27 Abril 2023
No planchar tu camisa simplifica tu vida y contribuye al medioambiente (FOTO: Red Solidaria)
Entre los principales argumentos del movimiento que invita a dejar de utilizar planchas eléctricas se encuentran los económicos, los prácticos y los ambientales. Es que dejar de planchar la ropa evita gastos monetarios y de energía al parecer.
Los detractores del planchado parecían tener algo de razón. Dejar de planchar la ropa tiene beneficios que reforzaron los argumentos de quienes prefieren llevar su ropa arrugada. La acción no solo simplifica el estilo de vida, sino que contribuye a la reparación de la capa de ozono.
Las planchas tienen un impacto directo en la huella de carbono, contribuyen al aumento de la temperatura ambiental y son los electrodomésticos que más energía consumen en el hogar. Mientras una heladera puede consumir cerca de 300 vatios, una plancha puede llegar a consumir hasta diez veces más.
El día de no planchar ropa en Argentina
Diferentes organizaciones no gubernamentales llevan adelante el movimiento anti-planchado. La convocatoria es para los 20 de diciembre y te invitan a usar una camisa arrugada. De acuerdo a la organización, evitar usar la plancha equivale a plantar siete árboles, generar el oxígeno necesario para una persona por ocho horas y a apagar 12 lamparitas de 100 watts.
“Si generalmente no usás la plancha, arrugate bien bien la camisa o la remera para que te pregunten de qué se trata esta iniciativa en la que te comprometiste”, sugiere la campaña de Red Solidaria.
¿Ropa planchada sin usar plancha?
Existen formas de que tu ropa no quede con arrugas –o no tantas–:
• Sacudí la ropa apenas salga del lavarropas para que las arrugas no queden comprimidas
• Tendé la ropa en ganchos o perchas para que queden estiradas
• Dejá la percha con la ropa cerca del vapor del agua cuando te bañes, así lograrás que “se planche”
Bien, dejar de planchar tu ropa no va a acabar definitivamente con el calentamiento global ni va a hacer que desaparezca el agujero en la capa de ozono porque, según los especialistas, son las grandes corporaciones –principales emisoras de CO2– las que deben tomar las medidas adecuadas para cuidar el medioambiente. Sin embargo, nuestros pequeños cambios de comportamiento pueden también generar una diferencia significativa.
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