El Vía Crucis es una de las principales actividades de Semana Santa. Esta devoción se lleva a cabo durante el Viernes Santo y está centrada en los Misterios Dolorosos de Cristo, en los que se recuerda el recorrido que realizó Jesucristo desde su condena a muerte hasta el Calvario, lugar donde fue crucificado para salvar al mundo, según la tradición de la religión católica.
El camino de la Pasión de Cristo se divide en 15 estaciones o escenas. Cada una de estas invita a los participantes a un momento de oración, agradecimiento y reflexión; suelen ser acompañadas por una oración y la lectura de diversos versículos de la Biblia.
Además, cada uno de estos momentos tienen un significado, pueden ser interpretados como una suerte de máximas que los fieles seguidores pueden poner en práctica en su día a día.
Primera estación: Jesús es condenado a muerte
Según el Evangelio, después de ser arrestado Jesús fue llevado ante Pilatos, el gobernador romano de Judea, quién lo interrogó y declaró que no encontraba ninguna culpa en él. Sin embargo, debido a la presión del pueblo y de los líderes religiosos, Pilatos finalmente condenó a Jesús a la crucifixión.
Esta estación es considerada como una oportunidad para reflexionar sobre el sufrimiento y la injusticia que Jesús experimentó y también sirve como una invitación para buscar la verdad y la justicia en cualquier situación que pueda presentarse.
Segunda estación: Jesús carga con la cruz
Esta estación del Camino de la Cruz es un recordatorio del dolor y sufrimiento que Jesús soportó en su camino a la crucifixión, así como de su disposición al aceptar el sufrimiento como parte de su misión divina. Luego de ser condenado a muerte, Jesús fue obligado a llevar su propia cruz hacia el Calvario, pero antes de esto, fue azotado y maltratado por los guardias romanos.
También es un momento para meditar sobre las cruces que cada uno carga en su propia vida y cómo es posible encontrar fuerza y esperanza en medio del sufrimiento.
Tercera estación: Jesús cae por primera vez
Camino a la crucifixión, Jesús estaba cansado y debilitado por lo que cayó bajo el peso de la cruz por primera vez.
En este estadío se puede interpretar la caída de Jesús como una representación de los desafíos que cada persona debe atravesar en su propia vida. Es una oportunidad para reflexionar sobre cómo podemos levantarnos después de nuestras propias caídas y luchar por nuestros objetivos y propósitos incluso en la debilidad y el dolor.
Cuarta estación: Jesús encuentra a María
María, la madre de Jesús, se encontraba en Jerusalén durante la pasión de su hijo y se reunió con él en el camino al Calvario.
Puede considerarse este misterio como una oportunidad para reflexionar sobre el dolor que María, en su rol de madre, pudo haber sentido al ver a su hijo cargando la cruz hacia su muerte.
Quinta estación: Simón de Cirene ayuda a llevar la Cruz de Jesús
Mientras continuaba la procesión de Jesús hacia el Calvario, los soldados romanos se encontraron con Simón en el camino y lo obligaron a ayudar a Jesús a llevar la cruz.
Este momento puede ser entendido como una enseñanza sobre la importancia de estar dispuestos a brindar nuestra ayuda a los demás en tiempo de necesidad y sufrimiento.
Sexta estación: Verónica enjuga el rostro de Jesús
Una mujer llamada Verónica se acercó a Jesús mientras cargaba la cruz y le ofreció un pañuelo para limpiar su rostro. Según el Evangelio el rostro de Jesús quedó marcado en el paño gracias a su sangre y sudor.
Esta estación puede ser vista como una invitación para reflexionar sobre cómo las personas podemos mostrar compasión y empatía hacia los demás, especialmente en tiempos de dolor.
Séptima estación: Jesús cae por segunda vez
Durante su camino hacia el Calvario, Jesús cada vez más agotado vuelve a caer ante todos los presentes debido al peso de la cruz.
Es una oportunidad para recordar que el dolor y el sufrimiento son parte de la vida humana pero también para motivarnos a levantarnos y avanzar cada vez que nos caemos. Además nos enseña la humildad y nos recuerda que todos somos vulnerables y podemos tener tropiezos a lo largo de nuestra vida.
