La inflación al 8% mensual y el incremento de las tasas de interés al 97% constituyen un duro escollo para cualquier hogar. Con esas variables resulta difícil proyectar la economía familiar, mucho menos ahorrar. Una inflación elevada carcome el poder adquisitivo de la sociedad; una tasa elevada resta capacidad de consumo y de endeudamiento si lo que está a mano es el uso de la tarjeta de crédito y se cuenta con escaso poder de fuego en efectivo.
Si bien los argentinos están acostumbrados a vivir con inflación, hace al menos tres décadas que la economía no experimentaba variaciones mensuales en estos niveles. La inflación interanual de 108,8% implicó que en menos de un año los precios se duplicaron. Mirando para adelante ¿qué implica navegar a estas velocidades? Si se supone que de aquí hacia adelante se mantuviera la inflación de los últimos tres meses (140% anualizado), a los precios les llevaría tan solo dos años y medio multiplicarse por 10. Es decir, los bienes que hoy valen $ 1.000, en ese período deberían valer en promedio $ 10.000, manteniendo los supuestos, indica GMA Capital.
Con una inflación interanual a una velocidad del 130% no hay salario que aguante. No hay escudo de protección de los ingresos que aguante, ya que el salario en pesos no se reajusta de la misma manera que lo hace el Índice de Precios al Consumidor (IPC) señala el economista Eduardo Robinson. Frente a este fenómeno, lo más recomendable es elaborar un presupuesto de ingresos y de gastos personales, de tal manera de comenzar los recortes por aquellas erogaciones que no son esenciales. El consultor puntualiza que el punto de partida, siempre y cuando se disponga de algunos pesos demás, es disminuir lo más que se pueda el peso de los vencimientos de las tarjetas de crédito hasta cancelar los saldos. Lo intereses de esas tarjetas de crédito y de los préstamos personales pueden convertirse en un permanente dolor de cabeza si es que no se realiza un seguimiento constante sobre su comportamiento.
Otra cuestión a tener en cuenta, según Robinson, es anticipar compras con la idea de que esos productos van a incrementarse en el corto plazo. “En este aspecto, es posible que se apele a adquirir artículos de vencimiento prolongado de tal manera de ganarle, por unos meses, la carrera a los precios”, remarca.
El economista expresa que otra forma de cubrirse ante tanta inflación es evitar endeudarse sin conocer las condiciones generales de la obligación financiera que se asume. En este aspecto, lo esencial es saber cuál es el Costo Financiero Total (CFT). De esa manera, los eventuales recargos no sorprenderán tanto al deudor y podrá tener capacidad de reclamar en caso de que considere que la suba es excesiva.
El incremento de la tasa de interés es una medida que tiene tanto ventajas como desventajas. Entre las primeras, Robinson resalta que esa alza de la Tasa Nominal Anual al 97% repara parte del daño causado a los ahorros de aquellos que apostaron, por ejemplo, a los depósitos a plazo fijo. “Tal vez empate, pero no le gane a la inflación”, acota.
La desventaja pasa, fundamentalmente, por el endeudamiento creciente que asume el Banco Central con la emisión de Letras de Liquidez (Leliq), que ya alcanza a los $ 13 billones, una verdadera bola de nieve.
El deterioro de la macroeconomía que se manifiesta en la elevada inflación, pero que tiene génesis en el déficit fiscal financiado con emisión monetaria (directa e indirectamente), no solo incrementa la dificultad para manejar la botonera en diciembre de 2023. Más importante aún, reduce el margen de maniobra de esta gestión para seguir con la política económica de siempre. Una inflación mensual de 8,4% está empezando a dejar de ser explicada solo por el exceso de oferta de pesos. En cambio, la suerte de la nominalidad está atada cada vez más a la estabilidad (o inestabilidad) de la demanda de pesos en un equilibrio de filo de navaja, alerta GMA Capital.