Carlos Duguech
Analista internacional
Aún los menos informados lo saben y hasta quienes sólo ven casi todo conflicto bélico como una competencia más entre los involucrados. Como si recibieran información top secret: que está en juego -en una guerra- un importante negocio de armas. Sí, se sabe, hay gran destrucción en el territorio invadido de Ucrania. Miles y miles de muertos y heridos: soldados y civiles ucranianos (adultos y niños) y soldados rusos. Y millones de refugiados en otros países y hasta en otras regiones de Ucrania en las que la guerra no se hizo presente, todavía. Mientras suceden los negocios de armas se publica una profusa información sobre cadáveres en las calles, fosas comunes, heridos y gente huyendo de los bombardeos y de la destrucción de edificios, que nos recuerdan las imágenes terribles de la Europa de la IIGM. Prevalece, como un baldón del que no podemos librarnos, aquello de que la guerra, toda guerra, es y genera a la vez negocios a quienes participan, así ni siquiera disparen un fusil o vistan uniforme militar.
Fórmula de los negocios
Mucha atención y cuidados hay que asegurarse. No se trata de un asunto trivial. Es la guerra, con todas sus secuelas, para unos y otros. Pero aquí sobreviene –casi naturalmente- un apotegma mordaz, que tiene las características de la cinta de Moebius; “la guerra es la guerra”. Los primeros pasos están dados por la gestión informativa sobre equipos y modelos de armamentos de “última generación”. (Algún día esto de la “última generación” equivaldrá a la denominación de los sobrevivientes dispersos de una conflagración nuclear). Se suman -como si fueran ferias de automóviles o de moda- las exposiciones que se hacen en el mundo cada año en las que los países productores de armas y equipos bélicos muestran sus nuevas producciones. Y las ofrecen a los compradores, que no son los itinerantes ciudadanos de todos los shopping, sino militares de alto grado y funcionarios de nivel de países potencialmente adquirentes de armas y sistemas de defensa militar. Londres alberga la feria de armas más grande del planeta, Defense & Security Equipment. En ella un medio centenar de ejércitos del mundo exponen su producción de armamentos y sistemas para la guerra. En la última se llegó a exponer más de 1.600 armas y otros aparatos militares. A partir de allí se refuerza el marketing instalando hábilmente las “hipótesis de conflicto”. Aquéllas que hacen suponer probables acciones guerreras que es necesario tener presente y prepararse en consecuencia. Abonado ese terreno pululan las ofertas y los viajes de los militares y funcionarios del área de defensa de los países para cerrar operaciones multimillonarias de equipos bélicos. El circuito se cierra, efectivamente, cuando las hipótesi9s de conflicto se muestran prontas a concretarse.
El comprador
El Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (Sipri, por sus siglas en inglés) emitió un pormenorizado informe que da cuenta de que Ucrania, un comprador “de muy pocas armas” pasó a ser el “tercer comprador mundial”. Claro, las imperiosas necesidades de un país atacado por una potencia como Rusia concitó la “solidaridad” mundial de varias maneras. Casi todas ellas orientadas a crear impacto en Rusia (hay que decirlo: la Rusia de Putin). Con sanciones económicas y trabas a su gestión financiera en buena parte del mundo, muchas de ellas originadas en decisiones unilaterales de los gobiernos y pocas provenientes de organismos internacionales. El caso de EEUU es típico de los que se aprovechan de la situación para decidir unilateralmente, ganándose por ello –suponen- el reconocimiento de su primacía como superpotencia en el contexto mundial.Fueron 29 países los que durante 2022 equiparon militarmente a Ucrania. Ello convierte al país invadido en el tercer importador mundial de armamentos en 2022. Un cliente de excepción en la mira de los vendedores que se abalanzan sobre ese mercado. Para dar idea de la magnitud del salto importador de Ucrania conviene citar que lo que importaba en 2021 se multiplicó 67 veces en el año de la guerra. Según el prestigioso instituto SIPRI, el que más se benefició por ello fue EEUU. Uno de los investigadores del instituto sueco, Pieter Wezeman, suscribió: “con la invasión rusa sobre Ucrania los europeos empezaron a importar más armas y más rápidamente, En el balance es natural que Rusia, tradicional segundo de EEUU en exportación de armamentos, se viese urgida de proteger sus necesidades bélicas, disminuyendo su rol exportador tan significativo en tiempos normales”.
