Mientras los casos de dengue han comenzado a bajar en la mayoría de las localidades de Tucumán, hay tres departamentos en los que los contagios subieron la última semana: la capital, Tafí Viejo y Burruyacu. El último mapa del Ministerio de Salud muestra que la enfermedad que transmite el mosquito Aedes aegypti sigue activa en todo el territorio provincial.
En siete días se sumaron casi 3.000 pacientes (ya hay 23.435 casos confirmados este año). Aunque los expertos suponen que la curva de contagios bajará en las próximas semanas, pensar en que el próximo año pueda volver la enfermedad y que sea más severa aún desvela a las autoridades sanitarias. Sin embargo, hasta ahora en nuestro país las epidemias han sido siempre cíclicas. Los motivos de esto se están investigando en forma continua. Y, al parecer, no hay una sola razón.
El investigador del Conicet y especialista en ecoepidemiología Juan Manuel Gurevitz explicó a LA GACETA que en gran parte del mundo, donde circula el virus del dengue, la magnitud de la transmisión varía fuertemente entre años. No existe una periodicidad clara. Un brote grande puede ser cada tres o cuatro años, o suceden en años consecutivos. La transmisión en Argentina, por ejemplo, depende fuertemente de la transmisión en países vecinos.
Esta errática periodicidad, según se estima, se debe a distintas causas. Gurevitz enumera alguna de ellas:
- Fenómenos climáticos (por ejemplo, El Niño) que afectan la temperatura y la precipitación.
- Dinámica inmunológica: después de un brote grande, gran parte de la población queda inmunizada contra el serotipo que circuló.
- La movidad humana.
- Cercanía (o conectividad) con fuentes de virus (personas infectadas).
Un reciente estudio multiinstitucional dirigido por investigadores del Instituto Indio de Ciencias (IISc) precisamente ahondó sobre la interdependencia que existe entre el virus del dengue y la inmunidad de la población humana. Para el trabajo, publicado en la revista médica PLOS Pathogens, usaron un análisis computacional se examinó cuánto se desviaban los cuatro serotipos del virus (DEN-1, DEN-2, DEN-3 y DEN-4) de su secuencia ancestral, entre sí y de otras secuencias globales. Y así descubrieron que las secuencias están cambiando de una manera muy compleja.
El análisis incluyó secuencias de genes DEN recopiladas entre 1956 y 2018 en la India, donde cada año se diagnostican más de 100.000 casos de dengue y aproximadamente la mitad de la población del país ya tiene anticuerpos específicos contra el virus.
Según el trabajo, en países endémicos como la India, las altas tasas de infección previa por dengue pueden impulsar la evolución de los serotipos del dengue y por ello los casos aumentan en forma constante.
Para entender mejor, consultamos al virólogo Adrián Díaz, investigador del Conicet e integrante del Instituto de Investigaciones Biológicas y Tecnológicas. “Para el virus dengue hay dos presiones evolutivas de selección. Por un lado, está la protección de inmunidad de manada. Eso hace que las cepas del mismo serotipo del cual la población ya está protegida no puedan circular. Otras cepas tendrán ventajas sobre estas”, indicó.
Por otro lado, también hay que ver la eficiencia de transmisión que tienen algunas cepas sobre otras, señaló. Cada serotipo de dengue posee variantes, que son los genotipos. Algunas variantes dentro de cada serotipo son más virulentas o tienen un potencial epidémico mayor. Según las investigaciones, los serotipos DEN-2 y DEN-3 (son los que circulan este año en Tucumán) se han asociado con la mayor cantidad de casos graves y de muertes.
Según Díaz, también hay que tener en cuenta que este virus (que es un virus ARN, igual que el coronavirus) muta todo el tiempo y eso hace que a veces se presente más atenuado y otras veces con más virulencia.