Por Víctor J. Elías
Para LA GACETA - TUCUMÁN
Las crisis económicas argentinas (Sudamericana), libro escrito por el destacado economista argentino Miguel Kiguel, con la colaboración de su hijo Sebastián, presenta una excelente discusión de las crisis económicas argentinas en los últimos 70 años (1946-2015). Señala que la Argentina tiene un récord de crisis a nivel mundial y que las mismas fueron cada vez más profundas. Destaca que mientras las crisis pasaron a ser un hecho extraño en el mundo, en la Argentina siguen siendo una parte normal de su marcha económica.
Las crisis fueron de distintos tipos, por diferentes causas y se cometieron muchos errores de política económica para enfrentarlas. Según Kiguel, Argentina experimentó tres tipos de crisis económicas: las primeras de balanza de pagos conocidas como “stop and go”, las cuales fueron las más simples y menos disruptivas; las segundas del tipo macrofinancieras, recesivas con crisis bancarias y de deuda -siendo más complejas de sobrellevar-; y las terceras, las hiperinflacionarias. Recuerdo que hace 15 años en una reunión en homenaje a Rolf Mantel, organizada por Mario Blejer (quien prologa el libro) en la Academia Nacional de Ciencias Económicas, me tocó participar en un panel con Miguel Kiguel sobre el tema de las crisis argentinas. Allí Kiguel mencionó que la peor crisis es la que le toca a uno vivir como funcionario público.
Causas
Como causas directas identifica al atraso cambiario, a la mala respuesta a los shocks que provienen del contexto internacional, al persistente déficit fiscal, y a la incidencia de la deuda pública. Dentro de los errores de política económica enumera al mal manejo de algunas variables económicas como ser tipo de cambio, déficit fiscal y política monetaria; como tanto o más relevante a la velocidad en que los sucesivos gobiernos pasaron del neoliberalismo y la ortodoxia al progresismo y la heterodoxia; y finalmente a la falta de consensos básicos sobre temas fundamentales, tales como ser grado de integración de la Argentina al mundo, los roles del mercado y del Estado, en cuánto y en qué gastar los fondos públicos, y de qué manera financiar los déficits fiscales.
El libro es fruto de diversas investigaciones del autor, interactuando con destacados especialistas del tema, como Michael Buno, Guillermo Calvo, Vittorio Corbo, Stanley Fischer y Nissan Leviatan, y de su experiencia acumulada en diversos cargos en organismos nacionales e internacionales. El libro se concentra en las crisis porque considera que es el nivel más elevado de disrupción de la actividad económica y en el país parece haber sido más una regla que una excepción.
Ingredientes
En el primer capítulo titulado “Argentina: un país explosivo” describe las diversas crisis económicas registradas en el período 1946-2015, haciendo énfasis en sus características y causas. Las crisis tienen distintos ingredientes y se fueron haciendo cada vez más profundas. Las crisis de balanza de pagos se incubaban en los períodos de expansión y las devaluaciones eran instrumentos efectivos para salir de las mismas. Las crisis macrofinancieras se generan por las desregulaciones del sector financiero y las devaluaciones a veces no ayudan a salir de las crisis; son crisis más difíciles de resolver y las recuperaciones posteriores son lentas. Las crisis se hicieron más profundas por el aumento de la dolarización de la economía.
El segundo capítulo describe el período de crisis de balanzas de pago, en donde se registraba una inflación moderada, la política desarrollista vía la industrialización con menos incentivos al sector agropecuario, el comienzo de la utilización de la fluctuación administrada del tipo de cambio (“crawling peg”), y el ajuste vía devaluaciones.
Del Rodrigazo al 2001
El capítulo tercero analiza las tres grandes crisis registradas en el período 1970-1990: el Rodrigazo (el diputado por Tucumán Cárdenas parece ser el que acuñó este nombre), la crisis de deuda y la hiperinflación. Sus causas, dinámica y consecuencias fueron muy distintas. Hubo una combinación de errores en el diseño de la política económica. El proceso para bajar la inflación se tornó complejo, salvo en el caso de la hiperinflación. El proceso inercial hacía difícil bajar la inflación a pesar de la baja en la emisión monetaria. Las devaluaciones no fueron efectivas en recomponer las reservas. Pareciera que la hiperinflación de fines de la década de los 80 fuera una continuación de la primera crisis macrofinanciera de 1982.