Octava estación: Jesús consuela a las hijas de Jerusalén
Un grupo de mujeres lo seguía mientras lloraba y se lamentaba por él. Jesús se detuvo y les ofreció palabras de consuelo y sabiduría para ayudarlas a sobrellevar el dolor que están experimentando.
Este misterio invita a reflexionar sobre el papel que podemos desempeñar en consolar a los demás en tiempos de dolor y sufrimiento a pesar de que nosotros también estemos pasando por un mal momento.
Novena estación: Jesús cae por tercera vez
El hijo de Dios cae nuevamente justo antes de llegar a la cima de la colina en la que sería crucificado.
En esta parada, el Evangelio recuerda el sufrimiento extremo y la debilidad física que Jesús experimentó, y abre paso para pensar sobre las debilidades y caídas en la vida de cada uno, y cómo es posible encontrar la fuerza para seguir adelante. Además puede ser vista como una llamada a la perseverancia y a la determinación ya que a pesar de su dolor y cansancio, Jesús sigue avanzando a pie hacia su destino final.
Décima estación: Jesús es despojado de sus vestiduras
Antes de ser clavado en la cruz Jesús fue desnudado públicamente por los soldados romanos, quienes se dividieron sus ropas, experimentando una sensación de vulnerabilidad y humillación frente a su sacrificio por la humanidad.
Este momento puede ser visto como un llamado a la humildad y al despojo de nuestras propias pretensiones y orgullo. Así como Jesús fue despojado de sus vestiduras, cada uno puede despojarse de sus apegos a la riqueza, la fama y el poder.
Onceava estación: Jesús es crucificado
Después de ser despojado de sus vestiduras, los soldados romanos colocaron a Jesus en la cruz y le clavaron las manos y los pies mientras le pegaban latigazos y se burlaban de él. En ese momento, Jesús oró y le pidió al Padre Celestial que perdonara a los soldados que lo habían crucificado porque ellos no sabían que Él era el Salvador.
Con esta escena se conmemora el sacrificio que hizo Jesucristo por la humanidad al entregarse al sufrimiento y a la muerte por la salvación de los demás.
Doceava estación: Jesús muere en la cruz
La tierra quedó cubierta de oscuridad. El Salvador sufrió en la cruz por muchas horas. Finalmente su espíritu dejó su cuerpo, y murió. Cuando esto sucedió, hubo un terremoto que rompió grandes rocas en pedazos y una cortina del templo se partió en dos.
Aquí se conmemora a Jesús por haber entregado su vida para que todos puedan acceder a la vida eterna. Murió ofreciéndose asimismo como el cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
Decimotercera estación: Jesús en brazos de su madre
La tradición indica que una vez que Jesús falleció, fue bajado de la cruz y entregado a los brazos de su madre, la Virgen María, quien se estaba atravesando un momento de profundo dolor y tristeza. Sin embargo no tuvo que afrontar la muerte de su hijo en soledad, sino que estuvo acompañada de seguidores y amigos de Jesús que la apoyaron en su dolor.
Decimocuarta estación: Jesús es sepultado
Después de haber sido bajado de la cruz y entregado a su madre, uno de los discípulos de Jesús bajó el cuerpo del Salvador de la cruz. Lo envolvió en un lienzo y lo colocó en el sepulcro. Rodaron una piedra grande enfrente de la tumba para cubrir la entrada.
Esta estación da lugar a reflexionar acerca de nuestra propia mortalidad y la importancia de prepararse para cuando llegue la hora de la muerte.
Decimoquinta estación: La resurrección de Jesús
Tal como dice la célebre frase del Credo, Jesús “al tercer día resucitó de entre los muertos”.
El domingo, cuando María y María Magdalena fueron a visitar su tumba presenciaron un terremoto. Ambas vieron a un ángel acercarse; este movió la enorme piedra que protegía la entrada al sepulcro mientras las invitaba a pasar diciéndoles que no debían tener miedo porque Jesús había resucitado y había ascendido en cuerpo y alma al Reino de los Cielos.
Para los creyentes, la resurrección confirma el origen divino de Jesús, da la esperanza de la vida eterna y los reconcilia con Dios.