"Somos lo que comemos", dice el dicho y algunos especialistas también. Lo que ingerimos termina repercutiendo en nuestra vida y es por eso que una buena alimentación es tan importante para nosotros. Tan importante es que sea nutritiva como que se adapte a los distintos momentos que atravesamos. Por ejemplo, ahora que llega el frío, es clave alimentarnos para que nuestras defensas suban y evitar todo tipo de enfermedades. Lo que comúnmente se llama "inmunonutrición".
Es cierto que además de la dieta, existen otros factores que influyen en la función inmunitaria: la edad, el sexo, la genética, las enfermedades crónicas, el estrés, entre otras. Sin embargo, la alimentación depende exclusivamente de nosotros.
¿Cómo alimentarnos para mejorar las defensas?
Además de prevenir enfermedades como las cardiovasculares, degenerativas, articulares o depresión, una buena alimentación nos va a ayudar a mantener nuestro organismo joven, sano y fuerte, explica en detalle el sitio QI.org.
Las vitaminas como A, C y D cumplen un papel importante en la inmunidad, porque cuidan las barreras de defensa primaria, consolidan la integridad de los vasos sanguíneos y ayudan a mejorar las funciones de los glóbulos blancos, mientras que minerales como el hierro y el zinc colaboran a través del transporte de oxígeno en la formación de proteínas que formarán anticuerpos.
Es conocida la función de la vitamina D en la protección a nivel de los bronquios. En efecto, existen estudios donde sugieren que hay una mayor incidencia de infecciones respiratorias en quienes es deficiente su consumo. Para que sea efectiva, es necesaria su activación por medio de la luz solar. La vitamina A, en tanto, cuida la piel del ingreso de elementos dañinos como la micosis.
También impacta en nuestra inmunidad la vitamina C, que mejora la actividad de neutrófilos y monocitos, dos tipos de glóbulos blancos, e interviene en la activación de linfocitos T, que son células del sistema inmunológico, cuya función es defendernos, por ejemplo, de los virus, amplía el sitio QI.org.
Podemos fortalecer nuestro sistema inmunológico con una alimentación que contenga variedad de alimentos, incluyendo siempre leche o yogur, algún tipo de queso y huevo. La carne puede ser de cualquier tipo (roja, de cerdo, pescado, pollo o cordero) y es suficiente su ingesta 1 o 2 veces por semana. Para quienes han tomado la decisión de suspender su consumo (ya sea para no contribuir al maltrato animal, para evitar más emisiones o por el motivo que sea), se puede suplementar fácilmente con otros alimentos. Y también es importante incorporar legumbres, que aportan minerales y fibra.
¿Cómo encontrar los nutrientes?
Vitamina A y D: la contienen la yema de huevo, leche e hígado, y también está presente en quesos, yogures enteros o que han sido fortificados, en riñones y en carnes de todo tipo. Hortalizas de color anaranjado o verde oscuro (vitamina A), pescados grasos como atún, caballa y sardina (vitamina D).
Vitamina del complejo B: la B12 se halla en productos cárnicos, la B1 en cereales integrales (avena, centeno o arroz integral).
Vitamina C: está en la naranja, pomelo, mandarina, el kiwi, frutilla y quinoto, y también en pimientos, perejil, en el repollo blanco y rojo y en el brócoli.
Hierro y Zinc: son minerales presentes en carnes rojas, hígado, pollo, cerdo, legumbres (lentejas, arvejas, porotos, garbanzos), frutos secos y cereales integrales. La preparación de las carnes puede alternarse en guisos, horneadas, asadas, grilladas, en hamburguesas, milanesas al horno y pasteles).