El oficialismo y la oposición transitan la campaña electoral con sus preocupaciones a cuestas. En el Frente de Todos un ojo está puesto en la Corte Suprema de Justicia de la Nación y otro en las eventuales traiciones de territorio; y en Juntos por el Cambio todos se preguntan lo mismo: ¿hacia dónde vamos? La angustia, por estas horas, camina de la mano de cada dirigente.
Aunque todos coinciden en que el sprint final de la campaña tomará impulso luego del receso por Semana Santa, la realidad es que todavía hay demasiados asuntos irresueltos dentro de cada espacio. Por eso, a 43 días de los comicios, hay cuestiones básicas que paralizan. En el opositor Juntos por el Cambio se dan los ejemplos más concretos de esa inmovilidad. Al punto que hay una pregunta esencial que nadie en ese espacio saber responder: ¿cuál es la estrategia?
En rigor, hay quienes se preguntan si es que hay alguna estrategia establecida en JxC. Ocurre que tras el acuerdo por la fórmula entre Roberto Sánchez y Germán Alfaro no se establecieron pautas mínimas para la organización del frente electoral. En efecto, ni siquiera se constituyó una mesa de acción política o de definición de prioridades. Una muestra es el desaguisado por el armado de los acoples. ¿Cuántos se permitirán? ¿A quiénes? ¿Bajo qué criterios? Para responder esas dudas lo primero es saber a qué apunta esta alianza en cada una de las tres secciones electorales y cuáles son las perspectivas reales de competencia. Pero nada de eso ameritó conversaciones formales. Lo único que se escuchan son rezongos aislados que se multiplican. Una suerte de anarquía que se derrama y que mantiene aterrados a los dirigentes.
Pizarrón y nada más
¿Quién piensa en Roberto Sánchez? Aunque resulte insólita a esta altura de la campaña, la pregunta está en la cabeza de una mayoría de los integrantes de Cambiemos. Desde aquel lunes en el que Alfaro confirmó su decisión de bajarse de la postulación a gobernador, el diálogo con Sánchez ha resultado difícil.
Con toda lógica, desde entonces el intendente cedió el protagonismo al radical. Ahora, ¿Sánchez lo asumió? La falta de cohesión es palmaria. Bastan los dedos de una mano para contar las salidas que concretaron juntos en este tiempo y la imposibilidad de exhibir una línea de acción en conjunto ya es admitida por el sanchismo, que observa a Alfaro focalizado en apuntalar a Beatriz Ávila en San Miguel de Tucumán –como aquel pizarrón sólo con acoples alfaristas- y en reforzar la campaña en la sección este, donde la mayoría de los candidatos legislativos, municipales y comunales le responden. Cierto es que en el Oeste la responsabilidad casi plena recae en Sánchez: fue intendente de Concepción, allí cuenta con trabajo territorial y un aliado en Yerba Buena con Mariano Campero. Lo curioso es que en el piedemonte es donde más brotan las internas.
De manera evidente, las prioridades del alfarismo están hoy delimitadas. En ese marco se inscribe el viaje a Buenos Aires del jefe municipal para mostrarse con el ex presidente Mauricio Macri. Sorprendió por el momento del mitin, y porque la relación entre el líder del Partido de la Justicia Social y el referente del PRO tuvo chispazos que habían dejado secuelas, como aquel fuerte cruce por redes sociales entre Macri y la senadora Beatriz Ávila, que incluyó agravios de uno y de otro lado.
Ahora, de la mano de Pablo Walter -que ofició de fotógrafo del encuentro-, el líder del Partido de la Justicia Social parece estar dando un giro dentro de la interna del macrismo en el país. El ex mandatario viene de anunciar que no será candidato a presidente este año, aunque se posicionará como el gran elector dentro del PRO y quienes lo conocen aseguran que su preferida, hacia las Primarias de agosto, será Patricia Bullrich. Una pista es lo que dijo a la prensa tras su anuncio: apoyará en las PASO a quien garantice “más un cambio”. Alfaro, que venía recostado en el hombro de Horacio Rodríguez Larreta, puede haber abierto una ventana para el ingreso de una ventisca diferente a su búnker político.