Los años 90 y la gran crisis del 2001 se encaran en el capítulo cuarto. Es la década de la convertibilidad, un plan similar al aplicado en 1923 en Alemania para detener la hiperinflación. El mecanismo de dolarización si bien hace más fácil que funcione un programa de estabilización, después se hace más difícil salir. El final de este proceso aparece con el corralito, pero ya antes estaban los ingredientes de elevado déficit fiscal, el tamaño de la deuda pública, la caída del precio de las exportaciones, y -según Kiguel- el talón de Aquiles que crea la dolarización de la economía. Se pregunta al final si se pudo hacer algo y por qué fue profunda. Vuelve a destacar el riesgo que crea el alto grado de dolarización financiera. La crisis de 2001 exhibió todos los componentes de una crisis macrofinanciera y de una depresión económica.
El ciclo K
El capítulo quinto, titulado “La era Kirchernista: de los años dorados al estancamiento económico”, analiza la salida de la crisis del 2001 y los tres subperíodos de la era K: 2003-2007 de alto crecimiento, con superávits gemelos y tipo de cambio alto, 2008-2011 de alta desaceleración del crecimiento con errores de política económica, y el del 2012-2014 de estancamiento. Considera que hay indicios de una antesala de una nueva crisis pero que es incierto. Parece que sería un tipo de crisis tradicional de balanza de pagos ya que la dolarización y la deuda pública no son altas, pero existe escasez de reservas y atraso cambiario.
Un análisis general de la inflación y en particular el caso argentino es presentado en forma interesante en el capítulo 6. Sostiene que la relación precios-dinero es más compleja de lo que se cree y que existen múltiples causales. Argentina, con una larga historia inflacionaria, experimentó en ciertos períodos el impacto de la inercia inflacionaria por la cual la inflación no bajaba inmediatamente a pesar de la baja en la emisión monetaria. También destaca que no siempre los déficits fiscales y la devaluación generan rebrotes inflacionarios. Bajar la inflación es un gran desafío.
Hace una descripción interesante de los diversos programas de estabilización monetaria y de las causas por las que generalmente no tuvieron éxito. Pareciera que es más fácil parar una hiperinflación que una inflación moderada pero sostenida. Considera aspectos de costos y grado de aceptabilidad de las diversas políticas, las alternativas de gradualismo versus shocks, y las heterodoxias para cambiar las expectativas. Sostiene que las políticas basadas en el tipo de cambio son fáciles de implementar pero que tienen el gran problema de la salida. Recomienda evitar atajos exóticos y el cortoplacismo.
En la parte final ofrece recomendaciones para evitar las crisis resumiéndolas en diez recetas que atacan las razones de los fracasos de política económica enumerados al comienzo.
Si bien clasificar al tipo de crisis puede ayudar a comprenderlas, creo que es mejor hacer un análisis más concentrado y homogéneo en el rol de la conducta del dinero en las crisis suaves y profundas. Los déficits fiscales y/o aumento de la deuda pública responden a diversos motivos que a su vez son variables, por lo que es recomendable fijarse solamente en el comportamiento del stock monetario. El comportamiento de las otras variables responde a ello de diversos modos dependiendo de si las inflaciones son reprimidas o no. Este enfoque pienso que llevaría a reglas más sencillas para estabilizar la economía y a su vez evitar tantos cambios en política económica. Tampoco creo que sea la dolarización la que crea dificultades ya que ello surge de una decisión de los agentes económicos ante la incertidumbre del valor de la moneda local.
El libro expone claramente la conducta de las variables y políticas en los últimos 70 años de la Argentina y es de lectura relativamente fácil. También ayudará a entender qué nos puede esperar en la próxima década. (c) LA GACETA