Por primera vez en sus 23 años de historia, el Cosquín Rock agotó entradas y esto se debe, sin dudas, a la diversidad de su grilla. No es una cuestión estética sino más bien generacional. Hay artistas para todas las edades y sus gustos. El festival está pensado para los bluseros y rollingas, los amantes de las bandas de culto referentes de la escena rockera local y también los que prefieren los nuevos géneros.
Llegar a ver todos los artistas que tocan de manera simultánea durante 12 horas en seis escenarios distribuidos en un predio de 13 hectáreas es una misión imposible. Consultar la grilla de horarios y organizarse es la mejor opción.
A las 14.20, Farolitos abrió el Cosquín Rock 2023, mientras el peregrinaje de fanáticos transitaba por la ruta nacional 38 para llegar al gigante predio del Cosquín Rock y que antes supo ser un aeródromo.
A diferencia de otras ediciones, las primeras bandas del festival ya pudieron actuar ante una gran cantidad de público que se ubicaba en los diferentes escenarios y zonas de descanso.
Estelares (en el escenario montaña) y Ojos Locos (en el norte) fueron las primeras bandas en tener al menos una hora en escena y Guasones (en el norte), desplegó una fiesta de clásicos mientras caía la calurosa tarde en el Valle de Punilla, mientras flameaban cientos de banderas que llegaron desde Ushuaia a La Quiaca.
A la hora de No Te Va Gustar, a las 18.57 (estaba previsto arrancar unos minutos después), en el escenario principal no cabía un alfiler y aún faltaba Skay Beilinson, Divididos y Juanse.
Tras saludar al público con un "Buenas noches, campeones del mundo", en alusión al triunfo de Argentina en el Mundial de Qatar, los uruguayos comandados por Emiliano Brancciari desplegaron su imbatible lista de temas que incluyó clásicos como "Clara", "Al vacío", "El camino más largo", entre otros, y canciones de su décimo álbum de estudio "Luz", editado en 2021.
A esta altura del festival, las banderas no dejaron de flamear entre el multitudinario público. En el escenario Montaña, ubicado justo en el medio del predio, se destacó la banda de cumbia del momento, La Delio Valdéz, también Conociendo Rusia.
El show de Skay Beilinson, el exguitarrita de los Redondos y creador de sus temas emblema, fue uno de los más potentes de la noche en Cosquín.
Entre canciones de su aventura solista, y clásicos de Patricio Rey como “Todo un palo” y “Criminal Mambo”, Skay le regaló a la multitud su mitad del pogo más grande del mundo que incluyó el ovacionado “JiJiJi”.
Después vino una sorpresa especial. Mientras el equipo de plomos armaba todo para el recital de la próxima banda, Divididos, en una de las pantallas laterales del escenario Norte se proyectaron imágenes de las más populares atajadas del Dibu Martínez en Qatar y sobre el final, el arquero estrella de la Selección argentina le envió un saludo al público.
La presencia de Divididos en el festival es un clásico. El power trío liderado por Ricardo Mollo estuvo en los cuatro primeros años del festival y después de un largo impasse volvió a su escenario.
Esta vez, la aplanadora del rock algunos de sus clásicos como ”Haciendo cosas raras”, “Sábado”; temas de Sumo y los covers que ya son habituales de su repertorio, como “Tengo”, de Sandro, “Sucio y desprolijo de Pappo o el popular mexicano “Cielito lindo”. Se despidió con “Ala delta” cuando el frío de la noche comenzaba a sentirse.
Con la casaca de argentina, Juanse salió al escenario pasada la medianoche, para cerrar la grilla con su sello de fábrica stone, fuertes raíces paranoicas e invitados como León Gieco, Celeste Carballo, Ale Kurz de El Bordo, Junior, de La 25 y Mateo Sujatovich, de Conociendo Rusia.
Su actuación fue en simultáneo con la de Trueno, el artista que pisa cada vez más fuerte en la escena urbana y se llevó bastante público para su costado.
La balanza estuvo bien equilibrada porque esta nueva edición del Cosquín Rock cumple a la perfección un plan familiar para satisfacer a diferentes generaciones que llegaron juntas por un único camino rodeado de árboles y controles de acceso (bastante fluidos).
Lo positivo: la variedad de bandas en un predio flanqueando por montañas. También la amplia oferta gastronómica distribuida en food tracks, también hay espacios de entretenimiento y compra de merchandising oficial.
Lo negativo: la eterna caminata para llegar a la casa del Cosquín Rock desde 2011 y la escasa señalización de baños, puestos de comidas y bebidas (con sus respectivos canjes).