SAN DIEGO.- Cientos de migrantes de diferentes nacionalidades que buscaban una vida mejor en Estados Unidos se han encontrado atrapados en condiciones precarias cerca de la frontera con México, tentadoramente cerca de su destino y desesperados.
En vísperas de la expiración del Título 42, la restricción fronteriza por Covid que impedía a la mayoría de los solicitantes de asilo entrar legalmente en Estados Unidos, cientos de migrantes han acampado en la frontera entre la mexicana Tijuana y la estadounidense San Diego. Algunos de ellos llevan casi una semana atrapados, con la esperanza de entregarse a los funcionarios de Aduanas y Protección de Fronteras de Estados Unidos, pero en lugar de ello esperan a la intemperie, atrapados en un limbo legal.
Estados Unidos ya está viendo una gran cantidad de encuentros fronterizos en ciertas áreas de la franja limítrofe con México, dijo ayer el secretario de Seguridad Nacional estadounidense, Alejandro Mayorkas. “Nuestras fronteras no están abiertas”, afirmó Mayorkas.
Las familias migrantes que sean atrapadas cruzando ilegalmente la frontera entre ambas naciones generalmente serán deportadas dentro de los 30 días si no pasan una evaluación inicial de asilo bajo el nuevo estándar, explicó Mayorkas.
Funcionarios estadounidenses han dicho anteriormente que su objetivo es deportar a los inmigrantes en días si se les niega el asilo bajo el nuevo estándar. La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos ha estado reteniendo en los últimos días hasta 28.000 migrantes en sus instalaciones, mucho más de su capacidad declarada y en lo que parecía ser un récord. Esta semana, el número de personas registradas cruzando ilegalmente superó las 10.000 por día.
“Estamos muy cansados y hambrientos y llevamos aquí seis días”, dijo Pham Thanh, vietnamita de 28 años, hablando a través de las barreras de metal de 10 metros que forman esa zona del muro. “Presidente Biden, le pido que nos salve, por favor”, añadió.
La confusión reina entre los migrantes, aunque el fin del Título 42 podría haber ofrecido una mejor oportunidad de asilo, las nuevas normas que lo sustituyen negarán este reconocimiento a casi todos los migrantes que crucen ilegalmente, obligándolos a decidir si tienen una mejor oportunidad de vida en Estados Unidos cruzando ahora o más tarde.
El muro del sur marca la frontera oficial entre Estados Unidos y México y es relativamente fácil de atravesar. Hay algunos huecos o lugares por los que es fácil trepar. El segundo muro, al norte, de 10 metros de altura en muchos lugares, los acorrala. A muchos les gustaría entrar en Estados Unidos y entregarse para pedir asilo.
Los agentes de la Patrulla Fronteriza los han organizado en grupos, dando prioridad a los que llegaron primero y a las mujeres que viajan con niños. A cada uno se le da una pulsera codificada por colores, una especie de sello de tiempo para marcar su lugar en la fila. De vez en cuando se llama al grupo de mayor prioridad para procesarlo. Los agentes toman fotografías de sus caras y pasaportes.
”No estaba muy bien informado” dijo Luisa Fernanda Herrera Sierra, colombiana de 22 años, “no pensé que nos dejarían aquí una semana, con frío y lluvia y con muy poca comida”. Hashmutallah Habibi, afgano de 26 años, dijo que partió hacia Estados Unidos porque “no podemos sentarnos en casa y esperar a que ocurran cosas buenas en nuestro país”. Pero nunca esperó quedarse atrapado al pie de un barranco polvoriento, sin ducha ni ropa limpia durante seis días, con una hermana enferma.” Sólo espero y rezo para que hoy nos acojan, porque si no nos acogen, mi futuro y el de mi familia será oscuro porque escapamos de un lugar oscuro”, dijo Habibi. (Reuters)