Alto el Puesto desaparece devorado por los socavones

Alto el Puesto desaparece devorado por los socavones

El agua que baja de los cerros está destruyendo al pueblo. Pobladores denuncian falta de apoyo oficial.

DE A POCO, UN GIGANTESCO SOVACÓN SE AGIGANTA Y AMENAZA CON TRAGARSE LAS CASAS. Los habitantes de la localidad comentan sus sufrimientos y demandan que las autoridades se acerquen a darles una salida. LA GACETA / FOTOs DE Osvaldo Ripoll

El relieve es dantesco y dramático. El paraje de Alto El Puesto, ubicado entre Graneros y la comuna de El Sacrificio, desaparece devorado por socavones descomunales que crecen sin fin a causa de las aguas que bajan de las serranías.

Grietas que se ensanchan amenazantes por el camino principal de acceso y que de a poco van abriéndose paso hacia los costados en donde hay casas con familias, fincas de tabaco, sojas y cañas de azúcar. Producciones que, como las 50 familias de la zona, no tienen salidas.

“Aquí uno llega hasta sufrir hambre cuando nos visita el agua porque nos deja sin vía para ir a comprar los alimentos y otras necesidades. Y se vive rezando en las noches cuando la calle se convierte en un torrente bravo, que brama como un animal enojado. Da mucho miedo. Quisiera irme de aquí, pero no tengo adonde ir. Todos estamos abandonados”, comentó Soledad Flores. A veces la gente pasa días sin luz ni agua. No aparece nadie que les acerque algo, dice.

La mujer vive en el sector conocido como La Horqueta. Está a unos cuatro kilómetros de la ruta 38. Es jurisdicción de la comuna de El Sacrificio-La Invernada. Desde este sitio hay tres kilómetros para llegar hasta el centro de Alto el Puesto. A partir de los dos kilómetros comienza el municipio de Graneros.

“Como este paraje se divide entre dos jurisdicciones, nadie se quiere hacer cargo de nosotros. Ni a la intendenta, Alejandra Cejas (que impulsa a su hija Raquel Graneros para que la reemplace en su cargo), ni a Carlos Castro de la comuna del Sacrificio (que tiene a su madre como postulante), le interesa nuestra comunidad. Se desentienden de nosotros”, expuso María Francisca Brizuela.

“Sólo en tiempos de votaciones llegan algunos con bolsones y dinero. Después desaparecen para siempre”, agregó. Esta septuagenaria hace un par de años, amenazada por un socavón, abandonó la vivienda en que vivió toda su vida. Lo hizo para instalarse en otra que le levantó cerca nomás uno de sus hijos. Ahora la grieta se estiró hasta cerca de su nueva casa.

“Ruego que venga alguien a darnos una solución. Lo que vivimos aquí es una pesadilla eterna. Si pierdo este rancho me quedo en la calle”, planteó angustiada.

Abandono total

Según se aseguró, son más de 10 las familias que abandonaron hasta ahora la zona para ir a instalarse en lugares más seguros. Y quedaron unas 30 familias que soportan los embates amenazantes de las aguas que abren socavones de hasta 10 metros de profundidad.

Desde La Horqueta hasta el corazón de la comunidad solo se puede llegar avanzando por fincas cañeras. El primer socavón se abrió en el 2017 tragándose la mitad de la escuela 295 y al menos dos casas de familias. Desde entonces no paró de ensancharse. Tampoco se detuvo la emigración.

Se construyó un nuevo edificio escolar que ahora está nuevamente amenazado por la hondonada. En el 2021 se encaró una obra de revestimiento y contención del pozo que demandó una inversión de más de $ 30 millones. Cuando estaba a punto de concluirse fue arrasada por la primera creciente.

“Si esa plata nos la hubieran dado para reubicarnos, todos estaríamos seguros y contentos. Pero se la malgastó en una obra mal proyectada”, planteó Martín Medina.

Pedro Medina expuso su argumento acerca del drama que padecen. “Este problema viene de años a causa de que todo el sistema de desagüe ha sido destruido o cerrado. El agua de las fincas o que bajan de los cerros avanza por la calle principal. Nadie se ocupó nunca de atender el origen de este drama. Los funcionarios tampoco jamás vinieron a ver lo que nos pasa”, expuso.

Protesta

Sara Juárez contó que hace más de un mes los vecinos protagonizaron un corte de ruta en La Invernada con el fin de reclamar solución a los padecimientos que enfrentan. A la protesta la levantaron porque le prometieron que al otro día iban a ser recibidos por el ministro del Interior, Miguel Acevedo.

“Fuimos y luego de esperar dos horas nos respondieron que el funcionario no podía atendernos. Entonces nos escuchó otro de tercera línea. Nos prometió el envío de maquinarias. Pero nunca se hizo nada”, dijo la mujer.

Desde la ruta 308 y a la altura de Graneros hay otro acceso a Alto El Puesto por el que tampoco se puede ingresar. “Por el badén del río Marapa no se puede pasar cuando llueve. Por eso se comenzó a construir un puente que ahora está ahí sin ser concluido. Quedó como abandonado. El trayecto es más largo, pero con el puente al menos tendríamos una salida segura”, explicó Celeste Vera.

La joven es estudiante y todos los días, como otros jóvenes, está obligada a padecer la peripecia de tener que salir en bicicleta a la ruta atravesando los cañaverales y las orillas de los socavones.

El mismo drama enfrentan a diario los docentes de la escuela 295 y los alumnos. “Los de la municipalidad nos dicen que nos vayamos. Que nos alejemos de este peligro. Pero cómo lo voy a hacer yo si no tengo otro lugar en donde vivir. Además aquí nací, tengo mi casa, hortaliza y animales. En otro lugar, en la ciudad, me voy a morir de pena”, dijo angustiada Luisa Graneros. “A nosotros no nos tiene piedad nadie. Sufrimos un verdadero abandono de persona por parte del Estado. Desde que falleció Roque Graneros, ex intendente, quedamos desamparados”, remató.

Carlos Castro, comisionado comunal de El Sacrificio-La Invernada, dijo que el problema de Alto El Puesto es estudiado por una comisión interministerial que apunta a canalizar y brindar una solución definitiva a los inconvenientes que generan las aguas que bajan de los cerros y las fincas agrícolas.

Apuntó que el acceso al lugar por ahora no puede ser reparado a raíz de las intensas lluvias que impiden el ingreso de maquinarias. En Alto El Puesto la gente es muy creyente y reza con la esperanza de que algún milagro le baje del cielo y les permita vivir en paz. Sin temor a terminar sepultada por las aguas y el barro.

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