Lo había anticipado Lucas Pusineri en la previa. Atlético es un equipo en formación que tiene claro el objetivo, pero que aún está lejos de él. Lo que asoma en el horizonte, ya es conocido por los hinchas y jugadores, de hecho mostró mucho de eso durante el año pasado, pero por el momento, todavía no encuentra los caminos que lleven a destino. Falta tiempo, porque el trabajo durante la semana tiene.
Los buenos 90 minutos de La Bombonera generaron algo de ilusión, el tema es que a diferencia de lo que pasó hace siete días, aquí el que debió tomar las riendas del partido fue Atlético. Y esa faceta todavía está en el debe para el “decano” de Pusineri.
El equipo muestra su mejor imagen cuando tiene espacios para contragolpear, pero Joaquín Pereyra queda muy solo en la generación de juego y así es difícil abastecer a los delanteros.
De todas maneras, la victoria le queda grande a lo mostrado por Talleres. El equipo cordobés fue efectivo y no mucho más. Cuando no pasaba nada en el complemento y el empate parecía una fija, a Ramón Sosa le bastó una pausa dentro del área para desacomodar a la defensa y encontrar a Francisco Pizzini, que sólo tuvo que darle una pase a la red para que la visita se pusiera 1-0 en el marcador.
Fue un golpe letal. Hasta ahí el empate le quedaba bien al juego. Pero si al primer gol nadie lo esperaba, el segundo fue directamente de otro partido. Golazo de Nahuel Bustos, que demostró por qué llegó hace unos días del fútbol español y por qué Marcelo Gallardo insistió tanto con llevarlo a su River. En fin, a jugadores de esa jerarquía no es aconsejable regalarles un tiro libre a esa distancia. Iban 40’ del complemento, pero el partido ya estaba liquidado desde mucho antes.
Atlético no se pudo recomponer del primer golpe y si había alguna posibilidad de que la historia cambiara, un grupo de hinchas “jugó” para Talleres. Atlético no pegó una, pero ningún contexto puede justificar la violencia en el fútbol. Y todavía es más inentendible cuando se trata del primer partido del año. Además de poner en riesgo la integridad física de los futbolistas, esos hinchas que dicen amar al club lo exponen a recibir castigos económicos o incluso suspensión del estadio.
Esta vez, a diferencia del juego ante Boca, “Pusi” detecto a tiempo que las piernas en el medio estaban cansadas y realizó las modificaciones temprano. A los 15 del segundo tiempo reemplazó a Guillermo Acosta. El capitán le dejó su lugar a Adrián Sánchez en el medio, pero esta vez el ex jugador del “Xeneize” no entró bien al partido. Estuvo desconectado al resto de sus compañeros y perdió varias pelotas con el equipo jugado al ataque.
Al “decano” no le salió nada de nada. Es más, al equipo le faltaba juego para romper la férrea defensa visitante y Pusineri llamó a Braian Guille, que estaba listo para entrar cuando Bustos marcó el 2-0 final. Y sí, la noche venía cruzada. El ex Olimpo no ingresó y deberá esperar una semana más, como todos los hinchas que se fueron silbando bajito del “José Fierro”.