En todas partes se habla del futuro de Lionel Messi. En Francia ya se da por seguro su “divorcio” con PSG; en España corren los rumores de una posible reconciliación entre Barcelona y el futbolista más importante de su historia; en EEUU se ilusionan con un volantazo del capitán argentino hacia la comodidad de la Major League Soccer y en Arabia Saudita se proponen seducirlo con la táctica que sirvió para convencer a Cristiano Ronaldo: ofreciéndole una montaña de billetes. Exactamente, 400 millones de euros por año es lo que percibirá Messi en concepto de salario si acepta firmar con Al Hilal, el club más poderoso y exitoso de la liga árabe. O sea, unos 33 millones de euros por mes. El doble de lo estipulado en el contrato de Cristiano con Al Nassr (500 millones de euros por dos años y medio), que ya de por sí es una cifra gigantesca.
Detrás del poderío económico de Al Hilal está el gobierno saudí, muy interesado en contar con Messi para darle mayor difusión a su liga nacional mediante el duelo con el portugués y fortalecer sus aspiraciones a ser sede de un Mundial como su vecina Qatar. Sin embargo, a Messi plata no le falta y hoy por hoy su interés pasa más por seguir jugando a nivel competitivo en alguna liga europea. Su condición de campeón como figura del Mundial y sus -a pesar de las críticas- muy buenas estadísticas en PSG lo avalan en su pretensión de postergar el retiro hacia una competencia menos exigente.
Por ahora todo es incertidumbre. Messi ya no se siente cómodo en PSG, por falta de un proyecto ganador, por su cada vez peor relación con los hinchas y por la prioridad que se le da a Kylian Mbappé, cuyo sueldo es del doble que Messi. Si en París aún tienen prioridad es solo por falta de alternativas concretas. Lo de Barcelona es más ilusión que otra cosa: el deseo de recuperar a su mítico 10 choca con las limitaciones del fair play financiero. Incluso sin Messi, el club catalán debe bajar significativamente su masa salarial. Y otros clubes con recursos como para ficharlo prefieren destinar sus millones a jugadores con mayor proyección antes que a uno de 35 años. Por más que sea el mismísimo Lionel Messi.