“Historia de terror” de Shakespeare, llevada a los Valles Calchaquíes

“Historia de terror” de Shakespeare, llevada a los Valles Calchaquíes

El grupo Bardos de Altura estrena “Monte”, la versión de Guillermo Montilla Santillán de la universal tragedia “Macbeth”. La grieta

UN DESTINO ANUNCIADO. Los personajes de “Monte” son anoticiados de lo que el futuro les tiene reservado.

“Corren tiempos oscuros para la patria. El general Juan Lavalle gobierna con mano dura tras el infame fusilamiento de Dorrego y las provincias se levantan en armas. En los valles tucumanos el caudillo y estanciero Calixto Domínguez suma sus fuerzas a la causa de los federales y combate a los traidores hasta alcanzarles la derrota. Tras la batalla, dos de sus bravos capitanes son interceptados por extrañas apariciones que les vaticinan un glorioso futuro: a Monte la potestad y el derecho sobre las cuatro estancias; a su compadre Quiroga ser padre de un linaje de grandes. Luego, Monte y su mujer ponen en marcha un plan que acorte distancia entre ellos y su Destino, a través de un camino de horror, de sangre y de muerte”.

Así anuncia el grupo Bardos de Altura la sinopsis de “Monte”, la versión que Guillermo Montilla Santillán hizo del “Macbeth” de William Shakespeare y que se estrenará hoy a las 22 en La Sodería (Juan Posse 1.141). El autor también dirige y protagoniza la puesta, junto a Sergio Paz, Mariano Barrionuevo y Lucas Ávila, con escenografía y vestuarios de Domingo Beltrán y Bernarda Ladetto. “Queremos ver si una obra gauchesca en 2023 puede conectar con el espectador”, le anticipa Montilla a LA GACETA.

- ¿Qué te inspiró de “Macbeth” para hacer esta versión?

- De todas las tragedias del bardo, es una de las que más me cautivó, desde el comienzo. Su ambiente oscuro, sórdido, la presencia de lo mágico y lo sobrenatural, la intensidad de sus personajes, su universalidad y una trama que utiliza todos estos elementos para ponerlos en disposición de una Historia con mayúsculas, son de una consistencia incontestable.

- Pasás de Escocia a los Valles Calchaquíes...

- Su universalidad fue la que me llevó a pensar que la obra tenía un alma vallista. Me ha sido siempre sencillo encontrar en la tragedia de Macbeth el paisaje y la cultura de Tafí del Valle, su música y su copla, tan sitiadas por una complicidad voraz entre terratenientes y citadinos que -otrora como hoy- quieren dictar el destino del lugar y posiblemente apagar su cultura. Me llevó mucho tiempo animarme a ponerla en escena, encontrar la manera de contar una historia que ya de por sí es buena. Si te aburrís con Macbeth, es porque está mal contada. Shakespeare como Lionel Messi te hacen un pase perfecto.

 - La ambición por un poder absoluto, ¿es un mal universal? ¿Cómo se lo combate?

- La ambición -a secas- es un mal de la especie. En su etimología refiere al acto de merodear, de rodear algo, alguna cosa. Tan fiero es el pulso ambicioso en el ser humano que ha logrado torcer su significado, manosear su sentido. Decimos: es un empresario ambicioso, un empleado ambicioso, un proyecto ambicioso, como ejemplo de tesón y no, es merodear como el animal al acecho de algo, por la tenencia de algo, por su posesión. Negar que nos habita es de todos los caminos, el peor. Y entonces aparece Shakespeare y nos encuentra en una historia que nos remonta a la memoria primitiva, para que no olvidemos que está en nosotros.

- ¿Qué enseña Shakespeare a la hora de escribir?

- Lo que le pidas. Primero porque sus historias no tienen intención didáctica. No tienen pretensiones de enseñar. Son buenas historias y punto. Su pluma es exquisita y él sabía encontrar el alma de la palabra, es cierto, pero si le quitáramos su frondoso discurso, la historia seguiría siendo increíble. La acción, la intriga, los giros y entre todo eso, asomando, las grandes preguntas existenciales y alguna que otra verdad.

- ¿Existió Calixto Domínguez? ¿Hubo más de uno?

- En el proceso de versionar la obra le puse mucha atención a los nombres y a los roles de los personajes. Fue de lo más complicado. Duncan es rey en la obra original, lo más cercano a un rey en los valles era un estanciero. Así que Duncan era un estanciero… buena gente (ríe). En el valle hubo y hay más de un Calixto y más de un Monte y deciden gran parte de su destino para bien o para mal. Y hay un pueblo, un pueblo hermoso que sufre, que entiende mejor que nadie y que resiste.

- ¿Hay una condena argentina para vivir siempre en la grieta, ya desde unitarios-federales?

- Dos visiones de país que no encuentran ninguna posibilidad de negociación; por ahí pienso que se reduce a eso simplemente. Porque, ¿cómo se negocia eso? Hay quienes queremos una América de y para los americanos y hay quienes no. ¿Cómo se negocia el anhelo de San Martín, de Belgrano o de Güemes? Es difícil. Yo no sé porque prendió tanto la palabra grieta. Asumo que los medios ayudaron a que se instale. Según la RAE, grieta es una “hendidura alargada que se hace en la tierra o en cualquier cuerpo sólido”. Yo pienso que en la Argentina nunca hubo un cuerpo sólido, sino dos. Dos visiones políticas diferentes y contrapuestas y una frontera en continuo conflicto.

- En unos días llega Pompeyo Audivert con su versión en “Habitación” Macbeth y luego Carlos Correa estrena la propia con el Estable. ¿Está de moda?

- Tengo la ocurrencia de que la obra aparece porque el tiempo la reclama, porque tiene cosas que decirnos, ahora, y a los argentinos particularmente. Se me ocurre que, si el espectador puede superar la bruma de la estética y el estilo de las puestas en escenas, si puede entrar en comunión con la voz antigua de esta historia, va a entender el por qué, sin necesidad de que nadie se lo explique.

 - ¿Cómo encaraste el proceso creativo?

- Puse especial atención en la fuerza del grupo: un músico y poeta excepcional como Mariano, un bailarín atravesado por el circo como Lucas y un actor comprometido y con oficio como Sergio. Y a la par dos plásticos magníficos como Bernarda y Domingo, un diseñador de la hostia como Javier Vázquez. Es un grupo perfecto. Esa suma da Monte. De esa rara alquimia surgió la mística. Acordamos un norte claro y no negociable. Lo más importante era la historia. Y es una historia de terror. Es una historia de aparecidos, de asesinatos, de brujas. Es una historia de locura, de un mundo sin Dios. Nosotros encontramos una voz en la tradición argentina para contarla como la entendemos, el público dirá si la entendimos bien.

 - ¿“Monte” es un proyecto aislado o forma parte de una saga que estás trabajando?

- Con “Monte” hacemos carne la compañía Bardos de Altura que tiene por base Tafí del Valle. Los que la vamos componiendo hasta el momento tenemos como anhelo recuperar la épica nacional y popular argentina. Queremos hacer girar talleres en diferentes disciplinas artísticas, charlas, debates. La mayor parte de nuestras funciones las estamos proyectando para los Valles Calchaquíes y para su gente.

- No es tu primer Shakespeare, ¿por qué es un autor recurrente en tu trabajo?

- El amor, como todo aquello que está más allá de la palabra, no tiene explicación. Antes me preguntaba mucho, hoy ya no me importa. Lo quiero porque lo quiero y no me he arrepentido de quererlo nunca.

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