15 Diciembre 2004
VIAJEROS. Pilar Herraez y José Garrido, frente a la Casa Histórica.
José Angel Garrido y Pilar Herraez dan fe de que el sol puede caber en una caja. Y que esa caja puede servir para cocinar un buen guiso. Así lo asegura esta pareja de madrileños que viene pedaleando desde Potosí y que pretende llegar a Ushuaia, con el objetivo de capacitar a la gente en el aprovechamiento de la energía solar. Para ello, desarrollaron una cocina solar "de acumulación" de muy fácil factura, cuyo efecto gastronómico es, afirman, la cocina al vapor.
José Angel es ingeniero industrial, y Pilar dejó su trabajo como administrativa para encarar este proyecto. Explica que se dedicaron a esto porque son personas que quieren la vida, y que ven que el planeta está siendo destruído.
Los viajeros advierten que no son ecologistas, sino "gente preocupada en el futuro que les estamos dejando a nuestros hijos".
En Tucumán, José Angel y Pilar darán mañana y el viernes, todo el día, un taller en la sede de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), Rivadavia 1.050, con auspicio de esa universidad y de la Subsecretaría de Recursos Hídricos. Allí recordarán que las previsiones sobre el agotamiento de las fuentes de energía convencionales son ciertas. Por eso, desarrollaron una cocina-horno solar de madera blanda, de muy fácil elaboración, con una tapa reflectora cubierta en lámina de aluminio (o de papel de estaño) que basa su funcionamiento en el efecto invernadero, y cuyo ángulo de inclinación depende de la latitud. La cocina, diseñada para contener en su interior una olla que deberá ser de color negro, no funciona si no hay sol.
"Gracias a la radiación solar conseguimos acumular el calor dentro de un espacio cerrado y buen aislado. En el hemisferio sur, la cocina debe estar orientada en dirección norte, en un lugar resguardado del viento y con la tapa reflectora en posición casi vertical", explican. Y agregan que donde mejor funcionan es en las ciudades más cercanas a la línea del Ecuador. "A medida que nos alejamos del Ecuador, el sol incide más oblicuamente, disminuyendo su poder calorífico. Las cocinas horno -que necesitan dos horas y media para hacer un guiso- tienen probada su eficacia hasta la latitud 40º en ambos hemisferios", afirmó el ingeniero Garrido.
José Angel es ingeniero industrial, y Pilar dejó su trabajo como administrativa para encarar este proyecto. Explica que se dedicaron a esto porque son personas que quieren la vida, y que ven que el planeta está siendo destruído.
Los viajeros advierten que no son ecologistas, sino "gente preocupada en el futuro que les estamos dejando a nuestros hijos".
En Tucumán, José Angel y Pilar darán mañana y el viernes, todo el día, un taller en la sede de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), Rivadavia 1.050, con auspicio de esa universidad y de la Subsecretaría de Recursos Hídricos. Allí recordarán que las previsiones sobre el agotamiento de las fuentes de energía convencionales son ciertas. Por eso, desarrollaron una cocina-horno solar de madera blanda, de muy fácil elaboración, con una tapa reflectora cubierta en lámina de aluminio (o de papel de estaño) que basa su funcionamiento en el efecto invernadero, y cuyo ángulo de inclinación depende de la latitud. La cocina, diseñada para contener en su interior una olla que deberá ser de color negro, no funciona si no hay sol.
"Gracias a la radiación solar conseguimos acumular el calor dentro de un espacio cerrado y buen aislado. En el hemisferio sur, la cocina debe estar orientada en dirección norte, en un lugar resguardado del viento y con la tapa reflectora en posición casi vertical", explican. Y agregan que donde mejor funcionan es en las ciudades más cercanas a la línea del Ecuador. "A medida que nos alejamos del Ecuador, el sol incide más oblicuamente, disminuyendo su poder calorífico. Las cocinas horno -que necesitan dos horas y media para hacer un guiso- tienen probada su eficacia hasta la latitud 40º en ambos hemisferios", afirmó el ingeniero Garrido.
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