“¿Alguien, por una cuestión de la vida cotidiana, tuvo que distinguir hoy entre una planta monocotiledónea de una dicotiledónea? ¿Alguien tuvo que recordar el número de caídos de alguna batalla?”. La pregunta –irónica- del psicólogo Lucas J. J. Malaisi en su charla TedxMendoza provocó risas y reflexiones porque a ellas le seguían las preguntas: “¿alguien tuvo que lidiar con alguna emoción hoy? Si tenés hijos, pareja, o al salir de casa a trabajar, seguramente enfrentaste muchas emociones hoy”, explicó el psicólogo promotor de la Ley de Educación Emocional en las escuelas argentinas, especialista y presidente de la Fundación Educación Emocional.
Al momento de la charla, la Ley todavía no había sido aprobada a nivel nacional. En 2018 se hizo y Tucumán fue la quinta provincia en adherirse a esta legislación que creó un programa a nivel nacional que busca desarrollar, mediante la enseñanza formal, cada una de las habilidades emocionales.
Las emociones son energía y duran -según indica la ciencia- 90 segundos. Ese es el tiempo en que le toma al cerebro procesar una emoción y reaccionar a ella. El miedo, por ejemplo, nos permite estar alertas: pelear o huir. Manejar las emociones a lo largo del día –y de la vida- es sumamente importante. “Las emociones llegan sin pedir permiso y están siempre presentes. Manejarlas adecuadamente marca una diferencia en la calidad de vida de las personas y de la sociedad”, dijo Malaisi quien publicó recientemente el libro “Nutrición Emocional” (Sello Paidós, Ed. Planeta). “Hablo de Nutrición Emocional porque siempre estamos expuestos a ellas y tenemos que conocer cómo nutrirnos emocionalmente y qué es tóxico para cada uno de nosotros. Es como con la comida. Una buena nutrición emocional fortalece el amor propio”, destacó.
- ¿De qué se trata la pirámide de nutrición emocional que planteás en tu libro y que ilustra la tapa?
- Tomé como referencia la pirámide de alimentos -que ya no se usa- pero lo hice para transmitir todos los nutrientes emocionales que necesitamos para desarrollar una autoestima saludable. La base de todo, es el amor que significa tratarnos con ternura, aceptarnos tal y como somos, no juzgarnos. Es una aceptación y apreciación plena por el hecho de estar vivos y de ser quienes somos. Otro de los nutrientes es el juego que, en el caso de los niños, es el juego libre, no el enlatado como los celulares o videos juegos. El juego libre es ese en el cual primero me aburro y, a partir del aburrimiento, surge la inventiva en donde se elaboran situaciones traumáticas. Para el adulto, el juego libre es vivir con un propósito, hacer lo que uno ama, eso que nos apasiona. Tener un propósito de vida es importantísimo para la autoestima.
Otro de los nutrientes son los límites que contribuyen al crecimiento personal. Los límites en los adultos se dan especialmente cuando somos muy violentos con nosotros mismos: cuando buscamos alcanzar metas que no son propias, cuando buscamos convertirnos en alguien que no somos para lograr una cuota de valoración o aceptación o cuando perseguimos mandatos familiares o sociales. Parte de la nutrición emocional es poner límites, no permitir que nadie defina quiénes somos.
- ¿Qué otras situaciones forman parte de la pirámide?
- Las frustraciones sanas también nos fortalecen. Cuando somos chicos está bien perder en un juego o no hacer bien la tarea y no querer hacerla. La vida del adulto está llena de frustraciones y funcionan como las vacunas: si te vas frustrando con pequeñas dosis a lo largo de la vida, cuando la frustración sea grande, vas a estar preparado. Pero, si nunca te frustraste, cuando te frustres porque no conseguís el trabajo que querés, va a ser un golpe muy grande. Las frustraciones nos ayudan a hacer resilientes. Otro elemento fundamental de la pirámide de la nutrición emocional son los deberes y obligaciones que contribuyen a una autoestima sana. En niños, es cumplir con sus tareas, colaborar con cuestiones simples en casa y esas cosas. A los adultos les digo que todos los días hagan un poquito de algo que te acerque a ser la mejor versión de vos mismo. Eso luego se convierte en un hábito, y el hábito en una virtud que genera circunstancias muy prósperas. Por último, las ideas empoderadoras habla de todo nuestro sistema de creencias que, a veces, nos frena. Tenemos que aprender a desactivar las creencias limitantes que se instalan y nos hieren. Todos somos valiosos.
-Ahí hablás de las “prótesis emocionales”, ¿a qué te referís con eso?
- Las prótesis emocionales son extensiones de la persona -puede ser una camioneta, una casa o hasta una pareja- es decir, no es un problema tenerlas sino el apego y la fusión que desarrollamos a ellas. Es creer que somos eso: la casa que tenemos, el auto, los viajes que hacemos. Algunas personas se definen en base a eso, por su físico o belleza y no valemos por eso. Nuestra valía es universal y eterna. Ya la tenemos por el solo hecho de estar vivos. Por esto sólo queda amarse, aceptarse y vivir pensando en nuestro propósito de vida, sin necesidad de demostrar nada para ganar ningún afecto. A las “prótesis emocionales” las vamos a perder.
- ¿Cómo saber si estamos brindando a los chicos de tener una autoestima fortalecida?
- Si un chico tiene la autoestima sana y cree en sí mismo, los problemas serán pasajeros. Tendrá confianza. La base de la nutrición emocional es el trato recibido de los padres. Los padres sobreprotectores meta comunican que el chico no es capaz. Los controladores o abandónicos meta comunican que el niño no es valioso y aprende a no valorarse, a no amarse. Es fundamental la propia autoestima de los padres: que se amen a sí mismos para que ellos puedan dar amor. Si no se aman a sí mismos, no pueden desarrollar un vínculo amoroso de desapego. La autoestima en los niños se genera en tres direcciones: por el amor recibido de los padres, por el amor que se daban entre ellos y el amor entre toda la familia.
- ¿Qué es la “Ley de Valía Universal”?
- La Ley de Valía Universal instala la creencia de que somos valiosos por el solo hecho de existir, que ese es el verdadero significado de amor. Todos nosotros somos merecedores de amor por el solo hecho de existir. Esto es muy importante porque todos aprendimos un amor condicionado: si me das algo que me interesa, te quiero. En el libro hago un reentrenamiento de amarnos siempre: tanto en las buenas y -sobre todo- en las malas. La estrategia es aprender a amarnos, especialmente, cuando cometemos errores y hay dificultades.