Se llevó un buen punto de La Plata, con sabor a poco. Porque Atlético mejoró sustancialmente en relación a los últimos partidos y maniató a un Estudiantes que vivía horas felices.
El “decano” tuvo las más claras para ganar, pero su falta de contundencia lo sigue privando del alivio de escalar en las tablas. El 0-0 es, en definitiva, un compás de espera.
Bien mirado, el gran pecado de Atlético en La Plata fue no haber plasmado en el marcador la superioridad, especialmente en la primera etapa, quizá sus mejores 45 minutos en el torneo. Porque el “decano” supo poner incómodo a Estudiantes. Mérito de Lucas Pusineri y de sus jugadores.
El dibujo con tres zagueros centrales y dos laterales más adelantados, un sistema que el entrenador había dispuesto por última vez en la goleada sufrida ante Defensa y Justicia (0-3), esta vez sí dio resultados.
Especialmente con las subidas profundas de Renzo Tesuri por la banda derecha y Matías Orihuela, por la izquierda, Atlético pisó fuerte en el césped híbrido -hace poco resembrado y todavía raído- del coqueto estadio “pincha”.
El “deca”, además, maniató al anfitrión y lo obligó a tirar centros ‘sin ton ni son’ directos a la manos de Marchiori. Casi nunca Estudiantes pudo enhebrar un par de pases consecutivos.
En contraposición, con la pelota en los pies, la visita llegó varias veces al terruño de Mariano Andújar. Y no solo a sus inmediaciones, sino con incursiones de real peligro.
La más clara fue el cabezazo de Marcelo Estigarribia en el vértice donde se juntan travesaño y palo. Pero hubo un par de aproximaciones picantes de Ramiro Ruiz Rodríguez, de remates venenosos de Joaquín Pereyra, de amenazantes desentendimientos (siempre cercanos al blooper) con el arquero local y sus defensores (por así decirlo) como actores protagónicos.
Tan mal jugaba Estudiantes que a la media hora de juego Eduardo Domínguez dispuso un primer cambio. Aprovechó la lesión de un lateral (Emmanuel Mas) y metió un delantero (Matías Garay) para mover el avispero. Pero el “pincha” no logró clavar ningún aguijón, frente a una retaguardia “decana” -siempre Marchiori incluido- muy firme.
Mereció más Atlético, pero una y otra vez se constata que este año una de las grandes materias pendientes para el equipo de Pusineri es el gol; es decir, la falta de. Seis goles en 11 partidos, ningún otro equipo festejó tan poco en esta Liga.
En el banco esperaban por su oportunidad poseedores de promesas de goles tales como Mateo Coronel y Cristian Menéndez (e incluso eventualmente de Kevin Isa Luna).
Pero, se sabe, Pusineri no es un técnico de “cambio fácil”. Es decir, le gusta sostener sus apuestas iniciales, a veces quizá hasta más allá de lo necesario. Al final, el hombre a préstamo de Argentinos tuvo veintipico de minutos en cancha, y el “Polaco” algo más de 10. En lo que les tocó en suerte, tampoco pudieron “mojar”.
De a poco, empujado un poco por su gente y otro poco por los gritos de Domínguez, Estudiantes fue ganando terreno y precisión con el balón. Primero de forma casi imperceptible, luego de manera más sostenible.
Pero no era la noche del local. Estuvo lejos de su prestación anterior en el “Libertadores de América” ante Independiente. Echó de menos a Leonardo Godoy y a Fernando Zuqui, quienes fueron preservados ante la seguidilla de partidos e ingresaron como sustitutos.
Disciplinado, ordenado, combativo, protagonista: Atlético dejó un buen sabor de boca en su paso por la Ciudad de las Diagonales, más allá de cierto previsible sufrimiento final.
El “mundo decano” puede que sólo lamente esa pólvora mojada que no le permitió alzarse con su segunda victoria en el certamen, un triunfo fuera de casa que se hace esperar desde los albores de la primavera pasada.