Ucrania y las “otras guerras”

Ucrania y las “otras guerras”

Ucrania y las “otras guerras”
01 Mayo 2023

Carlos Duguech

Analista internacional

Mientras los truenos y los fuegos destruyen edificios, infraestructura y generan víctimas fatales entre la población civil de Ucrania -además de los ciudadanos ucranianos en armas (militares de carrera o incorporados) que participan de la defensa de su país- en otras latitudes del planeta la guerra sienta sus reales. Y lo hace en sus diversas y siempre dolorosas maneras de mostrar su rostro de tragedia e irracionalidad. Ocupa escenarios para mostrarse en sus diversas versiones. Las hay activas y continuadas, con dos frentes definidos o con multipolaridad. Entre vecinos o distantes. Y entre iguales o diferentes, en un mismo país: en este caso la denominación intenta un eufemismo para distanciarla de lo estrictamente militar, lo esencial de la guerra. La bautizan  “guerra civil” y ésta resulta ser, en definitiva, la más trágica y dolorosa experiencia guerrera.

No se nos escapa de la memoria que evoca,  instantáneamente, lo de “guerra civil”. La “española”.  Un destacado columnista de El País (España) José Abad Liñán escribió hace más de diez años sobre las víctimas de la Guerra Civil y citó una expresión del gran escritor Francisco Ayala (amigo de Borges). Casi, casi. un texto borgeano: “No había nada, nada sobre la tierra…Bajo ella, muertos infinitos yacían en confusión, ahora casi tierra ya también ellos, y todavía lastimada humanidad”. Es parte de “Diálogo de muertos”, relato escrito en 1939, con su sobresaltada sensibilidad por la guerra. Vivió en Buenos Aires, en los años de la década de 1940. Y frecuentó encuentros amistosos con el “inventor” de los laberintos. Se admiraban mutuamente.

Siria, polígono de tiro

Una “guerra civil” con participación de otros países. Un remedo -un poco más de ocho décadas después- de la Guerra Civil en España. Unos sirios apoyando al sistema de Bachar al Asad y otros, los insurgentes que se oponen al régimen del presidente que lleva 23 años en el poder, como continuación de su padre Hafez el Asad (gobernó durante treinta años, hasta su fallecimiento). La rebelión contra el sistema gubernamental de una parte de los cuestionadores sirios era la materialización en ese gran país árabe de lo que empezó a denominarse con optimismo, en los orígenes: “primavera árabe”. Sin embargo el impiadoso invierno congeló los brotes primaverales en Egipto, Túnez, Yemen y  hasta marchitados trágicamente con el líder Gadafi, en  Libia, asesinado. Lo emblemático por agorero del número 13 cobró consistencia en los hechos guerreros en Siria. Fueron 13 los países que se dispusieron a bombardear en territorio del país árabe. En 1918, ante el “conocimiento” (sin pruebas contundentes, necesarias) de que el gobierno sirio había utilizado armas químicas destinadas a las huestes rebeldes, ni lerdos ni perezosos, los “caballeros del Occidente” (de EEUU, Reino Unido y Francia) aprestaron sus bombarderos y cumplieron su misión punitiva contra Siria.

En ese contexto de la “guerra civil” no se advierten ausencias de aliados. Rusia hasta imagina un enfrentamiento con los EEUU si el entonces presidente Trump osare bombardear nuevamente a su aliado Siria. Putin expresó en más de una oportunidad que el apoyo a Bashar El Asad estará asegurado en toda contingencia. Involucrada Rusia, desde el 2015  adquiere protagonismo en los cielos sirios bombardeando posiciones rebeldes y generando con ello una reorientación del futuro previsible de las acciones bélicas. Aquel masivo movimiento islámico revolucionario y armado que se autodenominó “Estado Islámico” sufrió los bombardeos desde Moscú. Hay que decirlo para imaginar el escenario sirio. Además del estado árabe, 19 países se involucraron de diferente manera en lo que cuesta llamar  “guerra civil”.  De ellos, 13 países bombardearon a su turno en territorio sirio, sea contra los rebeldes sirios o contra las fuerzas del gobierno. En los inicios del accionar de los insurrectos contraponiéndose al régimen laico de El Asad, el que se autodenominó “Estado Islámico” ya había ganado inteligentemente la mediática batalla previa de su posicionamiento en el mundo al darle entidad a un supuesto “Estado Islámico”. En anteriores columnas pudimos destacar que el primer objetivo de este grupo terrorista autodenominado “Estado Islámico” fue, precisamente, que el periodismo de todo el mundo los mencionara de tal manera. Un verdadero logro, entonces. Por ello, desde los comienzos advertimos la maniobra y solo nos referíamos a ellos como grupo fundamentalista terrorista, sedicente islámico. Sin más, sin menos.