Bar al paso
La mañana del jueves había arrancado con nubarrones, el marco ideal para el café que se debían los protagonistas. Sánchez y Sebastián Murga hicieron una parada en La Garza antes de continuar viaje hacia La Ramada para la inauguración de la exposición rural de Apronor. A la espera del pedido, el armado de los acoples y el futuro de la coalición monopolizaron la charla.
CREO, el novel espacio político que lidera el titular de la Sociedad Rural, se mantiene en una disyuntiva que intranquiliza a más de uno. Puertas adentro, Murga contiene las presiones y apuesta a que la decisión de hacerse a un costado para posibilitar el acuerdo con Alfaro se vea traducido en un trabajo por la llegada de Sánchez a la Casa de Gobierno. Sin embargo, la paciencia se agota y no hay nada cerrado. Para el camperismo, fundamentalmente, la decisión que adopte CREO es vital: el acuerdo entre Sánchez y Alfaro involucra a Yerba Buena, uno de los municipios en donde se pactó que no haya rivales internos para Pablo Macchiarola, el delfín de Campero para la sucesión. Ahora, ¿hay chances de que finalmente CREO salga por fuera de Juntos por el Cambio? Muchísimas; es una opción que está en la mesa de todas las conversaciones que involucran a los empresarios ligados a este partido. Son quienes más insisten para que Murga focalice el crecimiento de CREO en Yerba Buena, y para eso necesitan que se postule para conducir la Ciudad Jardín.
Por lo pronto, el café terminó con reproches y lamentos por las dificultades para armar los acoples. Y por el individualismo que hoy marca el rumbo de Juntos por el Cambio y que condiciona su futuro inmediato. Los nubarrones con los que ingresaron al salón de la estación de servicio, cuando salieron, permanecían allí.
Atentos a Tafí del Valle
El oficialismo, aunque se muestra más activo, también carga con sus penurias de la campaña. La principal fuente de incertidumbre es la decisión que pueda tomar la Corte de la Nación sobre el futuro de Juan Manzur. ¿Estará finalmente en la fórmula como candidato a vicegobernador?
Muchos peronistas coinciden en que, desde su regreso al Poder Ejecutivo, el gobernador es otro: se muestra ensimismado, alejado de la rosca nacional que tanto lo apasionaba y distante de la cotidianeidad de la gestión local. Su preocupación, especulan, es el desenlace de las causas abiertas contra su postulación. Es lógico, un fallo desfavorable condicionaría su futuro político y el espejo de Santiago del Estero es inevitable. Claro, cuando el máximo tribunal frenó la reelección de Gerardo Zamora un par de semanas antes de las elecciones de 2013, el líder del Frente Cívico de esa provincia tenía ya con rodaje a su esposa, Claudia Ledesma Abdala. Manzur, en cambio, no cuenta con un referente de su entorno que le garantice fidelidad para un escenario de una eventual devaluación de su figura. ¿Se atrevería el médico –llegado el caso- a jugar la carta de su esposa, la empresaria Sandra Mattar Sabio? Habladurías que comenzaron a repetirse en algunos cafés cercanos a la Casa de Gobierno.
Mientras tanto, el manzurismo prefiere confiar y se aferra a la lógica para mantenerse expectante. Esta indica que en medio de un feroz enfrentamiento con el kirchnerismo, los vocales de la Corte difícilmente pretendan abrir un conflicto con los gobernadores del peronismo. El sostén político, en esta instancia, es clave. En particular porque está abierto el proceso de juicio político en contra de los magistrados en el Congreso, y el voto de diputados y eventualmente de los senadores será determinante. Muchos de los legisladores nacionales, por caso, responden directamente a los mandatarios. Es una llave de negociación, para unos y otros, imposible de subestimar.
Más allá de ese optimismo en el Frente de Todos local, las especulaciones signan el pulso de la campaña y mantienen a todos nerviosos. Por ejemplo, en la semana que pasó el revuelo lo generó la presencia de Ricardo Lorenzetti en Tucumán. ¿Hubo algún contacto con la Casa de Gobierno? Nada de eso, aseguran los manzuristas. No obstante, no pasó desapercibido que el vocal de la Corte haya descansado el fin de semana pasado en el hotel que La Bancaria, del influyente diputado Carlos Cisneros, tiene en Tafí del Valle. Dicen quienes lo vieron que el juez se movió como un turista más en los Valles, en contraste con los oficialistas y opositores que se comen las uñas tejiendo hipótesis y fábulas para justificar sus preocupaciones.