“El último” es parte de la Competencia Argentina en el Bafici

“El último” es parte de la Competencia Argentina en el Bafici

Masculinidades en revisión en un filme de Ezequiel Martínez Marinaro de inspiración biográfica. La importancia del aporte oficial para poder filmar

UNA MIRADA PERSONAL. Duardo no encaja en los cánones masculinizantes tradicionales en “El último”. UNA MIRADA PERSONAL. Duardo no encaja en los cánones masculinizantes tradicionales en “El último”.

Tucumán tendrá presencia en el Bafici, el festival internacional de cine independiente más importante de América Latina que comienza hoy en la Capital Federal. Lo hará en el marco de la Competencia Oficial Argentina, que reúne 28 cortos y largometrajes.

Ezequiel Martínez Marinaro buceó en sus recuerdos y su construcción de identidad para realizar “El último”. Es la historia de Duardo, quien junto a su primo son sometidos por su padre a competir entre sí con el objetivo de convertirse en hombres. Sensible y argumentativo, pierde en la contienda. Cuando se le presenta una oportunidad para mejorar su performance, el adolescente debe elegir entre defender o traicionar sus ideales.

Todo es ficción, sin embargo me inspiré en mi infancia y adolescencia junto a mi padre. Hay diálogos en la película que mantienen la esencia de conversaciones y discusiones que tuve con él cuando chocábamos por nuestras diferencias. Era un hombre heterosexual cis que no encajaba con los parámetros de varón patriarcal, como me pasó a mí siendo un hombre homosexual. Tuvimos roces por esta diferencia, y ambos sufrimos mucho por eso. Los dos vivimos una masculinidad diferente a la que ‘se espera’, y fue lo que nos dio un común denominador a ambos, uno que hoy en día se vislumbra y al que se le está dando un lugar”, le dice el director a LA GACETA sobre su producción de 21 minutos.

- ¿Cómo es llevar tu propia experiencia vital a la pantalla?

- El proyecto fue cambiando de formato a medida que iba profundizando las razones de por qué quiero y necesito contar esta historia. El corto se desprende del largometraje “Los últimos” que estoy desarrollando actualmente, el cual, a la vez, viene de la obra de teatro “Lxs últimxs”. Es un proceso de varios años, en los cuales, a través de esos cambios de formato, pude ahondar en mis razones de hacer la película y el corto. Llevar a la pantalla mi experiencia personal es reparador y movilizador; me emociona el hecho de que a través del corto y mi historia personal, otras masculinidades se puedan ver reflejadas.

- ¿Qué implica haber sido seleccionado al Bafici?

- Adrenalina y satisfacción. Luego de mucho trabajo puesto por todos los que estuvimos involucrados (todos tucumanos, a excepción del actor Emiliano Murga y el asistente de dirección Agu Nieder, que son salteños), emociona poder proyectar en Buenos Aires en un festival internacional con la impronta y trayectoria del Bafici. Implica dar a conocer un pedacito de la idiosincrasia local a la par de otros artistas del país y del mundo. Es la segunda producción que realizamos con nuestra productora HOLA Cine y nos enorgullece el hecho de tener el estreno mundial del filme en el festival. Personalmente lo que me mueve es la conversación que se puede entablar con quien vea la película; el diálogo después de que termine la función es lo que más me entusiasma.

- ¿Es una responsabilidad especial representar a Tucumán?

- Está eso de representar el lugar de donde uno viene. Somos los únicos tucumanos en la competencia nacional. La apertura del festival la va hacer la tucumana Mariana Bomba con su corto “Continuum - La playa”.

- ¿Qué reivindicás de tu padre, que lo diferenciaba de otros?

