Carlos Duguech
Analista internacional
Xi Jinping deja su despacho en Pekin por tres días para dar un paseo -como hombre fuerte que es en el escenario mundial- por Moscú. Allí lo aguarda ansioso, aunque no se le note por su naturaleza de autosuficiente, otro hombre fuerte, guerrero. Y tan absolutista en su país Putin como el visitante vecino en el suyo.
La guerra en Ucrania que se empeña Rusia en mencionarla todavía un año después con eufemismos, será sin dudas –Putin lo ansía- considerada por el vecino venido de China. Claro que luego de difundir mundialmente su “Plan de paz” de los famosos 12 puntos, seguramente el presidente del gigante asiático traerá en sus maletines algunos borradores.Y, “sí o sí” es natural suponer que en la agenda cobrará prioridad.
No obstante el tema -si bien no central pero que abarca a todos los demás como Ucrania, la producción energética rusa, la militar china, los negocios entre ambos países- es nada menos que los EEUU. Y su pretensión y vocación demostrada en cientos de frentes que es la de seguir aprovechándose del colapso de la URSS y liderar la marcha de los asuntos planetarios desde el unilateralismo. Por su parte, China, con o sin Rusia, tiene la potencia necesaria como para impulsar que Washington cuide sus ovejas occidentales y China (con o sin Rusia) se ocupe de las orientales. ¿Y el plan de paz? El comunista chino convencerá al “capitalista” ruso, muy probablemente.