Por una moda que no incomode

Por una moda que no incomode

Tucumán se sumó al Fashion Week Revolution con diversas actividades en la Unsta. La propuesta apuntó a visibilizar la vulneración de derechos que hay en la industria de la indumentaria y repensar nuestro rol de consumidores.

CONCURRENCIA. Más de 300 personas pasaron por la Fashion Week Revolution realizada en la Unsta. CONCURRENCIA. Más de 300 personas pasaron por la Fashion Week Revolution realizada en la Unsta.

Nuestra indumentaria tiene un costo que no figura en las etiquetas. Con prendas cada día más caras y de una calidad mediocre, la letra chica de la industria de la moda incluye hechos de explotación laboral, desechos a gran escala y una huella de carbono que no para de crecer... nunca es tarde para mirar el placard y hacer mea culpa.

Este mes se celebró a nivel mundial una nueva edición del Fashion Week Revolution (FWR). La propuesta apunta a generar cambios positivos en el rubro textil y, para eso, hay tres preguntas claves que las marcas deben contestar con total transparencia. ¿Qué materiales hay en mi ropa? ¿Quién hizo mis telas? ¿Quién hace la ropa? En torno a estos interrogantes, la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (Unsta) se sumó a la movida con varias actividades para repensar el “consumo fashion”.

En el Campus de Yerba Buena, esta semana se realizó una muestra de afiches y fanzines alusivos; los cuales fueron creados por 13 estudiantes de la licenciatura en Diseño Gráfico.

Muestra

Colgadas a lo largo del pasillo, las imágenes que exponen las láminas nos recuerdan a los pequeños martirios diarios que muchos atravesamos al vestir. Por ejemplo, al luchar por caber en un jean o necesitar modificar un pantalón para que nos ajuste bien. “Demasiado ancho para mentes estrechas”, afirma uno de los afiches, realizado por la alumna Florencia Garrocho.

¿Y por qué tener que adaptar nuestro cuerpo a la ropa? El activismo por la Ley de Talles se hace presente. “Se nos inculcó una homogeneidad de talles irreal. Entre el 65% y 70% de las personas tienen una dificultad al momento de encontrar ropa de su talle”, indica la joven en su trabajo.

En otros carteles, los conflictos de la esclavitud laboral y la contaminación ambiental también son tratados. “La moda hace agua” indica la producción de la estudiante Marcela Bustos. Junto al diseño de un hombre en un natatorio, la referencia debería por lo menos alarmarnos: la industria de la moda es una de las que más agua consume en el proceso de fabricación de prendas, llegando a utilizar un equivalente a 37.200 piletas olímpicas al año.

Los manifiestos se completaron con pósters que llaman a fomentar la apreciación cultural, el diseño local y no emplear piel animal (“Amigos, no abrigos”, resume otra de las presentaciones).

Proceso creativo

Durante la jornada, al menos 300 alumnos y visitantes pasaron por la universidad para aprender más sobre este activismo. “Hace cinco años que la cátedra Editorial participa del Fashion Revolution Argentina. Sumarse a la movida permite que la población estudiantil tome conciencia sobre la problemática, ya que ella está altamente estimulada a vestir a la moda y seguir el fash fashion”, comentan los docentes Germán Luft y Eugenia Fontdevila, a cargo del proyecto.

Antes de la muestra, el alumnado tuvo una instancia de capacitación e intercambio de opiniones con Jesica Pullo, coordinadora nacional del Fashion Revolution. Vía streaming la diseñadora introdujo el tema y respondió cualquier duda. “También nos visitaron Fernanda Villagara y Juana Montoya, docentes de la tecnicatura en Diseño de Indumentaria y Textil (FAU-UNT). Ellas nos contaron acerca de las dificultades locales y lo que significa producir ropa desde Tucumán. Luego, con la metodología de taller, fuimos avanzando con devoluciones. Lo que se vio exhibido es el resultado de cinco semanas de trabajo creativo”, acotaron.

Perchero sustentable

Como actividad complementaria, el evento contó con un perchero sustentable para fomentar la economía circular. Tras entregar una prenda (en buenas condiciones y limpia) cualquiera de los presentes podía llevarse otra a cambio. El pequeño armario contó con pantalones, camperas, buzos, camisas, remeras mangas cortas y hasta accesorios.

“La experiencia nos sorprendió porque bastante gente se sumó a la causa. El objetivo de esta idea pasó por darle un valor a las prendas y lograr que se las trate con cariño. A veces no sabemos a dónde va a parar nuestra ropa cuando dejamos de usarla. Hay que entender que la indumentaria no es basura y puede recircular de diferentes maneras”, resalta Iriel Rojas, quien estuvo a cargo de la sección.

Por último, los mensajes contra el consumismo voraz fueron plasmados con algo de arte gracias a la intervención de prendas en desuso de la artista plástica y muralista Ana Zavaleta.

Confeccionar un Saber comunitario

En abril, como parte del Fashion Week Revolution 2023, se realizó un “editatón” de Wikipedia. Durante ese mes, miles de usuarios se dedicaron a reescribir los artículos sobre moda que figuraban en la enciclopedia virtual para ofrecer miradas más completas y menos idealizadas y sexistas sobre este asunto. Por ejemplo, la iniciativa digital llevó a crear entradas que hablasen sobre los escándalos de algunas marcas por la explotación laboral de inmigrantes o secciones referidas a los derechos de los trabajadores y el impacto ambiental de la práctica, sumado a ofrecer artículos con perspectiva de género.

En cifras

- Para fabricar una tirada de 5.000 jeans se requieren alrededor de 7.500 litros de agua. Eso equivale a la cantidad de líquido que una persona promedio bebe en siete años.

- Un vestido de poliéster tarda en descomponerse más de 200 años, las medias de nylon de 30 a 40 años y la ropa deportiva de lycra, entre 20 a 200 años.

- Según registros presentados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) menos del 10% de la ropa que es desechamos se recicla.

- El 20% de la contaminación industrial mundila del agua proviene del tratamiento y teñido de textiles.

Dos términos para entender la movida

- Moda rápida (fast fashion): se trata de un modelo productivo en el cual la ropa se confecciona de manera masiva, a un bajo coste y en poco tiempo. Eso conduce a que en los negocios haya constantemente nuevos productos; listos para ser comprados, usados y desechados con demasiada facilidad. No importa tanto la utilidad de la prenda o si en verdad la necesitamos a largo plazo, se trata de caprichos momentáneos que nos impiden racionalizar el consumo.

- Moda lenta (slow fashion): plantea una forma consciente de pensar y hacer la moda; con procesos amigables para la naturaleza y la gente que trabaja en el rubro. El slow fashion propone un modelo de producción-consumo basado en la ética, la responsabilidad social y la perdurabilidad.

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