- Mi viejo era un tipo sensible que amaba la lectura, la música, la política y la historia; disfrutaba de ver fútbol pero no de jugarlo, no era del palo del deporte. Me atrevo a asegurar que no era el único de su tipo en su época, que para algunos era “distinto”. Hay una anécdota de mi infancia que refleja sus diferencias ante los parámetros de masculinidad hegemónica. De chico mi viejo y mi vieja me llevaron a una psicóloga. Estamos hablando de otra época, a pesar de que pareciera por momentos que todavía la seguimos viviendo, en la cual ser padre y madre de un niño “distinto” implicaba atravesar situaciones sumamente estresantes, como recurrir a un profesional para ver qué ocurría con el “varoncito”. Al finalizar una de las sesiones, la psicóloga, indagando las posibles razones de mi “falta de masculinidad”, le pregunta a mi papá si jugaba conmigo al fútbol. Mi viejo, como decía más de los libros, le respondió simplemente que no. Desbordada por la masculinidad más hegemónica, lo acusó de que, al no enseñarme a jugarlo, era responsable de mi supuesta “enfermedad” (homosexualidad). Ya de grande, me enteré de esta anécdota y la manera en la que afectó a mi viejo, sintiéndose culpable por no ser lo “suficientemente hombre” para enseñarme “a ser uno”. Dicho esto, reivindico su diferencia con el modelo con que él creció, a pesar de que esa desigualdad le generó algunas amarguras (cuesta ser distinto), supo ser fiel a sí mismo.

- ¿Cuántos Duardos conociste en tu vida?

- Varios. Y tengo varios amigos Duardos.

- ¿Cómo fue el rodaje?

- Estimulante. Los rodajes son como olas de mar, desde la orilla estás metiéndote adentro, y está tranquilo mientras ves cómo se va armando una ola a lo lejos; de repente te choca con toda su fuerza y se pone intenso. Momentos después se va y vuelve la calma, pero ya vas anticipando que la intensidad y los estímulos van a volver. Filmamos en San Javier, en la casa de la familia Páez Salas, ideal para las escenas en interiores y exteriores. Fue un proceso de trabajo junto a un equipo de profesionales de la provincia, una sola locación y tres actores (Juan Solórzano, Emiliano Murga y Fernando Solórzano); esto permitió que no seamos muchos y que el rodaje sea intimista. Todos pusimos mucha energía y compromiso en un momento muy especial, filmamos con pleno mundial en desarrollo. Entre escenas, paramos para ver los partidos de la selección. Fue una alegría que ganemos, y esa energía se transmitió en el resto del rodaje.

- ¿Cuál es el valor que le das al programa de fomento tucumano, que financió la producción?

- El cine y las artes requieren de fomentos. Estuvimos muy cerca de que los fondos específicos para la cultura caduquen el año pasado. Durante el gobierno nacional anterior se sancionó una ley que hubiese extinguido las asignaciones específicas de los impuestos que nutren al Fondo de Fomento Cinematográfico, al Instituto Nacional del Teatro, entre otros. El cortometraje ganó el premio 2° Fomento a la Producción Audiovisual del Ente Cultural de Tucumán, es valioso y positivo que nuestra provincia tenga su propia billetera para subsidiar producciones locales. Todavía se pueden mejorar esos fomentos, y además ya hay avances muy importantes: el año pasado se sancionó la Ley de Promoción de la Actividad Audiovisual. Con el proyecto “Los últimos”, junto con Agu y Matías Weyerstall (director de fotografía) estamos participando en el Concurso Federal de Desarrollo de proyectos de largometraje Raymundo Gleyzer del Incaa. Implica un gran crecimiento para avanzar en su desarrollo. El concurso es un impulso para artistas que están trabajando en sus primeras y segundas películas. Somos varios participantes de todo el país, e incluso hay otros de Tucumán, por lo que recibimos asesoramiento de guionistas, directores y productores con el objetivo de afianzar nuestras películas y estar preparados para filmar. Para nosotros, participar en el Gleyzer, significa, luego de un recorrido por festivales y laboratorios nacionales e internacionales, que al proyecto podamos orientarlo hacia su nueva etapa, cercana a la del rodaje.

