El crimen de Ulises Benjamín Amaya (4 años) fue uno de los más aberrantes de la última década. En una siesta de invierno desapareció mientras jugaba con otros pequeños en su humilde vivienda. Los habitantes de un barrio donde la pobreza era el denominador común, iniciaron una desesperada búsqueda que terminó de la peor manera. Encontraron el cuerpo del pequeño colgando de un puente. El conmocionante caso, que tuvo repercusión internacional, se cerró con una condena antes de que se cumpliera un año de su muerte. Pero la Corte Suprema de Justicia analizó el fallo y ordenó realizar un nuevo juicio. Ayer terminaron las audiencias, sólo queda esperar el fallo que dará a conocer hoy el tribunal. Los acusadores pidieron que el sospechoso reciba la misma condena y la defensa, que sea absuelto. No importa cuál sea la sentencia, el final generará polémica.
El ataque
De acuerdo al requerimiento de elevación a juicio, presentado por la entonces fiscala Adriana Giannoni, el 8 de agosto de 2019, entre las 15 y las 17, Claudio Alejandro “Cococho” Argañaraz, aprovechándose de su relación de parentesco, cercanía y afinidad, mediante engaños llevó a la víctima desde las cercanías de su domicilio en el barrio Jesús de Nazaret, hasta las inmediaciones de autopista de Circunvalación y canal Norte, en El Colmenar.
Allí se encuentra un antiguo puente peatonal donde tomó al pequeño, le pasó por el cuello un cable coaxial y lo colgó de un gancho de hierro que sobresalía de esa estructura. Luego, fingiendo desconocer lo ocurrido, salió simulando la búsqueda del menor, retrasando y obstaculizando el hallazgo del menor. Los forenses indicaron que el niño, por las lesiones que presentaba, se había defendido hasta último momento. Por eso en un momento se pensó que habría sido víctima de un abuso. Esa teoría quedó descartada con la autopsia.
Una pista
Durante la investigación se elaboraron diferentes hipótesis. Pero la fiscala tomó un camino luego de que una testigo de identidad reservada declarara que ella había visto al pequeño con el acusado caminando cerca del lugar donde fue encontrado sin vida.
En julio de 2020, antes de que se cumpliera un año del crimen del pequeño, comenzó el juicio en contra de “Cococho”. En las audiencias se ventilaron las pruebas que permitieron elaborar la siguiente hipótesis: Argañaraz había asesinado a Benjamín para vengarse de su madre, de la que estaba profundamente enamorado y cuyo amor no era correspondido. Un tribunal, integrado por Fabián Fradejas, Gustavo Romagnoli y Luis Morales Lezica decidieron condenarlo a prisión perpetua. Pablo Cisneros, defensor del acusado, decidió apelar el fallo.
Apelación
Cuando el caso llegó a la Corte Suprema de Justicia, lo primero que hizo el máximo tribunal es separar como defensor a Pablo Cisneros por “afectar severamente el derecho a recurrir de su representado”, Le comunicaron al condenado y nombró a Florencia Pachao Medina para que lo asistiera. La profesional analizó el expediente, lo que pasó en el juicio y realizó numerosos planteos sobre las fallas a la hora de elaborar la prueba que surgió en el debate.
Los vocales Daniel Leiva (preopinante), Antonio Estofán y Daniel Posse, terminaron dándole la razón.
Fallas
Los jueces encontraron las siguientes fallas en el análisis de las pruebas que se ventilaron durante el debate oral:
- La testigo clave dijo que vio al acusado caminando hacia el puente donde fue hallado sin vida a las 16. Sin embargo, la madre María Elizabeth Amaya, la abuela Griselda Amaya y el abuelastro de la criatura Francisco Peñalba coincidieron en señalar que la víctima estaba en su casa con el acusado y otros niños a las 16.20.
- La mujer que fue clave para incriminar a Argañaraz lo reconoció en una rueda de reconocimiento. Sin embargo, Pachao Medina cuestionó esa medida. “Ella declaró que el sospechoso tenía puesto un barbijo, cuando el único rasgo que hizo identificar al imputado, son sus dientes sobresalientes”, destacó.
- La testigo de identidad reservada, señaló que se cruzó de frente con el acusado llevando de la mano a un pequeño, pero no pudo determinar si era una niña o un niño.
- Ninguna de las personas que dieron su testimonio en la audiencia pudieron precisar qué ropa tenía el acusado.
- Tanto la madre como la abuela coincidieron en señalar que Benjamín era un niño arisco y que no seguía a nadie. Explicaron también que si bien es cierto que el acusado era su pariente (medio hermano del abuelastro) el pequeño no le tenía confianza.
- Ante la duda, los miembros de la Corte decidieron volver a realizar una pericia psiquiátrica y psicológica. Los resultados de los estudios fueron determinantes: “su rendimiento cognitivo es equivalente a una red mental de aproximadamente 7 años. Su capacidad de comprensión es elemental y superficial; presenta dificultad para la construcción de síntesis, abstracciones, generalizaciones y visiones de conjunto.… Se observan limitaciones en su capacidad de planificación, no puede establecer una secuenciación temporal y anticipar las consecuencias”.