El 6 de diciembre de 2022 se proclamó el fin de la guerra, tanto por el gobierno sirio como por el de Rusia. Cuando se leen los números de semejante barbarie organizada y con muchas manos en el plato (20 países incluido Siria en una “guerra civil”) dan ganas de generar un neologismo que apropie sus significado a la realidad fáctica. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (SOHR, por sus siglas en inglés) las víctimas fatales son 397.118 de las cuales 116.0121 son civiles. El nivel de pobreza de la población alcanza al 90% . Además 6.600.000  personas escaparon del país a naciones vecinas. Y 6.700.000 se desplazaron en el mismo país. Once años de una macabra conjunción de violencia bélica y lucha por el poder: el régimen vigente y el que pretendía instaurarse teocráticamente. Y a propósito de ello, hace unos treinta años -en un hotel de esta ciudad- el entonces agregado cultural de la Embajada de Irán en nuestro país, Mohssen Rabbani daba una charla sobre su país. Pude preguntarle ¿Cómo es que podría coexistir un sistema democrático con un régimen teocrático? No fue explícita ni clara la respuesta.

Yemen

Otra vez la “primavera árabe”, ese supuesto soplo de aire nuevo. En el país árabe más pobre, en 2011 un levantamiento derrocó al muy autoritario presidente Alí Saleh. Asumió el vice Hadi. Dificil trance frente a militares que seguían fieles al derrocado Saleh a lo que se sumaba ataques de Al Qaeda y un grupo separatista del sur del país. Pero he aquí que la “guerra civil” se expande hacia otros participantes: Arabia Saudita más otros países árabes (8), casi todos suniitas. Es una mezcolanza cuya comprensión se dificulta para quien no está en conocimiento de tantos grupos involucrados de diferentes ramas de la confesión islámica. Claro que los señores de Occidente (Reino Unido, EEUU y Francia) bombardearon a los hutíes revoltosos para reponer al expresidente Hadi.

“El peor desastre humanitario causado por el hombre”, conforme la ONU lo expresa. Tres años de guerra.  14 millones de personas sufren inseguridad alimentaria, casi absoluta. La desnutrición, según ONU, compromete la sobrevivencia de 400.000 niños menores de cinco años. Y sigue la cuenta de las perlas negras de toda guerra. Más negras y rugosas que las de las “guerras civiles”.

Etiopía

El primer ministro Aby Ahmed, Premio Nobel de la Paz 2019. se ve enfrentado a profundas divisiones étnicas en Etiopía. Intenta desde el comienzo (2018) un profundo reordenamiento del país. Sufrió un atentado  y desbarató un intento de golpe de estado. Todavía no ha intervenido en lo que    parece ser el germen de una guerra civil ninguna potencia exterior. Todavía.

Myanmar (Ex Birmania)

Un golpe militar en 2021 sumió al país en una escalada de violencia con el advenimiento al poderte de las fuerzas armadas. Casi es un lugar común reflejar los comportamientos de los “gobernantes” con botas y armas. Todavía no hay indicios de intervención extranjera. China ve en Myanmar un mercado cautivo. EEUU se inquieta por la situación que le haría perder contacto con un país en zona donde quisiera poder llegar ya que Birmania tiene una extensa frontera con China (2.000 km).  Guerra civil en ciernes y probable, muy probable intervención de los “terceros” de siempre.

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