En política ya no resulta tan extraño que un dirigente referenciado con un espacio aparezca vestido con el color de otro. En el marco de la actual campaña electoral, de hecho, LA GACETA publicó varias notas en las que contaba cómo el oficialismo se había nutrido de dirigentes que pertenecían a fuerzas opositoras, y viceversa.
Uno de los casos más llamativos es el de Juan Casañas. El dos veces ex diputado había llegado en 2009 a la Cámara Baja en el marco del protagonismo que había ganado el campo un año antes, durante el conflicto contra el Gobierno nacional -encabezado por la entonces presidenta Cristina Fernández-, debido al intento por imponer las llamadas retenciones móviles: la famosa resolución 125.
En aquel momento, el hasta entonces productor agropecuario había sido cobijado por la Unión Cívica Radical (UCR). Y desde esa plataforma resultó electo diputado en 2009 y reelecto en 2013. Pero en 2016, un año antes de que cese su segundo mandato, dejó el bloque de la UCR -y el de Cambiemos-. Ahora se postula para intendente de Yerba Buena, pero identificado con el oficialismo provincial.
“La conducción de mi partido tiene una visión selectiva de la construcción política: solo pueden competir por un cargo sus amigos, familiares o empleados obsecuentes. Como no cumplo con ninguno de esos requisitos me negaron la oportunidad. O sea, el partido abierto, democrático, institucionalista está copado por un grupo de dirigentes egocéntricos”, acusó Casañas. En paralelo, dijo que el candidato a gobernador por el Frente de Todos por Tucumán, Osvaldo Jaldo, se mostró más democrático. “Acción Regional me dio la posibilidad de tener un partido y una estructura; yo me aleje de la estructura del radicalismo, pero no de sus valores”, puntualizó.
Añadió que pidió internas dentro de Juntos por el Cambio. “Había varios candidatos: Mariano Malmierca, José Macome, Manuel Courel, Lisandro Argiró, yo. Cualquiera es mejor candidato que (Pablo) Macchiarola. Pero este tiene la virtud de la ‘obediencia’”, ironizó.
Pero no solo cuestionó al oficialismo yerbabuenense en la persona de su candidato. También le pegó al actual intendente, Mariano Campero. “Después de estos ocho años, la ‘ciudad Jardín’ no tiene flores en ningún espacio público; faltan 40.000 árboles -que vamos a plantar en los dos primeros años de gestión-; en turismo nada se hizo nada, en Cultura faltó continuidad -quiero hacer un teatro, un coro y una orquesta municipal-; la salud pública es muy mala -vamos a jerarquizar el Carrillo y a empezar gestiones para tener el hospital del oeste-, y durante muchos meses los vecinos no tienen agua”, dijo.
En cuanto al turismo, mencionó un centro de convenciones y más hoteles. “Hay que crear condiciones y los inversores aparecen; y con eso se crea trabajo genuino. Sacaremos las tasas bobas, que alejan inversores”, señaló.
También habló de la seguridad. “Seguimos con las mismas comisarías de hace años, pese al aumento de la población. Hay que tener más comisarías y más policías; y la Guardia Urbana Municipal, con más capacitación y sin precariedad laboral”, puntualizó.
Finalmente, criticó que Campero no haya buscado jerarquizar la Municipalidad: “hace años que Yerba Buena debería ser un municipio de primera; y nadie hizo las gestiones, en los ámbitos legislativo, judicial o ejecutivo. Al ser considerada de primera tendríamos mayor coparticipación nacional y provincial. Hoy Campero maneja un presupuesto de $ 4.500 millones, y no se ve dónde los invierte”.