Si algo perdió la oposición en estos últimos meses, eso fue tiempo. Y ahora quieren recuperarlo. Si hay algo que no se puede recuperar es el tiempo perdido. Por eso es que las huestes de Germán Alfaro y de Roberto Sánchez andan prendiéndoles velas a “San Lorenzetti”, a “San Rosenkrantz”, a “San Maqueda” y a “San Rosatti”. Pero lo cierto es que ninguno de ellos tiene algo de santo, así que los rezos son en vano.
De ese cuarteto depende que las elecciones pudieran prorrogarse. Pero esa posibilidad es remota aún cuando pueda tener fundamentos para justificar la inconstitucionalidad del llamado a elecciones para el 14 de mayo. Más aún cuando el próximo miércoles la Justicia Electoral provincial ya tendrá inscriptos a todos los candidatos que saldrán a la cancha en aquella fecha.
Muchos opositores se entusiasman con la idea de poder recuperar tiempo y tal vez ir a una contienda electoral en agosto. Para ese entonces tendrán mejor instalados a sus candidatos y además utilizarán como viento de cola los comicios nacionales.
Al contrario, al oficialismo se le estruja el corazón pensando en una instancia como esa, pero no deja de hacer campaña en ningún lugar de la provincia. Todo esto tomó cierta relevancia hace 15 días por la visita de Ricardo Lorenzetti a Tucumán. No soltó prenda sobre lo que podría pasar en la Corte con las dos causas (una por la fecha y otra por la candidatura a vice de Manzur) que esperan despacho en los Tribunales Nacionales.
Más de un opositor se quedó mascullando bronca cuando se enteró de que en más de uno de los paseos del ex titular de la Corte estuvo junto al presidente de la Corte provincial, Daniel Leiva, quien ya puso su firma en favor de lo peticionado por Manzur.
De todos modos, salvo excepciones como la santiagueña, la Corte de la Nación suele no meterse en estas cuestiones provinciales.
Siguiendo la misma teoría manzurista para postularse a vice, algunos alfaristas, más fanáticos que el mismo Alfaro, proponen la idea de que el intendente vaya de candidato a concejal para que, si sale Beatriz Avila intendenta, ella pueda seguir en el Senado y Alfaro volver a la municipalidad, dando un salto desde el Concejo Deliberante. Al fin y al cabo no sería otra cosa que aplicar la doctrina Manzur. Allí no caben los límites constitucionales.
Más allá de estos dislates –algunos terminaron avalados por la Justicia provincial- Juan Manzur va a cuanto acto le proponen pero su cabeza, su estrategia y sus sueños son nacionales. Esta semana que ya nunca más volverá a vivirse, tuvo la presencia de fuertes empresarios nacionales que cenaron en la casa particular del gobernador y luego se fueron. El mensaje de Manzur fue para los dirigentes de la Rosada y del Congreso. Sea Wado de Pedro o Alberto Fernández, Manzur no tiene problemas para integrar una hipotética fórmula nacional para este año.
Visita paradojal
El miércoles no sólo cerrarán las listas, también vendrá de visita la precandidata a presidenta Patricia Bullrich. La lideresa de Pro llegará para apoyar a dos candidatos que no la tienen entre sus preferencias.
Tanto Sánchez, como Alfaro están más cerca de Horacio Rodríguez Larreta que de la mimada de Macri. Sea como fuere, Bullrich será una máscara de oxígeno que caerá sobre las cabezas de la oposición. Contribuirá a combatir el discurso duro que encarna el bussismo envalentonado con la fuerza nacional de Milei. Al final, Ricardo Bussi y su Fuerza Republicana terminarán minando a la oposición, como viene ocurriendo desde hace varios lustros. Bullrich contribuirá a echarle flit a esos discursos. Será una más de las paradojas argentinas ya que la precandidata a presidenta es quien mejor se lleva con el disruptivo –y a veces antidemocrático- Milei.
Milagros, no
Bullrich puede hacer fuerza, pero no milagros. Juntos están más juntos por necesidad que por el cambio. Estos días cuando entraban al whatsap el video de campaña de la candidatura a gobernador de Sánchez, más de un alfarista se sintió humillado al ver que el uno y el dos no aparecen juntos, salvo en el segundo final y porque pegaron una foto en la que aparece Alfaro sobre las imágenes filmadas. Tampoco se ven afiches de la fórmula gubernamental. En la oposición todo se hace contrarreloj.
