Más allá de la responsabilidad
15 Febrero 2023

FEDERICO PABLO VACALEBRE

Profesor de la Universidad del CEMA

Los excesos de deuda y emisión monetaria son consecuencia de la crónica acumulación de déficits fiscales, más allá de las discusiones sobre la deuda y sus responsables. Todo gira en torno a su sostenibilidad o, por el contrario, no se podrá pagar. Este último escenario, deriva en una reprogramación no voluntaria o una licuación de su valor real a través de un salto inflacionario. El momento de su “explosión” no es insignificante, ya que implica hacerse cargo

La lógica subyacente es que el que generó la deuda debería hacerse cargo de las consecuencias. Pero se pierde de vista que la deuda no es un fenómeno exógeno, sino una consecuencia directa de la acumulación de déficits fiscales. Dada esta perspectiva, se puede visualizar que, según datos del Ministerio de Economía, entre 2012 y 2015 el déficit fiscal fue de 2,9% del PBI promedio anual. Entre el 2016 y el 2019, el déficit fiscal fue de 5,1% del PBI promedio anual. Mientras que, entre el 2020 y el 2022, el déficit fiscal fue de 5,6% del PBI. De esto se desprende que de manera sistemática hubo desequilibrios fiscales. Por lo tanto, lo pertinente es agudizar la autocrítica y buscar las causas de por qué existe una tendencia innata a gastar por encima de los recursos disponibles.

Es poco relevante preguntarse quién contribuyó más a aumentar la deuda o sobre sus características (plazos, moneda, intereses, tipo de acreedor, etc.) como discutir cuando debería producirse el colapso y licuarse vía inflación o una reprogramación forzada. Sea cuando sea, siempre son eventos traumáticos y no solucionan el problema. Con el golpe inflacionario o una reprogramación, la deuda y el gasto público se licuan temporalmente y rápidamente se vuelve a generar déficits y acumular nueva deuda. Ciclos de crisis crónicos donde los ajustes son impotentes para corregir una tendencia natural a “funcionar” con déficits financieros y de gestión. Los tres niveles de gobierno (nación, provincias y municipios) se superponen en el cobro de similares impuestos y en gastos destinados a los mismos servicios. Los solapamientos son el principal factor que exhibe la presión tributaria y la tendencia a gastar en exceso con muy baja eficiencia. El ajuste fiscal (con golpe inflacionario, recortes de gastos o aumentos de impuestos) no corrige esta deficiencia organizacional.

En resumen, lo verdaderamente conducente es delinear una estrategia de ordenamiento integral del Estado. No caer en la mera lógica del ajuste (condición necesaria pero no suficiente) y encarar la unificación de tributos, la eliminación de la coparticipación de impuestos, sustituyéndola por la distribución de las fuentes tributarias y erradicar la superposición de gasto público entre jurisdicciones. De esta forma, eliminar de manera sostenida la propensión a generar repetidos déficits financieros y de gestión.

Esta nota es de acceso libre.
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