La renuncia de Alberto Fernández a pelear por la reelección no fue la causa, sino la consecuencia de las turbulencias cambiarias en la Argentina. La sequía de dólares es estructural y no hay cepo ni diferimiento que sea efectivo. Ahora el Banco Central endureció las restricciones en el manejo de divisas y difirió el pago de importaciones hasta fin de año, una medida que implicará mantener U$S 2.000 millones dentro de las escuálidas reservas internacionales. En una semana, el peso argentino se devaluó cerca de un 10%, con un avance de $ 50 en el mercado informal, el de referencia para las transacciones de toda índole. El “blue” llegó a ubicarse $ 445, pero cerró la semana un poco más abajo, en $ 442. Muy cerca se ubicaron los dólares financieros, en la zona de los $ 440 por unidad. Ya no es devaluación controlada (algo conocido como crawling peg), pero sí cada vez más progresiva.
La suba de la tasa de interés al 81% frente a una inflación interanual de 105% parece una medida desesperada para detener la huida de ahorristas del plazo fijo hacia el dólar. La demanda es alta, pero la oferta es más cara. Aquel que tiene un billete, no importa si es de cara chica o de cara grande, lo cuida como oro. El Tesoro de los Estados Unidos realiza periódicamente un monitoreo global sobre su moneda y concluye que los argentinos, además de los norteamericanos, son los que más guardan esa divisa en el planeta. Pero, además, hay otra conducta que no existe en otra parte del mundo: somos los que más atentos estamos a la cotización del billete verde. En esa gimnasia tiene incidencia otra variable, tan preocupante como el tipo de cambio: la inflación. Sin herramientas para resguardar el poder adquisitivo, la sociedad se inclina por el dólar, más cuando se avecina un frente de tormenta llamada estanflación, ese fenómeno en el que la recesión económica y la aceleración inflacionaria ocurren de manera simultánea.
El campo volvió a cosechar dólares. Los agroexportadores liquidaron ayer U$S 185 millones, y, por esa razón, el Banco Central tuvo saldo comprador de U$S 289 millones, la segunda operación importante en el marco del “dólar agro”.
¿De qué depende la evolución del precio del dólar en los próximos meses? GMA Capital marcó dos factores fundamentales:
• En primer lugar, de los eventos macroeconómicos. La situación en materia de reservas del Central es crítica, y la sequía promete agravar el cuadro aún más.
• Sin embargo, y vinculado a esto último, la secuencia de eventos políticos también será clave. Sin ir más lejos, la reciente escalada del tipo de cambio probablemente haya sido gatillada por los conflictos puertas adentro del Gobierno que terminaron con la renuncia de Antonio Aracre, el jefe de asesores del Presidente, pero que esmerilaron la figura del ministro de Economía de la Nación, Sergio Massa.
Los economistas Nery Persichini y Santiago Franco señalan que el mercado “olió sangre” y se protegió. La reacción propia de los agentes del mercado fue otro indicio del reconocimiento de que la peregrinación en el desierto de la divisas recién está comenzando. Por un lado, en el sector privado no financiero, la salida de depósitos en dólares alcanzó máximos desde la salida de Martín Guzmán de la conducción del Palacio de Hacienda, superando U$S 230 millones en el lapso de ruedas. Además, en las últimas 18 ruedas la caída acumuló U$S 557 millones y los depósitos privados alcanzan U$S 15.800 millones. Según GMA Capital, el temor se vio también reflejado en las cotizaciones de otros activos financieros. Concretamente, en medio de la escalada del tipo de cambio, las tasas implícitas de los futuros de dólar se dispararon. Los contratos con vencimiento después de las PASO lograron cotizar a una tasa superior a 220% anualizado. Y si bien en la últimas jornadas las implícitas cedieron en el margen, agosto y septiembre se negocian a 215% y 213% respectivamente.
Es la política...
El mercado ahora busca desesperadamente señales de estabilidad desde la política. El price action (el estudio del movimiento del precio en el mercado) de los bonos y del peso argentino respondió a una fractura desde Casa Rosada en un contexto de máxima vulnerabilidad económica y falta de confianza. El “incidente Aracre” fue una muestra de las tensiones entre el presidente de la Nación y el ministro de Economía. Precisamente, la figura política y económica de Massa y el acuerdo con el FMI son los últimos bastiones que ofician de anclas de expectativas en el corto plazo hasta las elecciones, indican Persichini y Franco.
El renunciamiento de Fernández a una eventual reelección venía siendo meditado puertas adentro de Balcarce 50, debido a la pésima imagen pública del jefe de Estado. La histeria del dólar ha sido la gota que ha rebasado el vaso para una gestión que, hace tiempo, perdió el crédito electoral. Sin plan de estabilización económica y sin herramientas para cambiarle la cara a la actividad, a Massa no le queda otro camino que aguantar los embates del mercado. Su único sustento es el apoyo condicionado de Estados Unidos que puede avalar el desembolso de unos U$S 10.000 millones hasta fines de año, de tal manera que la actual gestión entregue el poder a la fuerza que lo suceda, el 10 de diciembre. La incógnita se plantea ahora si el electorado apostará por el retorno de Juntos por el Cambio, que aún no vislumbra un liderazgo claro, o por la dolarización planteada por Javier Milei que, a su vez, representa el hartazgo de cierto sector de la Argentina cansada de los políticos tradicionales.
En definitiva, un dólar más calmo y un Riesgo País a la baja (hoy se ubica en los 2.588 puntos básicos, 10 veces más alto que el de Brasil) serán alcanzables sí y solo sí alguien toma el timón del gobierno. De lo contrario, sostiene GMA, el mercado continuará navegando en un mar de turbulencias.