Hay una serie de episodios que resumen a la perfección la actualidad de Juntos por el Cambio en Tucumán. Por un lado, radicales presagiando lo que podría salir de una cumbre entre Roberto Sánchez, Germán Alfaro, Horario Rodríguez Larreta y Gerardo Morales. Y, por el otro, el mismo día en que esa supuesta reunión debía concretarse en Buenos Aires, el intendente de la capital encabezando un acto en Ranchillos. Más distancia, más confusión y más realidades paralelas no caben ya dentro de la principal alianza opositora.
A 92 días de las elecciones provinciales, el espacio que conforman la UCR, el PRO, el PJS y CREO ha perdido el eje, ha dilapidado tiempo y –fundamentalmente- ha regalado oportunidades. Desde aquella noche entusiasta de domingo en noviembre de 2021, cuando orillaron los 400.000 votos, los referentes de este sector se han empecinado en dar pasos hacia atrás. Al punto que hoy cualquier dirigente rezonga en público y hasta los más optimistas admiten que la situación de JxC es crítica.
¿Por qué? Basta con decir que nadie dentro de esa alianza puede responder a una simple pregunta: ¿Cómo se va a resolver la fórmula de gobernador y vice? A esa simple cuestión, ni de un lado ni de otro le encuentran salida. Primero se habló de internas, cerradas o abiertas, pero ahora ya confiesan que no hay tiempo. Entonces se mencionan las encuestas o el consenso. No obstante, ninguna de esas opciones aparece posible. En el caso de los sondeos, porque las mediciones que encargaron desde el espacio y las que tienen en su poder el oficialismo dan cuenta de que hoy cualquier fórmula que presenten está 10 puntos debajo del Frente de Todos. Y en el caso del consenso, sencillamente porque ni siquiera hay diálogo. Y aquí es interesante relatar lo que ocurre puertas adentro de la coalición.
Aunque en enero Alfaro y Sánchez compartieron un café, la realidad es que no pudieron acercar posiciones porque ambos se muestran decididos a encabezar el binomio. Y como los principales referentes no logran un acuerdo, lo que desparraman entre los dirigentes es desesperación e incertidumbre. Y esa angustia se potencia entre legisladores, concejales y militantes de este espacio porque frente a su parálisis tienen a rivales del oficialismo con una hoja de ruta definida. Y ejecutándola.
El desorden de los últimos días fue grotesco. El lunes, en una entrevista con LG Play, el presidente de la UCR dijo que durante esta semana debería haber definiciones. No sólo no las hubo, sino que se termina con más confusión y más distancia. Porque aunque no lo dijo en público, el líder del Partido por la Justicia Social tendría previsto lanzar su candidatura a gobernador el 23 en el parque 9 de Julio. En ese acto será el único orador y no presentaría compañero de fórmula, según anticipan en su entorno. En paralelo, dentro de Juntos por el Cambio se hizo correr la versión de que ambos serían citados en Buenos Aires por Rodríguez Larreta y por Morales. Pero ese mitin jamás sucedió.
Lo que sí hubo fue un encuentro puramente radical en Capital Federal. Encuestas en mano, Sánchez, Mariano Campero y José Cano analizaron la situación tucumana con el jujeño Morales. Y las opciones que barajaron junto al presidente del radicalismo nacional son, esencialmente, dos. La primera conclusión a la que llegaron es que el actual diputado debe encabezar el binomio porque así lo marcan las encuestas. Y la segunda es que se abrió una ventana para ir en busca de la intendencia de la Capital. ¿En puja con Alfaro? Aún es todo muy prematuro, pero lo cierto es que dentro de la UCR comienza a ganar fuerza la idea de que si el jefe municipal no acepta acompañar a Sánchez, entonces habrá que tomar una decisión.
Así, surgió la alternativa de que el concepcionense relegue sus aspiraciones de liderar el binomio y acepte secundar al peronista, aunque con una condición: que entregue la candidatura a la intendencia de San Miguel de Tucumán a Cano. ¿Es factible que Alfaro ceda su bastión político? Suena difícil, por lo que por primera vez ya se admite en voz alta que podría no haber acuerdo en la oposición y que cada uno llegaría al 14 de mayo por caminos separados. En ese hipotético escenario, los radicales pergeñan una fórmula Sánchez-Campero con Cano en busca de la Capital y listas únicas de legisladores en cada sección electoral, para evitar la dispersión de voto. Hasta imaginan que el ex titular del Plan Belgrano podría ir también acoplado a la boleta de gobernador de Federico Masso, apoyados en la buena relación que los une.
Desde luego, la prioridad es sostener el acuerdo con Alfaro, aunque ya no a cualquier precio. El asunto es que ese acercamiento parece lejano. Ocurre que también en esta semana, el intendente se encargó de desalentar cualquier posibilidad de bajar su candidatura a gobernador. Al contrario, sus principales colaboradores salieron a ratificar su postulación y luego se dio forma al lanzamiento hacia finales de este mes. ¿Cuál es el objetivo del titular del Partido por la Justicia Social? De mínima, es evidente que necesita conservar la administración municipal para sostener su estructura política. En definitiva, Alfaro apuesta a erigirse como el referente opositor en Tucumán por los próximos cuatro años. Para eso necesita encabezar la fórmula de JxC y, aun perdiendo frente al oficialismo, capitalizar el 30% de los votos que proyecta hoy la alianza. Con ese plafón puede discutir las candidaturas nacionales y coquetear en un eventual gobierno de Cambiemos a partir de diciembre.
La cuestión a dirimir es qué está dispuesto a ceder cada uno para mantener la unidad. El radicalismo quiere conservar las intendencias que ya tiene (Bella Vista, Concepción y Yerba Buena) y, si eventualmente relega el primer lugar en la fórmula, que a cambio le den la Capital. El alfarismo, en tanto, advierte que si se pone en negociación su Municipalidad se debería hacer lo mismo en las otras tres. La otra opción es que el intendente ceda y secunde a Sánchez, conservando lo que tiene. ¿Cómo se sale de ese callejón? Nadie sabe. Por ahora, ese atolladero potencia la intranquilidad y el desbande. El ejemplo más concreto es el de Concepción, en donde el alfarista Raúl Albarracín teme que con un acuerdo entre cúpulas le impidan disputarle la intendencia al sanchista Alejandro Molinuevo. Por eso en las últimas horas proliferaron las operaciones que vinculan al legislador con la Casa de Gobierno. Una cosa es cierta, en el acople oficialista Acción Regional que lideran Juan Antonio Ruiz Olivares y Roque Tobías Álvarez creen que “Rulo” puede ser un buen postulante en la “Perla del Sur” y otro radical, un ex diputado ligado al campo, en Yerba Buena.
Mientras tanto, la filial tucumana del PRO espera en silencio por las disposiciones desde Buenos Aires y en CREO la paciencia es cada vez menor. Sebastián Murga viene de generar un sacudón con sus críticas al “rosqueo” opositor y de anticipar que podría ceder su lugar como postulante a vicegobernador en pos de la unidad. Sin embargo, este partido no está dispuesto a que lo releguen y exigirá como compensación algunos lugares clave en las listas legislativas y municipales; por caso, la intendencia en Tafí del Valle para José Manuel Paz. Si eso no se cumple, también ya adelantan en público que competirán en soledad.
Con esta corrida en la oposición, el oficialismo se regodea. El plazo para inscribir alianzas vence el 6 de marzo, pero la realidad indica que el consenso no depende de la cantidad de días. Por el contrario, para que haya unidad se requiere de virtudes que, hasta ahora, Juntos por el Cambio en Tucumán no ha exhibido.