Por Oberdán Rocamora, para JorgeAsisDigital.com
1.- Alberto consolida al Ángel
Peronista originario, Cristian Ritondo, El Potro, severo veterano de internas, confirma:
“A Mauricio Macri es difícil enfrentarlo si decide postularse para la presidencia”.
Mensaje explícito para Horacio Rodríguez Larreta, Geniol, Maire del Artificio Autónomo y surfista de élite durante el verano menos trascendente de la democracia.
Emerge Larreta como el penúltimo dirigente que el Ángel debe exterminar.
Si decide ser, en la práctica, lo que el Ángel ya es.
Candidato por impostura propia al eterno retorno, merced a la disolución de su fracaso anterior.
Aquí ayuda al Ángel, ostensiblemente, la debacle de Alberto, El Poeta Impopular que lo sucedió.
Con la monotonía de sus críticas y ataques, Alberto consolida cotidianamente al Ángel.
2.- El riesgo del destino nostálgico
Pero Larreta se dispone a enfrentar -llegado el caso- al Ángel.
La alternativa fue tratada en el encuentro de Cumelén.
Dicen que el Ángel le dijo a Geniol:
“La decisión definitiva aún no la tengo tomada”.
Entonces Larreta decide combatirlo en la compulsa interna. Y asumir el riesgo de asociarse al destino nostálgico de la señora Gabriela Michetti, La Novicia Rebelde.
O acaso de Marcos Peña, El Pibe de Oro, ya convertido en cartón mojado.
Por especulativa bonhomía del Ángel, logró ser rescatada la señora María Eugenia Vidal, La Chica de Flores de Girondo.
Vidal es nominalmente la jefa política de Ritondo y precandidata -para constar en actas- presidencial.
Para la utopía de gobernar La Provincia Inviable, El Potro Ritondo compite afectuosamente con otro peronista originario, Diego Santilli, El Bermellón.
Pieza fundamental de Larreta que se precipitó en trasladarse hacia Mar del Plata y fotografiarse con el Ángel.
Con una amplia sonrisa y durante la minuciosa presentación del opus “Para qué”.
Texto canónico de literatura política equiparable, apenas, a “El Príncipe”.
En posición dominante, pegado a la estrategia de Larreta, El Bermellón se muestra con el Ángel.
Como si fuera otro de los innumerables precandidatos que Mauricio cedió en préstamo para el entrenamiento de la señora Patricia Bullrich, La Montonera del Bien.
Como Néstor Grindetti, El Paladar Negro, temido precisamente por ser paladar negro desde los tiempos de Franco, el Macri que valía.
O Javier Iguacel, El Comisario, proveedor de la ferretería argumental que sirvió para condenar a La Doctora.
Y para abrir, paradójicamente, las puertas del infierno, “que se abren para todos”.
O don Joaquín de la Torre, El Ancho de San Miguel, que clavó la garrocha en Manes, mojó la senaduría para aterrizar en Patricia.
En la fila no ingresa, hasta ahora, el sigiloso minigobernador Diego Valenzuela, El Historiador. Espera el mejor rebote para introducir su capítulo.
Se dijo aquí que Patricia dejó de ser el instrumento eficaz de Mauricio para rasparlo a Larreta.
Pero naturalmente se transformó en otro gran obstáculo para reproducir el regreso del Ángel.
Con La Montonera del Bien no existe la fantasía del poder prestado. Para colmo no es exterminable. Y tampoco le entran -como a Mauricio- las balas.
3- El Maxikiosco como prioridad
Pero la sucesión en el Maxikiosco resulta todavía el tema prioritario de la Mutual PRO.
Es lo que desvela recíprocamente a los dos grandes competidores. Geniol y el Ángel.
Pese a los lanzamientos de ministros competentes, por presencia se impone, en la práctica, el otro Macri. Jorge, El Primo (que era) Pobre.
En especial después de haberse promocionado la peregrinación turística hacia el Lago Escondido del ministro D’Alessandro, El Breve.
Junto a las inoportunas irreverencias comunicacionales, que aluden a la “ciudad acarreada” desde tiempo inmemorial.
Y otras mercaderías que legitiman la importancia de conservar el Maxikiosco.
D’Alessandro, un gran puntal de Larreta, no pudo ser salvado siquiera por los activistas jerárquicos del Grupo Clarín.
Consecuencia, en principio, de la falsedad hegemónica.
De las expresivas modificaciones en el ámbito de la comunicación.
Un fenómeno que humedece explicablemente la pólvora y debilita la artillería estancada del Grupo.
El desplazamiento de D’Alessandro fue el reflejo condicionado de Pavlov.
Efecto del tendal de bellas asesoras contratadas por Gerardo Milman, Rincón del Vago.
Con la literaria colección de irregularidades que no espantan a la señora Carrió. Pero tampoco alcanzan para salpicar a Patricia, como si fuera el futbolista Piqué.
Separados, Milman y D’Alessandro se aburren en diferentes playas mientras los insuficientes medios del tétrico oficialismo pugnan por instalar lo que Clarín y La Nación se obstinan en silenciar.
Resulta inútil lamentarse por los presuntos pecadillos divulgados y culpar con facilidad a las canalladas del kirchnerismo.
O a la erudición del resucitado General Cesar Milani, Ídolo de las Sexagenarias.
O de Jaimito, El Tenebroso, como lo suele calificar un colega de vanguardia.
“Los kirchneristas quieren instalar que somos lo mismo”. Suelen indignarse los transparentes selectivos de la Mutual.
Con cierto rigor, debe considerarse que determinados mutualistas son comparativamente peores.
Pero con una elegancia blindada que supera a los marroquineros precarios del kirchnerismo.
4.- Final con tiburones blancos
Es exactamente en la continuidad del Maxikiosco donde figura también el peso del complemento que arrastra La Mutual.
Como si fuera un rehén. Del que el Ángel pretende, en definitiva, liberarse.
La centenaria Unión Cívica Radical. Cultura que se encuentra ambiciosamente «enviagrada», a partir de la irrupción de Facundo Manes, Cisura de Rolando. Candidato para al premio mayor.
Manes, como Larreta, también debe surfear. Pero entre los tiburones blancos que aspiran a mojar la medialuna de una vicepresidencia.
La magnitud y experiencia de Gerardo Morales, El Milagrito. Hasta se atreve a fotografiarse como otro Beatle de Larreta.
Una suerte de Sir Martín Lousteau, El Personaje de Wilde.
O de don Alfredo Cornejo, Radical Ganso.
Y sin clavar el buril en la influyente secta del radicalismo de Córdoba que merece su propio despacho.
Es donde se prepara la escenografía para volver a dormir, otra vez, a Luis Juez, Hábito Ecuatoriano.
Solicitado eternamente -Juez- como panelista. Por los productores y conductores de las emisiones de cable.
Juez brinda el oxígeno suficiente con ocurrencias que divierten, ante todo, a los porteños.