Mañana empezará la penúltima etapa de definición de la obra para tapar las fisuras que ha sufrido el embalse de El Cadillal. Aprobadas todas las cuestiones burocráticas el Poder Ejecutivo de la provincia comenzará el cotejo de precios para que las empresas con capacidad para realizar esas tareas se anoten cuanto antes y de una vez por todas comience la tarea de sellado de la fisura del dique Celestino Gelsi. Con velocidad inusitada y en un mes en el que por lo general la actividad pública descansa a pleno se puso en marcha el arreglo que superará los 700 millones de pesos según los cálculos extraoficiales de funcionarios de Casa de Gobierno. El Tribunal de Cuentas de la Provincia le dio el visto bueno a la obra y el Poder Ejecutivo dictó el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) correspondiente. Faltaría que la Legislatura se reúna y lo apruebe. Si no lograra reunirse, el DNU se aprobaría automáticamente.
La falla que presenta el dique y de la que ahora se están ocupando de subsanar ha puesto al descubierto otras fallas (bien vale la redundancia) en la administración de la cosa pública. Ha dejado al descubierto las dificultades que ha tenido la Provincia para realizar o controlar el mantenimiento de algo tan importante y trascendental para la vida de los tucumanos como es este espejo de agua. Ese tipo de descuido lo ha sorprendido y ahora le trae como implicancias realizar gastos mayores. Tucumán ha estado gobernada en los últimos 40 años por el mismo signo político salvo un interregno de 4 años de la gestión democrática de Antonio Bussi. Ni siquiera las diferencias políticas podrían ser un justificativo para hacer un mal mantenimiento.
También ha quedado al descubierto una prédica que viene siendo casi un eslogan de campaña. Se trata de los beneficios que tienen las provincias por tener un gobierno del mismo color político que la Nación. Precisamente, esa ha sido una de las ventajas que siempre se han resaltado cuando el gobernador Juan Manzur fue a ocupar la Jefatura de Gabinete. Tucumán se ha visto beneficiada por las obras y acciones que se lanzaron desde la Nación. Sin ir más lejos ayer mismo estuvo la ministra de Salud de la Nación habilitando una unidad de trasplante de médula ósea que será muy importante para Tucumán. Sin embargo en la cuestión de El Cadillal todo se ha visto envuelto en un proceso de sorprendente morosidad.
Si la presa está concesionada a la firma Hidroeléctrica Tucumán y es controlada por un organismo nacional como el Orsep no se entiende por qué la Provincia debe salir al rescate del dique. ¿La Nación devolverá los gastos? ¿La Nación asumirá las responsabilidades del caso? Las preguntas podrían seguir pero esta emergencia demuestra que el federalismo que se declama muchas veces no ha podido ejercerse en esta situación. Esto se debería subsanar.
El descuido en el control y en el mantenimiento es un tema. El otro refiere a las dificultades de la Nación para atender velozmente un problema que puede generar inconvenientes en la cosecha azucarera y que podría ocasionar escasez de agua para riego (la obra exigirá tener el dique con una cota menor a la acostumbrada). Ambas cuestiones provocan inseguridad en el ciudadano que espera soluciones a sus problemas. No quiere tener más preocupaciones.
Como efecto bumerán esto hace abrir los ojos y abre preguntas y dudas sobre otros temas. Ahí se anota el mantenimiento de la ruta 307 y la necesaria construcción de una nueva traza, o la misma realización de un nuevo dique. Todas promesas y proyectos que siempre quedan en algún escritorio. El mismo complejo de El Cadillal que ha sido puesto en valor por el Ente de Turismo tiene otras fallas no sólo en la contención del agua. También ha habido usurpaciones y hay una vieja alerta sobre su posible colmatación. Las construcciones exageradas sin un control urbano han hecho mucho daño en villas veraniegas como Tafí; sería importante que no se repitan las historias.
Celestino Gelsi en 1965 soñó con este complejo que estuvo impulsado por su pasión y por sus sueños, que también consideraba de todos. Incluso cuando se inauguró no puso su nombre. Hay filmaciones que confirman que se promocionó como una obra de la provincia de Tucumán. Tal vez su actitud también sirva de ejemplo.