Semejante reactivación del mercado ha disparado los números de los fabulosos negocios de armamentos. No es difícil advertir que los precios gozan de una autonomía de regulaciones que nada tienen que ver con el sistema de precios internos del país exportador. Y en caso de que la guerra ya sea una realidad y no una hipótesis, los precios se disparan al antojo del proveedor. El “Mercado de la Guerra” es absolutamente impiadoso y ajeno a todo clamor. Especulador en extremo.
Putin a la Corte Penal
El 17 de julio de 1998, en Italia nace el “Estatuto (o Protocolo) de Roma” cuando en la capital italiana se reúne la Conferencia Diplomática Plenipotenciaria de las Naciones Unidas con el programa de constituir una Corte Penal internacional. Distinta de la Corte Internacional de Justicia creada simultáneamente con la ONU en 1945 que tiene por objeto sólo juzgar las actuaciones de los estados miembros y en relación con la Carta de la ONU y hasta de emitir opiniones consultivas. La orden de arresto de Putin terminará siendo cuasi simbólica en tanto ni Rusia ni Ucrania aceptaron la CPI desde su creación. El cargo es consistente: “presuntamente responsable del crimen de guerra de deportación ilegal de niños” (Desde Ucrania a Rusia): Además de Rusia, EEUU y China están entre los países que no ratificaron la aceptación de la CPI. Sin embargo son ya 123 países que forman parte del Estatuto de Roma. A cualquiera de ellos que viaje Putin corre el riesgo de ser detenido y trasladado a la sede de la Corte en La Haya. Será muy controvertido y difícil de concretar. Pero, es un baldón para Putin, aunque -por su personalidad- es probable que se burle de esa orden de detención. Y pretenderá afirmarse aún más en su discurso y accionar.
Renuncias en la embajada
La renuncia de empleados de la embajada Israelí en Londres (Fuente: jewish news, Mar 11, 2023 ) pone de manifiesto un clima tenso en la situación política del país cuyo primer ministro Netanyahu, asumido por tercera vez en diciembre de 2020, intenta cambios radicales en la justicia de Israel, entre otras medidas extremas.
El manifiesto es duro y contundente: “No podemos representar a este gobierno. Somos ex empleados de la Embajada de Israel en Londres. Incluimos ciudadanos británicos, israelíes y con doble nacionalidad. Somos antiguos redactores de discursos de embajadas, funcionarios de prensa y asuntos públicos, funcionarios de seguridad, administradores y personal de apoyo. Todos nosotros estamos orgullosos de haber trabajado en la Embajada ayudando a representar los intereses del Estado de Israel ante el público británico”. Palabra determinantes de una acción singularísima en la diplomacia, por la naturaleza del rol que desempeñan quienes desarrollan su trabajo diario en un centro de poder, como es Londres.
“En medio de la crisis provocada por la coalición extremista de Israel, no creemos que la Embajada sea más un lugar donde los intereses del Estado judío y democrático de Israel puedan ser representados de manera efectiva”. Más adelante expresan: “No se puede advertir de manera creíble sobre la amenaza terrorista a la que los ciudadanos israelíes se enfrentan trágicamente a diario mientras trabajan para un gobierno cuyo Ministro de Seguridad Nacional tiene múltiples condenas por violencia e incitación al terror, pero que tiene la audacia de llamar “terroristas” a los manifestantes israelíes pacíficos. Hasta ahora no se conoce respuesta oficial de Israel.