En personas sin diabetes, el riesgo de enfermedad coronaria es de tres a cinco veces mayor en hombres y se desarrolla una década antes que en las mujeres. Sin embargo, en personas con diabetes tipo 2, el impacto en el riesgo cardiovascular es mayor en las mujeres, advierte la doctora Carolina Gómez Martín, de la Sociedad Argentina de Diabetes.
Explica que esto sucede porque ante la presencia de diabetes, el factor cardioprotector de las hormonas sexuales femeninas desaparece, lo que produce que la brecha de riesgo entre hombres y mujeres quede eliminada.
Las causas de las diferencias son múltiples. Por un lado, la carga de los factores de riesgo cardiovascular es más grande en mujeres con diabetes que tienen obesidad e hipertensión arterial, colesterol HDL bajo y triglicéridos elevados. En relación con el estilo de vida, las mujeres realizan menos actividad física: en un estudio realizado por el Comité de Graduados de la Sociedad Argentina de Diabetes, en 500 personas con diabetes, ser mujer se asoció con 69% de riesgo de bajo nivel de actividad física. Y finalmente, el estrés psicosocial parece tener un mayor impacto en las mujeres que en los hombres.
Por otra parte, los síntomas de la enfermedad cardiovascular con frecuencia son diferentes o atípicos, lo que retrasa el correcto diagnóstico. En un estudio realizado en Argentina por el doctor Ezequiel Forte y colaboradores del Consejo de Cardiometabolismo de la Sociedad Argentina de Cardiología en personas con diabetes y enfermedad cardiovascular, las mujeres recibieron con menos frecuencia aspirina, tratamiento para el colesterol, fármacos para la diabetes con demostrada protección cardiovascular y alcanzaron con menor frecuencia los objetivos de presión arterial y colesterol. Para reducir esta brecha en el impacto, es fundamental conocer estos datos y no minimizar el riesgo en las mujeres con diabetes.
En jóvenes adultos
El diagnóstico de diabetes tipo 2 a edades cada vez más tempranas, está directamente asociado a la creciente prevalencia de sobrepeso y obesidad en la infancia y la adolescencia. La alimentación poco saludable, con alta carga de alimentos ultraprocesados y los bajos niveles de actividad física, están impulsando las dos pandemias: obesidad y diabetes.
Hace 30 años, la diabetes tipo 2 era muy poco frecuente en niños y adolescentes, y se consideraba una enfermedad de adultos, sin embargo, actualmente es cada vez más usual, con un aumento de nuevos diagnósticos de 5% por año.
La diabetes diagnosticada en la adolescencia o juventud (antes de los 30 años), se asocia a mayor riesgo de complicaciones crónicas que cuando se diagnostica a edades más tardías.
En el estudio Today realizado en EEUU, en jóvenes con una edad promedio de 26 y 13 años de evolución de diabetes tipo 2, publicado en la revista New England Journal of Medicine, a los nueve años del diagnóstico el 50% de los jóvenes tenía al menos una complicación. Esto implica una gran carga para el paciente, que deberá transitar muchos años de su vida con una enfermedad crónica y sus potenciales complicaciones y también para el sistema de salud que deberá afrontar los gastos para su atención. Algunas sociedades científicas, como la Europea de Atención Primaria en Diabetes, consideran a las personas con diabetes tipo 2 diagnosticadas en esta etapa de la vida como un grupo de muy alto riesgo cardiovascular.
Para enfatizar, tanto en mujeres como en personas jóvenes, la clave es no subestimar el impacto de la diabetes y abordarlos con un tratamiento multifactorial e intensivamente desde el momento del diagnóstico, puntualiza la doctora Gómez Martín.