A diferencia de las tendencias, que están marcadas por las temporadas, la fast fashion o moda rápida establece un consumo masivo. La producción en serie daña el medio ambiente y no complace a todos los gustos. Por esto, crece cada vez más y más la demanda por lo vintage y retro.
En los últimos años el mercado local importó una tendencia muy instalada en otros países: la venta de segunda mano de prendas. Pero en Argentina, este boom de compras creció acompañado de otro factor: una inflación imparable que afectó seriamente el rubro de la indumentaria y potenció las ventas de segunda mano.
La moda circular también tiene su público en Tucumán. Se trata de un resurgimiento de la vieja y conocida feria americana, pero con una curaduría previa mucho más exhaustiva. Estos son negocios con miles de seguidores que llenan sus perchas con productos de marcas distinguidas, de otras épocas, a precios muy bajos.
“Es un mundo en el que hay mucha variedad de marcas, calidad, diseño y talles. Además resulta mucho más accesible comparado con el fast fashion”, explicó Florencia Villafañe, dueña de una tienda de segunda mano tucumana.
La otra cara de las compras de usados es la de las ventas. Ahí es donde hay cientos de personas desprendiéndose de objetos que no hacen más que juntar polvo en su ropero año tras año.
“Hay una comunidad que piensa antes de comprar y que también recircula lo que ya no usa. Siempre llega gente nueva a nuestro showroom que nos comenta que están comenzando a comprar ropa de ferias y también cada vez son más las propuestas y emprendimientos dedicados a este tipo de consumo”, detalló Villafañe.
Un futuro mejor
Además de ser una moda con tintes de nostalgia, es sostenible. Nos anima a reutilizar prendas que ya existen y hacerlas parte de nuestra historia. La consigna ambiental de reducir, reutilizar y reciclar se hace presente y no hay mejor tendencia que el compromiso de cuidar el medioambiente.
La mayoría de las emprendedoras dice que los principales consumidores son los jóvenes. “Desde la perspectiva del público se creó una mayor apertura, no solo por los costos que son más bajos, sino porque muchas personas tienen una preocupación real por el medio ambiente. Y esto hace que busquen alternativas, las ferias se presentan como esa oportunidad”, dijo Melisa Lencina, creadora de una feria de prendas vintage.
“La esperanza de poder crear un futuro mejor a través de nuestras acciones orientadas a un consumo consciente y amigable con el medio ambiente . Y por si fuera poco, tenemos el plus de adquirir prendas únicas a valores muy bajos”, acotó.
Sobre otras cualidades de esta tendencia, Sofía Olivares, dueña de otra tienda de estas características, comentó: “La moda sostenible pretende alargar la vida de las prendas para reducir este impacto ambiental, evolucionar. Adaptarse a un nuevo patrón de consumo, donde los usuarios somos más conscientes de las condiciones laborales de la industria textil y sus consecuencias”.
A lo que sumó: “Si entendemos la vestimenta como una forma de expresión, la moda vintage es una manera de consumir sin seguir tendencias y poder, a través de las prendas, manifestar nuestras ideas, creencias y valores”.
“En cuanto a tendencias vintage, se dividen más que nada por décadas, los ‘80, de los ‘90 y de los 2000, que marcaron fuerte la moda. Por ende, son décadas que siempre regresan a lo contemporáneo. Camperas de cuero, de jean, overoles, faldas cuadrillé, buzos y camperas universitarias… y la lista sigue”, explicó Victoria Saavedra, propietaria de un comercio de ropa vintage y consumidora de prendas de segunda mano.
El control de calidad
No es un trabajo menor, hay una curaduría detrás de cada mostrador en donde todo tiene que pasar el control de calidad. Obviamente el paso uno es que sean cosas que se encuentren en buenas condiciones, no importa su antigüedad sino el estado en el que esté y los años útiles que tendrá por delante.
Desde el lavado de las prendas, quitar alguna que otra mancha, colocar botones, arreglar costuras, subir el ruedo, hasta cambiar cierres o hebillas. ”El proceso en mi caso es variable, ya que muchas veces es ropa casi sin uso, es decir que no necesitan mucho trabajo. Y otras veces se convierten en otras cosas, muchas veces en trajes de dos piezas en donde colaboró con modistas locales que plasman mis ideas y bocetos en el resultado final”, detalló Saavedra. (Producción periodística: Victoria Reinoso)