Con la cabeza erguida y con pasos cortos y algo desganados, casi como pateando el piso del camino que conectaba el vestuario visitante con la zona en la que estaba estacionado el ómnibus que trasladó al plantel, Iván Delfino dejó en claro que estaba con bronca y sin poder encontrarle explicaciones al mal momento “santo”.
Al equipo se lo nota errático, sin ideas, sin saber a qué juega, qué es lo que tiene que hacer dentro del campo y sin ningún tipo de respuestas ni reacción cuando le propinan un golpe.
El entrenador tampoco parece encontrar ni las respuestas ni el camino correcto; por lo menos así lo dejó en claro cuando pasó caminando por la improvisada zona mixta del humilde estadio ubicado en el corazón de la Isla Maciel. “No hay nada que puede decir o que pueda agregar. Cualquier cosa que diga está de más”, sentenció de manera casi tajante mientras se abría paso para llegar al ómnibus. Con sonrisa casi de compromiso y la mirada perdida por la bronca que le generó un nuevo paso en falso de su equipo, Delfino fue tajante. “Está todo a la vista. No hay más para hablar”, agregó mientras se alejaba de los periodistas que quedaron tan perdidos como estuvo el “santo” en el duelo contra el “candombero”.
El DT es un hombre de pocas palabras y eso lo demuestra en cada una de sus apariciones en público. Pero sus escuetas declaraciones generaron tantas dudas como el presente futbolístico de los suyos.
No es un dato menor que se haya mostrado tan enérgico y enojado durante el partido ni que haya espetado esas frases ante los periodistas.
Si bien su ciclo en La Ciudadela aún está en pañales, que se haya mostrado golpeado no es un dato menor.
San Martín necesita ser protagonista siempre y él por ahora no logra encontrar el camino hacia ello. Por eso el duelo contra Almagro, puede llegar a ser una finalísima. Ahora más que nunca.