- ¿Cómo se transformará de corto a largo, qué se agregará?

- La transformación fue al revés, de largo a corto. Ambos mantienen la misma premisa, la diversidad de masculinidades. Sin embargo, el formato extenso permite profundizar sobre el patriarcado y su manera de afectar a hombres y mujeres, la necesidad de sobrevivir ante sistemas hegemónicos, las relaciones de poder. En el filme existe un factor externo a la casa en donde viven los tres personajes, que genera el clima que se vive adentro, es el motor iniciador de la trama. Además del padre y los adolescentes, hay un personaje femenino y otro masculino que interfieren. Me hubiese gustado mucho que mi papá esté vivo para que vea las películas, pensadas con especial énfasis para ese público, para esos hombres que se criaron con esos códigos hegemónicos.

- ¿Hay un cambio de abordaje de las disidencias?

- Sí, se vislumbra, pero falta tiempo y mucho, mucho trabajo para que se plasme en las calles y en el día a día. Hay una generación que nació con ciertos mandatos, y otra que no y que no encaja en esos formatos. El desafío es transitar el cambio en un ida y vuelta entre ambas generaciones. Existen bibliografías, programas sociales, cuentas en redes y filmes que abordan las disidencias. Varones que se cuestionan sus crianzas y que expresan sus malestares con los códigos que hemos consumido. Digo consumir, porque los medios tienen su rol protagónico en propulsar estos cambios o desestimularlos. En las redes y medios, hay una fuerza que abre paso a las disidencias, pero al igual hay otra que busca desprestigiar ese espacio y con ello retener códigos y conductas que segregan y lastiman. Hay un recorrido por continuar transitando.

- ¿Luego de un avance notorio, se está viviendo un freno o incluso un retroceso impulsado por sectores neoconversadores?

- El retroceso siempre está latente. Es común que existan personas de cúpulas políticas y ciudadanos que demuestran sus valores conservadores, y están aquí, en el país y afuera. Propiciarán retrocesos en derechos humanos, en las decisiones sobre nuestros cuerpos, valores, y demás. Es importante tener en contexto que estamos en un año electoral, lo que muchas veces implica engrandecer las propuestas. Algunas campañas comprenden proposiciones que resuenan a sistemas que hay en EEUU, país que vive en una crisis de violencia mortífera única en el mundo debido a ello. Todo esto cumple con sus objetivos, aquí estamos hablando sobre esas ideas que retroceden, y a la vez exponiendo las que no.

“El último” es parte de la Competencia Argentina en el Bafici

“Continuum - la playa”: la producción de mariana bomba abre la fiesta

A comienzos de los 90, dos mujeres enlazan sus vidas con un hilo que pronto se transforma en una gesta de experimentación, goce y vínculos de una de las generaciones de mujeres cineastas más feroces de la Argentina. Esta es la sinopsis de “Continuum - La playa” (foto), el cortometraje de seis minutos que será la primera película a proyectarse en la nueva edición del Bafici, esta tarde a las 19 en el complejo Multiplex Monumental Lavalle de la Capital Federal. La dirección es de la tucumana Mariana Bomba, quien estudió en la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica y en la Escuela de Cine y del Audiovisual de Madrid. Junto a Agustina Comedi, Bomba dirigió la serie documental “Archivo de la memoria trans” y además fue productora asociada de “Las hijas del fuego”, de Albertina Carri. La 24° edición del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente durará 13 días y tendrá tres categorías en competencia (Argentina, Internacional y Vanguardia y Género), sin distinción entre cortos y largometrajes, aparte de otras secciones en las que se proyectarán producciones recientes de distintos estilos, y las dedicadas a Homenajes, Música, Trayectorias y el Baficito infantil. En total se ofrecerán más de 250 películas en unas 450 funciones y además se programaron más de 30 actividades especiales en 15 sedes en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

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