Alberto Fernández abrió la puerta para que varios peronistas salieran a jugar en la carrera electoral en la que el Frente de Todos carece de liderazgos fuertes y con una gestión de casi cuatro años que no ha podido enderezar el rumbo económico de una Argentina en crisis. No había chances de que el actual jefe de Estado llegara a las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) con posibilidades de vencer en la contienda y mostrar un caudal de votos suficientes para llegar al 10 de diciembre con cierto oxígeno político. La imagen negativa de la administración y del propio Fernández supera el 70%, según distintas mediciones de consultoras de opinión pública.
Cristina Fernández de Kirchner había puesto todas sus fichas en Sergio Massa no sólo para encarrilar el rumbo económico, sino también para mostrarse como una opción del peronismo. No logró ninguno de esos objetivos y en el Partido Justicialista creen que hay escasas posibilidades de que emerja el dirigente pragmático, con aceptación en los mercados. La corrida cambiaria ha sido una clara muestra de que el tiempo de espera llegó a su fin, antes de que el dólar informal trepara a los $ 430.
Si no es Alberto, si no es Cristina, si no es Sergio, ¿entonces quién será el propuesto o la propuesta para la sucesión? Muy pocos son los que se quieren inmolar en el próximo turno electoral. En ese lote se encuentra el gobernador de Tucumán, Juan Manzur, que hoy, cuando fue consultado sobre el renunciamiento de Alberto, ha sido demasiado cauteloso en la respuesta.
“Es una decisión personalísima del Presidente, y la respetamos”, indicó tras recorrer un barrio de esta ciudad. Y dio otra definición muy general. “En el Partido Justicialista hay hombres y mujeres de primer nivel con vocación de servicio”, acotó el vicepresidente del Movimiento Nacional Justicialista. Manzur no estará en la cumbre de hoy en el Consejo Nacional del PJ. Se autoexcluyó. Ha pedido guardar en el hangar al avión gubernamental hasta tanto mejore el clima político. No va a la Casa Rosada desde que el propio Presidente lo eyectó de la oficina que ambos compartían, puerta mediante, en el primer piso de Balcarce 50.
“Son candidato a vicegobernador de Tucumán”, manifestó Manzur cuando fue consultado acerca de un eventual desembarco en la arena política nacional. El operativo Juan 23 no ha sido abortado del todo. Tal vez pospuesto para después del 14 de mayo. Sin embargo, el gobernador ha recibido esta mañana decenas de llamada tras el anuncio de Fernández de parte de dirigentes de primera línea del PJ, del sindicalismo y de sus pares de otras provincias. Eso demoró la recorrida por un barrio junto con la candidata a intendente de la Capital, Rossana Chahla, y junto con el legislador Armando “Cacho” Cortalezzi, que buscará la continuidad en el cargo.
Manzur no quiere aparecer como el mariscal de la derrota en un Frente de Todos que corre el riesgo de salir tercero en las elecciones, si se toma en cuenta los últimos sondeos. Los gobernadores han dado una clara señal de que cuidarán el territorio y que consolidarán el pragmatismo ante un eventual cambio de signo en la conducción institucional de la Argentina.
El tucumano no es la excepción a la regla, pero está atento para ser parte del armado de un “resurgimiento peronista” que no ha logrado los resultados esperados, más allá de la pandemia de la Covid y de la sequía que afectó al agro. El mandatario tucumano quiere estar en la mesa chica de las decisiones electorales nacionales.
Su plan es subirse a ese barco apenas termine la elección provincial. Un triunfo en Tucumán contribuirá para que él muestre en Buenos Aires el poder territorial. Piensa más en 2027. En el medio, descarta la posibilidad de recalar en el Senado de la Nación, pero sí está dispuesto a asumir como vicegobernador, si es que el Frente de Todos se adjudica los comicios del 14 de mayo. ¿Por cuánto tiempo? Eso es un misterio. La Legislatura sería un ámbito en el que se movería con más soltura para lo que más le gusta: relaciones públicas nacionales e internacionales. Ya pasó por el Poder Legislativo y sabe cómo moverse en ese terreno.
Manzur necesita consolidar un eje de poder. En Tucumán y también a nivel nacional. Le cuesta imaginarse estar bajo la sombra de Osvaldo Jaldo gobernador. Acepta que son las reglas de juego, pero no deja de tejer alianzas con los sectores productivos y con el gremialismo que hoy lo representará en la cumbre del PJ.
En la Argentina a cualquiera que se sienta identificado con el Frente de Todos le costará el doble construir poder. Manzur sabe de sus limitaciones y del escaso conocimiento que la sociedad argentina tiene de él. El jefe del Poder Ejecutivo está convencido de que eso, más que una debilidad, es una fortaleza en la medida que aproveche los huecos que le va dejando la dirigencia nacional. El optimismo no es el escenario que se avecina en los próximos meses. La nebulosa económica no permite mirar ni el mediano ni el largo plazo.
A fines del año pasado, el doctor en Ciencia Política Julio Burdman dijo que las gobernaciones han dejado de ser las plataformas de lanzamiento de candidaturas presidenciales. Su hipótesis se consolidó al observar, en la actualidad, quiénes son los potenciales presidenciables. Los gobernadores se sienten cómodos en sus provincias mientras haya dinero y no se presenten urgencias financieras. Sin embargo, la crisis del liderazgo en la Argentina le abre las puertas a cualquier dirigente del país.
La cuestión de fondo es: ¿quién estará dispuesto a poner la cara ante una sociedad malhumorada por los sucesivos yerros o errores no forzados en la economía que empobreció a un país que fue considerado el granero del mundo? Lo que sí sabe Manzur y, constituye su carta en la manga, es que este gobierno y los sucesivos requerirán de los gobernadores para garantizar precisamente la gobernabilidad de un país que se encamina a soluciones impopulares en materia económica. De allí el rol de interlocutor del tucumano dentro y fuera del Gobierno nacional.