La convocatoria se abrió el 27 de marzo y, en menos de una hora, los primeros postulantes ya habían hecho sus castings. Con el pasar de los días, las redes sociales se inundaron de personas de todo el país exponiendo las razones por las que merecen formar parte. Es que la vuelta de Gran Hermano tuvo un éxito casi sin precedente; logró picos de rating y catapultó a una fama inédita a los participantes (algunos lograron más de un millón de seguidores estando dentro del reality). Todo eso, evidentemente, aumenta las ganas de participar y magnifica un fenómeno que ya se había visto en otras ediciones. ¿Por qué hay tantas ganas de entrar a la casa más famosa?
Esa es la gran pregunta. Pero para responderla hay que volver un poco en el análisis. “Se trata de un producto televisivo que sigue los modelos que la sociedad y la cultura mediática construyen y que se reproducen en esta oportunidad a manera de juego. Gran Hermano brinda una opción de trascendencia rápida a un puñado de personas, lo que es visto como un objetivo loable para los tiempos que corren”, explica ante la consulta la socióloga Roxana Laks.
“En el interior de ‘la casa’ se reproduce en un microcosmos la realidad circundante, con valores que repiten las realidades del mundo exterior, al que escaparon por un tiempo en busca de esa trascendencia mediática -indica-; en general el programa apunta a reclutar personas que buscan destacarse a través de los medios y no son pocos los que tienen aspiraciones en ese sentido. Por lo general los participantes seleccionados cumplen con los cánones de cuerpos jóvenes, estéticos, apreciados por una sociedad que sigue un modelo de belleza hegemónica y también con miradas de la vida comunes al contexto”.
Claro está, que en parte el contexto ha cambiado: la edición 2022 mostró -al menos en la primera parte del concurso- que otras disidencias también podían entrar en el juego. Pero ese es otro debate.
Ilusiones
La pregunta que nos compete se responde con la cuestión de la trascendencia. “La gente quiere como tener esa varita mágica que te toca y te cambia la vida. Es como el que quiere ser futbolista; ese niño que sueña con ser Lionel Messi. Y, en general, ante situaciones críticas, sobre todo en relación a las cuestiones socioeconómicas, la gente desea ese cambio, más bien mágico, porque la índole es mágica: que te seleccionen, te expongan y tu vida cambie, sólo le sucede a unos cuantos. Este tipo de realities generan esa falsa ilusión, de que me podría tocar a mi; tiene que ver con ese deseo de salir de esta situación difícil”, expone la experta.
Y sigue: “se trata de eso, que me cambien la vida de una manera que no podría cambiar siguiendo los pasos de una evolución normal en mi trabajo; no estoy bien económicamente ni socialmente, entonces deseo ese cambio, que sólo le toca a unos pocos, y que muy es difícil mantener luego”.