Nuevamente, en la campaña 2022/2023 los cañaverales tucumanos están siendo afectados por las altas temperaturas y por las precipitaciones insuficientes.
Durante el período que va de julio del año pasado a febrero de este año, las lluvias tuvieron una distribución muy heterogénea; con acumulados que, en general, estuvieron por debajo de los valores normales, salvo en pequeñas localidades de la llanura deprimida.
“En el aspecto térmico, el país atraviesa el verano más caluroso de los últimos 60 años, según datos del Servicio Meteorológico Nacional (Reporte Agroindustrial N° 273). Esto generó muchas dificultades en los cañaverales tucumanos”, indicaron en un informe Juan Giardina y Eduardo Romero, técnicos del subprograma Agronomía de la Caña de Azúcar de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc).
La presente campaña alcanzó un récord histórico, respecto de los últimos 50 años; las temperaturas máximas medias mensuales fueron muy superiores a lo normal.
El estrés hídrico produce en el cañaveral alteraciones que afectan la expansión foliar y el desarrollo radicular, lo que limita la absorción de agua y de nutrientes y la actividad fotosintética, factores que restringen severamente el crecimiento. El grado de daño depende de la intensidad, de la duración y de la oportunidad del estrés sufrido por el cultivo, y puede ocasionar la muerte de las cepas.
Sin dudas, su coincidencia con el registro de altas temperaturas intensifica los daños por sequía. Pero la ocurrencia de altas temperaturas -aun con buenas condiciones hídricas- también genera alteraciones y daños metabólicos de intensidad variable según los niveles térmicos alcanzados, la alternancia día-noche y la duración del estrés. Las alteraciones pueden ser tanto directas, sobre procesos fisiológicos -como la fotosíntesis y la respiración-, como indirectas, mediante sus efectos derivados del sobrecalentamiento foliar, cierre de estomas y paralización de la transpiración, efectos que provocan la detención del crecimiento aun con agua disponible en el suelo y, por supuesto, pérdidas importantes de producción. Esto significa la existencia de lotes verdes pero con limitado crecimiento y poca reacción al riego o a la lluvia.
“Ambas condiciones afectaron y afectan actualmente el crecimiento de nuestros cañaverales, situación que preocupa en relación a sus consecuencias sobre la producción de caña de azúcar”, dijeron.
Por este motivo, a mediados del mes pasado, el subprograma Agronomía de Caña de Azúcar de la Eeaoc realizó una encuesta, que incluyó la opinión de ingenios y de cañeros independientes grandes, medianos y pequeños. Además se realizaron recorridos técnicos por las diferentes zonas del área cañera de Tucumán y entrevistas personales a productores y a técnicos de la actividad azucarera. Los datos aquí presentados expresan la percepción de productores y técnicos sobre su realidad productiva y de manejo en la actual campaña.
Los resultados destacan que el 60% de los participantes observa que sus cañaverales se encuentran afectados por la sequía y las altas temperaturas.
Se efectuaron esfuerzos para la renovación del cañaveral, la cual alcanzó, en promedio, un 25% del área. Asimismo, el 64% de los productores efectuaron la renovación después de una rotación o barbecho, lo que demuestra la importancia que tiene esta alternativa de manejo que está asociada a cuidar aspectos sanitarios del cultivo y a permitir un control más eficiente de las malezas.
Respecto de las cañas planta, según la información obtenida, se estima que un 25% de los lotes se encuentran en malas condiciones y los lotes con caña socas entre un 25% un 50%, según las zonas del área cañera, se encuentran en regular a malas condiciones. Además, en muchos casos, a pesar de tener una buena población de tallos se advierte una importante reducción en su crecimiento.
Afectación por zonas
Se destacan la zona norte y este del área cañera como las más afectadas, detectándose mejores cañaverales en la zona central y sobre todo en el sur de la provincia.
En los inicios de esta campaña se produjeron inclemencias climáticas que afectaron los cañaverales tales como la ocurrencia de una helada tardía en noviembre, la cual registró a nivel de suelo temperaturas inferiores a -5º C durante más de cinco horas. Esta situación se acentuó en la zona este de la provincia, siendo más severa en lotes con cobertura de Residuo Agrícola de Cosecha (RAC).
Por otro lado, se reportan ataques importantes de Elasmopalpus lignosellus en lotes quemados y en lotes de pobre crecimiento. Los lotes que sufrieron efectos de la quema representaron un 22%, valor similar al señalado en la encuesta realizada en la campaña 2020/2021 (21%).
Este año lo más preocupante es que ya no se dispone de tiempo para especular con una recuperación significativa de los cañaverales, más aún cuando los pronósticos de lluvias no son alentadores.