Con todo estos elementos, los jueces del máximo tribunal resolvieron el 22 de diciembre pasado anular el fallo y ordenaron que se realice un nuevo juicio en contra de Argañaraz.
El nuevo juicio
La primera semana de marzo comenzó el nuevo debate. En esta oportunidad, el tribunal, integrado por Alicia Freidenberg, Guillermo Puig y Patricio Prado comenzó a escuchar nuevamente los planteos de las partes y las declaraciones de los testigos. “Todos se mantuvieron en sus dichos. No hubo ninguna diferencia con respecto al otro debate. Las dudas que observaron los miembros de la Corte se repitieron en esta nueva instancia”, señaló Pachao Medina. “Sí hubo algo muy distinto: en tanto tiempo de haber ejercido la profesión nunca observé a los magistrados estar tan interesados en sacarse algunas dudas, que fueron las mismas que tuvieron los jueces del máximo tribunal de la provincia”, añadió.
Alegatos
La fiscala de Cámara Estela Giffonielo pidió que se lo condenara a prisión perpetua, la misma sentencia que había recibido tres años atrás. Aprovechó la situación en el momento. Es una persona que sabe, no tendrá la misma inteligencia desarrollada como todos nosotros, pero sí sabía lo que hacía. Sí sabía mandar un mensaje amenazante y sí sabía tocar a la señorita dado la obsesión que tenía con ella. Y sí supo aprovechar el momento en el que el chiquito iba caminando solito.
Por su parte, Antonio Lucena, que representa a la querella de la familia, sostuvo: “el imputado fue el último que estuvo con Benjamín mientras él estaba con vida ya que se lo pudo ubicar de forma exacta en el lugar donde se encontró al niño muerto en momentos previos al hecho”. “Se sugirió la pseudo incapacidad de Argañaraz de no comprender la criminalidad del hecho que se le imputa. A la incapacidad se la tiene que demostrar y, en esta oportunidad, no se lo hizo.
Repetición
“Esta defensa fue clara y lo detalló de manera precisa y concreta, Argañaraz no es culpable. No se desvirtuó ni se dijo nada nuevo, se repitió exactamente lo mismo que en el juicio anterior”, sostuvo la defensora del acusado. “Luego de este debate me sorprende que el señor Argañaraz esté sentado a mi par. El MPF no pudo demostrar ni en esta ni en etapas anteriores que el señor Argañaraz mató al niño. Luego de escuchar sus alegatos, coincidentes con los de la querella, puedo decir que son construcciones completamente sacadas de contexto, distorsionadas”, finalizó. (Con colaboración de Micaela Pinna Otero)
Situación desesperante: “En la cárcel los presos lo golpean porque tiene el comportamiento de un niño”
“Siempre estuvo detenido en el penal de Villa Urquiza. No tendría que estar ahí”, sostuvo Florencia Pachao Medina. “Nunca me olvidaré de la primera vez que lo entrevisté luego de asumir la defensa. Ese día, en la oficina de entrevista, me contó que le dolía la panza. Le pregunté por qué y me respondió por los golpes que recibía por parte de los otros internos”, agregó la profesional. Pachao Medina señaló que su defendido, desde que fue ingresado al sistema penitenciario, sufre todo tipo de ataques por parte de los otros reclusos. “Son castigos físicos y psicológicos. No se olviden de que estamos ante una persona que tiene la capacidad mental de un chico de siete años compartiendo espacios con otros hombres que no sólo están bien, sino que se aprovechan de la situación”, dijo Pachao Medina. “Espero que el tribunal tenga en cuenta todos los informes psiquiátricos y psicológicos que se le hicieron en el primer proceso y en este nuevo juicio. Son categóricos porque demuestran que él no pudo cometer el crimen”, dijo
Cautela: la familia de la víctima prefirió conocer el fallo antes de hacer declaraciones
“Disculpame, pero no voy a hablar hasta que los jueces den a conocer la sentencia. Mañana (por hoy) te voy a responder todas las preguntas”, le dijo a LA GACETA María Elizabeth Amaya, la madre del pequeño asesinado hace casi cuatro años. El defensor que representa a la familia de la víctima Antonio Lucen también dijo exactamente lo mismo: hablará una vez que se dé a conocer la sentencia. La que si habló fue la defensora del acusado Florencia Pachao Medina. “Estamos muy conformes con toda la tarea porque, como lo dije en los alegatos, en este juicio no surgió ninguna otra prueba que complique a mi defendido. Se dijo exactamente lo mismo que en el primer debate y que la Corte Suprema de Justicia de la provincia terminó cuestionando”, explicó al finalizar la audiencia de ayer a la tarde. “Creo que aquí deba haber Justicia y la habrá si se absuelve a un inocente. Por supuesto que se debe hacer otra investigación”, finalizó la profesional.