En Amaicha el carnaval une y alegra

En Amaicha el carnaval une y alegra

En marco de la 75 Fiesta Nacional de la Pachamama, miles de tucumanos y turistas se acercaron a la ciudad del valle para honrarla. Fiesta y colores

DE TODOS LADOS. Copleros de distintos pueblos de los Valles se dieron cita en Amaicha para realizar un nuevo homenaje a la Madre Tierra.  Ente Tucumán Turismo  / fotos Gerardo Iratchet   DE TODOS LADOS. Copleros de distintos pueblos de los Valles se dieron cita en Amaicha para realizar un nuevo homenaje a la Madre Tierra. Ente Tucumán Turismo / fotos Gerardo Iratchet

La bendición de la nueva Pachamama es la señal para que todo empiece. En ese instante las partículas de nieve empiezan a llenar el espacio, al tiempo que alguna bombita de agua cae con fuerza en el suelo. De repente, ¡zas! dos manos desconocidas te esparcen pintura en la cara, en los brazos o en cualquier parte del cuerpo. En ese momento, tenés que pensar rápido: o a) te unís a la fiesta o b) intentás inútilmente escapar de lo inevitable: el carnaval en Amaicha del Valle ya ha empezado y vas a ser parte. Es una experiencia inolvidable, sin duda. No hay nada que distinga a unos de los otros; la diversión es protagonista y los elementos coloridos son el “pegamento” que une en comunidad a cada uno de los que participa.

Este fin de semana se realizó la 75º Fiesta Nacional de la Pachamama, que además celebra sus bodas de diamante, constituyéndose como la fiesta más antigua del Noroeste Argentino. Miles de tucumanos y de turistas coparon un año más Amaicha del Valle y las villas contiguas para encontrarse en las celebraciones y en los homenajes a la Madre Tierra. Y mientras de día se llevaron a cabo algunos eventos tradicionales (como los desfiles o el matrimonio gaucho), el público aprovechó para darle play al carnaval, que empezó a la siesta y se extendió hasta la noche. Y en todas partes.

La regla es básica y es entendida por todos: nadie se enoja. Por el contrario, todos se alegran ante el intrépido desconocido que tira harina, nieve o agua, desde cualquiera de los puntos cardinales. Adentro se ve una especie de “complicidad” pues, lógico, no se puede festejar el carnaval sin ensuciarse. Dato: el mayor peligro lo corrés si tenés remera blanca: ya no sos una persona, sino un lienzo esperando ser pintado.

Tradición

Las razones por las que las personas se acercan a este evento son muchas, pero la idea de conjugar tradiciones ancestrales con la alegría es una de las que más atrae. Es que, así, las nuevas generaciones -que son las que más disfrutan el carnaval- aprenden un poco más sobre de dónde venimos. Pocos minutitos después de que se nombró a Emiliana Mercedes Suárez (78) como la nueva deidad del Valle para 2023, Mailín y sus hijos Simón y Frida ya están teñidos de rojo. Es tucumana, pero hace una década vive en Buenos Aires. “Vinimos exclusivamente para que ellos (los chicos) conozcan y para que puedan divertirse sanamente -reflexiona-; sobre todo porque queríamos que puedan agradecerle a la Madre Tierra todas las cosas lindas que tenemos, que son un montón, y que quizá en tanta locura cotidiana y en las grandes ciudades no podés dimensionar”.

Mientras unos corren en búsqueda de “víctimas”, Walter Pérez y su familia están parados en medio del alegre caos. Para él, lo que sucede a su alrededor es muy importante. “Esto es lo que se vive en nuestras comunidades; es nuestra tradición. Y lo vivimos siendo comunidad, siendo pueblo. La Pachamama viene de eso; nace y crece en las tierras. Y esto es lo que la Pacha quiere, vivir en comunidad”.

Un evento sin par

No hay muchos lugares donde el carnaval no se esté celebrando. En el predio no se escapan ni los que están comiendo ni las carrozas que desfilan (algunas son sorprendidas luego de hacer su paso). Para este punto, en la plaza también ya ha estallado todo. Soledad Reinoso y su grupo de amigos ya tienen un stand en una de las esquinas de la plaza: ahí sorprenden, entre risas, a todo el que pasa sin estar lo suficientemente maquillado. Ellos se encargan de “colorear” al que lo necesite. “Somos de Monteros y de Los Sosa. Venimos desde hace años. Nos encanta el carnaval; es divertido y no encontramos esto en ningún otro lado. Es una cultura única”, considera.

Son muchos los presentes que confirman que lo que pasa en Amaicha no tiene igual. Con la cara totalmente negra y sin parar un segundo, Guillermo Reinoso (75) corre de un lugar al otro riéndose y participando de varias guerras de nieve. Evidentemente, lo está disfrutando mucho. Es otro tucumano que hace mucho tiempo vive en Buenos Aires. “Nos gusta divertirnos; acá te mezclás con la gente y la pasás bien. Nadie te dice nada (malo); y también venimos por la fiesta, porque nunca te olvidás de las raíces ni de las costumbres. Tucumán es Tucumán”, dice.

En algunos momentos parece que todo se calma. Spoiler: es una trampa. En un abrir y cerrar de ojos, todos los carnavaleros salen al ruedo nuevamente y con más armamento. Lo que pasa es que todos saben a qué hora llegan a carnavalear, pero pocos realmente tienen fijado un horario de despedida. “Seguiremos hasta que el cuerpo aguante”, admite Guillermo, y sigue de fiesta.

Volver a la niñez

Susana Vega (68) y Oscar Albarracín (70) son de Ranchillos y saben muy bien lo que es un buen festival, pero nunca habían estado en Amaicha. Totalmente lookeados, a media tarde hacen una pausa para descansar en alguno de los ranchos que ofrecen comidas. “Hace bastante tiempo que queríamos venir, pero por un motivo u el otro no se daba -dice Oscar-; lo mejor es que podés venir a disfrutar de algo sano, que es un homenaje a la Pachamama”. “Aquí no hay grieta -destaca ella-. Y es importante, porque se respetan las tradiciones, que no debemos perder”. Están descansando en una mesa, pero al rato se pierden en la muchedumbre. “Somos de otra generación, cuando se jugaba con harina, con agua perfumada y en grupo… Esto, de ensuciarnos, nos vuelve a la niñez, a las cosas buenas que vivimos en esa época”. Pero no es una cuestión de época: en Amaicha también hay niños que jamás vivieron uno de “esos” carnavales, y también disfrutan (y protagonizan) eso que están viviendo: un momento único que logra unir a varias generaciones, honrando a la Madre Tierra.

La elegida: quién es la nueva Pachamama

Para 2023, el Consejo de Ancianos eligió a Emiliana Mercedes Suárez (78). Nacida en San José de Chasquivil, tiene 14 hermanos, 9 hijos, 27 nietos y 12 bisnietos. “A los pueblos de Amaicha, gracias por haberme elegido, cuenten conmigo para todo lo que necesiten”, resumió en su primer contacto con el público.

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