Tres crímenes, tres investigaciones que transitan por el mismo camino: el consumo problemático de drogas y la violencia intrafamiliar son los principales móviles de los 29 homicidios que se registraron en la provincia en lo que va del año. Durante este mes, esta tendencia se disparó: de las seis muertes, cinco fueron producto del consumo de sustancias y de los altos niveles de violencia e intolerancia que hay en los hogares tucumanos.
En el primer fin de semana de abril, una disputa por una herencia tuvo un trágico desenlace. María Ester Abregú fue asesinada en plena calle de Amaicha del Valle por su cuñado, Valentín Flores, que luego se suicidó.
En La Cocha, por una discusión familiar, Claudio Graneros (24) tomó una escopeta para atacar a su cuñado, pero terminó matando a su padre, Carlos Alberto Graneros (62), e hirió de gravedad a su sobrino de cuatro años, que aún permanece internado en el Hospital de Niños.
En el último fin de semana, en menos de 48 horas, hubo una seguidilla de homicidios con estos móviles. El primero se registró el domingo a la madrugada en la zona conocida como “El puente Negro”, en Villa 9 de Julio. En la calle, Marcos Benjamín Soria (19) y su primo Rodrigo Gastón Luna (21), según la investigación realizada por el fiscal Ignacio López Bustos, estaban consumiendo sustancias. Comenzaron a discutir, posiblemente por las dosis, y el más chico le asestó varias puñaladas que le terminaron provocando la muerte. Soria fue atrapado horas después del hecho. En una audiencia, la jueza Fanny Siriani le dictó la prisión preventiva por cuatro meses, tal como lo había solicitado el representante del Ministerio Público.
Este es el tercer crimen que se registró en ese sector de la ciudad en los últimos seis meses. El primero ocurrió en octubre pasado. A ese lugar llegaron Martina “Gallina” Ledesma (23) y Karen “La Huevuda” Paz (26) llegaron a esa zona buscando a las personas que ellas sospechaban que les habían robado. Luego de una discusión con un grupo de adictos, la última fue acusada de asesinar de varias puñaladas a Juan Leonel Ibáñez (18). Ambas fueron acusadas de homicidio y están cumpliendo prisión preventiva, pero con la modalidad de arresto domiciliario, ya que ambas estaban embarazadas cuando ocurrió el hecho.
El 9 de marzo, en un basural, se presentaron dos hermanos para reclamar a un grupo de adictos el robo de unas pertenencias. Luego, comenzaron a agredirlos. Raúl Alejandro Tolosa (34), padrastro de uno de los atacados, salió a defenderlo, pero fue ultimado de una puñalada. El auxiliar Fernando Isa, con instrucciones del fiscal Diego Hevia, logró que le dictaran la prisión preventiva a dos hermanos de 18 y 25 años por el homicidio.
Brutal ataque
El martes por la tarde, el cuerpo de Nicolás Liquín (32) fue hallado sin vida en una vivienda del pasaje Manuel Pizarro al 1.200. El joven había sido asesinado, según la teoría de los investigadores, el sábado a la madrugada. En una de las habitaciones secuestraron marihuana y cocaína. Los pesquisas también encontraron una pequeña balanza. Pensaron que allí podría haber un punto de venta de estupefacientes, pero esa versión quedó rápidamente descartada.
Una vecina de la víctima dijo que había escuchado una fuerte discusión en el horario en el que se registró el crimen. Las sospechas apuntaron a una pareja que tenía algún tipo de relación con Liquín. Personal de Homicidios, al mando de los comisarios Moreno, Diego Bernachi y Jorge Dib, identificaron a los sospechosos. La mujer apuntada se presentó en la fiscalía de López Bustos. “Lo tenía secuestrado desde enero más o menos”, habría declarado la joven. El representante del Ministerio Público Fiscal, con una serie de preguntas, logró descifrar lo que había querido decir. Su pareja, con severos problemas de adicción, se habría instalado en la casa de la víctima porque le habría provisto de las sustancias para que consumiera y mantuviera una relación con él.
La joven, cuya identidad se mantiene en reserva, reconoció que ella varias veces fue a buscar a su pareja en ese lugar. “Lo quería sacar de ahí porque estaba enfermo, mal y hacía cualquier cosa para drogarse”, habría declarado. También señaló que el sospechoso le avisó que viajaría a Salta para esconderse. “Me mandé una cag...”, fue el texto del mensaje que le envió por WhatsApp en la despedida. Ayer por la tarde, Alejandro Zato (27) se presentó ante las autoridades.
El trasfondo de ese crimen es similar al de Orlando Ponce, registrado el 10 de marzo. El profesional fue asesinado de varias puñaladas en su departamento de 25 de Mayo al 1.400. Por el hecho fue acusada Agustina Gómez (32). La joven dijo que había acordado una cita con la víctima. Cenaron en un restaurante del centro y luego se dirigieron a la vivienda de Ponce para consumir cerveza y drogas. “En un momento él quiso abusar de mí. Se me tiró encima y agarré lo que tenía a mano para defenderme. No lo quise matar”, declaró en la audiencia donde le dictaron la prisión preventiva por tres meses.
“Vamos a demostrar que ella se defendió del ataque de una persona que pretendía aprovecharse de que era una persona con problemas de adicción”, sostuvo el defensor José María Molina. La imputada está internada en un hospital para cumplir con un tratamiento de desintoxicación.
Ataque a puñaladas
Raúl “Chiquino” Leiva murió después de haber agonizado más de dos días en un sanatorio privado de nuestra ciudad. El domingo a la madrugada, fue atacado por su hijo, que le aplicó más de 20 puñaladas después de una discusión. El acusado del segundo parricidio registrado en el año se encuentra prófugo desde ese día.
Los investigadores todavía no pudieron determinar cuáles fueron las razones del mortal ataque, aunque por la saña con la que actuó, no descartan que se haya tratado de una situación del pasado que haya generado semejante ataque. “Chiquino” era un reconocido empleado municipal que se dedicaba al mantenimiento del Rosedal del parque 9 de Julio. El acusado del parricidio podría haber tenido problemas de adicción.