La subrogancia tan querida
En el peronismo todos quieren mostrar que tienen el acople más grande. Eso implica armar la mejor estructura para los comicios del 14, sacar más votos y así sentarse en la Legislatura para exigir algunas cosas. El trofeo mayor es la presidencia subrogante de la Cámara que en realidad es convertirse virtualmente en vicegobernador. Nadie cree que Manzur vaya a aguantar demasiado en ese sillón. Ya lo demostró en otras oportunidades en la que abandonó el sillón tucumano por el nacional.
En el Oeste el acople oficial de Sergio Mansilla está en una durísima pelea contra el acople jaldista de Regino Amado y contra el que conduce Juan Antonio Ruiz Olivares y encabeza Roque Tobías Alvarez.
Es que en el oficialismo todavía quedan resabios de aquellas épocas en las que se tiraban con el oflador y no sabían dónde ponerlo. Ahora Manzur y Osvaldo Jaldo no paran de abrazarse y de intercambiar loas, pero son sólo eso, no certezas para los dirigentes que quieren estar tranquilos en el futuro.
En la sección Oeste picaron en punta los intendentes Carlos Gallia y Carlos Najar, de Lules y de Las Talitas, respectivamente, pero pareciera que las energías con las que largaron se fueron consumiendo con el dengue, especialmente en el municipio luleño.
En el Este la pelea más dura la protagonizan el jaldista Darío Monteros y el manzurista Jorge Leal, mientras que la Capital será la madre de las batallas donde todos los candidatos tradicionales intentarán revalidar sus títulos. De lo contrario, comenzará el ocaso para los que no puedan llegar.
Ministros en juego
Manzur, el jefe de campaña, ordenó que los ministros salgan a jugar el partido y cada uno va terminando de hilvanar sus acoples. Algunos han conseguido encabezar sus listas como Carolina Vargas Aignasse o Fabián Soria. Otros, como Juan Pablo Lichtmajer, se han llevado previa esta materia. El titular de Educación iría en segundo término en una de los acoples que impulsa el diputado bancario Carlos Cisneros. En las lides políticas no ven con buenos ojos que un ministro suba al escenario como actor secundario y no como principal. Algo parecido ocurre con el presidente del Ente de Turismo, Sebastián Giobellina, aunque él encabeza una lista, pero de concejales por la Capital. En el mismo laberinto aparece perdido el ministro de la Producción, Alvaro Simón Padrós, que bregará por una banca de concejal en Yerba Buena.
La piña
Las brutales diferencias que separan la vida de la sociedad y que dan en llamar grieta se va convirtiendo en una engañosa anestesia. Los hechos ocurren y cada sector toma su partido, insulta, agrede y se queda parado de un lado de la línea. Nadie se anima a cruzarla. Ni hablar de intentar un abrazo con el otro. Así se disimulan y olvidan hechos que son de una gravedad democrática suprema.
La piña a Sergio Berni no puede ser algo aceptado ni mucho menos justificado. Se trata de un ministro. Es un funcionario central de la provincia trascendental en todo sentido en el país. Apenas recibió el primer puñetazo ya se estaban dictando los comunicados agrietados. Por un lado la oposición advertía que la sociedad ya no tiene más paciencia y por el otro, el oficialismo lanzaba la teoría de la conspiración. Era una oportunidad de encuentro de unos con otros en defensa de una democracia hastiada de dirigentes políticos egoístas. Una democracia necesita de líderes que militen el disenso pacífico y el diálogo. Nada de eso ocurrió ante este agravio institucional.
La trompada es un síntoma más que los dirigentes políticos no pueden soslayar y menos aún sorprenderse, especialmente en Tucumán. A diario, salen a caminar la provincia en busca de un voto. Cuando vuelven traen en sus bolsillos menos plata porque repartieron aunque más no sea para hacer un asado, pero también llegan vapuleados después de haber palpado el enojo que tiene la sociedad con ellos. Algo que hábilmente aprovechan algunos como Milei.
La pobreza es la enfermedad que no saben cómo curar en esta campaña cargadas de médicos como antaño fue de contadores. Los candidatos llegan a fumigar para matar a los mosquitos asesinos que inoculan dengue, pero no propuestas certeras –y sinceras- para mitigar el hambre.
Un caballo o un voto
“¡Un caballo! ¡Un caballo! ¡Mi reino por un caballo! El rey Ricardo III grita desesperado en la última escena del quinto acto de la tragedia de William Shakespeare. Será en vano. Habrán sido sus últimas palabras en la última batalla. Sin caballo y sin reino, Enrique III abdica a la vida. En la gran batalla del 14 de mayo pareciera que a los políticos tucumanos se les fuera la vida. Los millonarios aparatos electorales son las espadas y los arcabuses de antaño. Eso les asegura el triunfo final. Las miserias electorales y la desesperación por un voto costoso reviven la imaginación y la pluma de Shakespeare en esta realidad tucumana.