se presenta como un compacto heterogéneo de nativos y “scouteados”. Un equipo conformado por los que se criaron acá (Valentín Barco, Agustín Giay, Máximo Perrone, Federico Redondo, Alejo Véliz, Juan Gauto, el tucumano Ignacio Maestro Puch) y los que se sienten argentinos pese a haber nacido lejos de nuestro país (como Romero o Alejandro Garnacho, uno de los grandes ausentes).
Casi no quedan entradas para ver en acción al equipo del “Jefecito” y para presenciar la jornada inaugural de la competencia, que arrancará a las 15 con el duelo de Guatemala contra Nueva Zelanda, con la ceremonia inaugural del certamen y, desde las 18, finalizará con el plato fuerte: Argentina-Uzbekistán.
En la web Deportick.com sólo quedan unas cuantas entradas populares (cabecera sur). El resto del estadio “Único Madre de Ciudades” lucirá repleto. Habrá efervescencia y expectativas por ver un torneo en el que pueden dar el salto los cracks del futuro.
Protagonistas
En el último entrenamiento antes de viajar al norte, en Ezeiza, Mascherano terminó de ajustar las piezas. Hubo trabajos de fuerza y de coordinación con balón; movimientos tácticos, ensayos en espacios reducidos y tareas de definición.
El equipo por ahora es una incógnita. Durante los amistosos de preparación (4 a 0 ante República Dominicana y 2 a 1 sobre Japón), Mascherano probó muchas variantes. Pero por ahora no hay definición sobre cuál será su plan para arrancar el campeonato.
“Este grupo debe transformarse en el recambio del recambio”. Eso espera Tapia de un plantel que puede llegar a aportar en la era del recambio generacional de la Selección mayor, luego de la conquista en el Mundial de Qatar.
En Santiago la expectativa es tan grande porque mañana y el martes podrían ser las únicas oportunidades para ver a los argentinos fuera de serie del futuro. El tercer partido del Mundial será el viernes 26 en San Juan, mientras que al duelo por octavos de final (en caso de clasificarse) lo jugaría en esa ciudad o en Mendoza. Sólo si Argentina finaliza como primera en el grupo A y accede a cuartos de final volverá al “Madre de Ciudades”.
La nueva generación de futbolistas que ilusionan a todo un pueblo con seguir creciendo ya está en la vecina provincia dispuesta a hacer historia; a borrar la última mala imagen y a aprovechar la jugada de Tapia, que le permitió decir presente y poder ir por todo.
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