La ocupación violenta, por parte de seguidores del ex presidente de Brasil Jair Bolsonaro, de edificios de los tres poderes del Estado, resultó positiva para el actual mandatario, Luiz Inácio “Lula” da Silva. El dato se desglosa de una encuesta, que reveló, además, que la enorme mayoría de los brasileños cree que Bolsonaro está detrás de los ataques. Estos, según el sondeo, fortalecieron la imagen de Lula.
Un encuesta realizada por la firma Datafolha indica que el 93% de los brasileños repudia los ataques, y que el 55% considera que Bolsonaro tuvo algún grado de responsabilidad en estos. “Los hechos (ocurrido el domingo 8 de enero) tuvieron el efecto contrario”, dijo Mayra Goulart, profesora de Ciencias Políticas de la Universidad Federal de Rio de Janeiro (UFRJ). “Lula salió reforzado. Hay un clima de unión nacional en defensa de la democracia”, añadió.
Una semana después de que Lula asumió su tercera Presidencia, una asonada de bolsonaristas invadió y saqueó el palacio presidencial, el Congreso y el Supremo Tribunal Federal en Brasilia, molestos con la victoria electoral del ex sindicalista.
Las imágenes del ataque dieron paso inmediatamente a otra poderosa estampa: Lula y los jefes de los poderes Legislativo y Judicial se mostraron juntos, y manifestaron que la democracia de Brasil no sería derrotada.
Reacciones positivas
La condena de los incidentes resultó unánime desde el extranjero: Washington, Moscú, Beijing, Bruselas y las capitales de América latina expresaron su apoyo al presidente de Brasil.
“La conmoción internacional refuerza la posición de Lula, que será percibido como un dirigente importante que actúa por el fortalecimiento de los foros multilaterales”, opinó Goulart.
Leandro Gabiati, de la firma de consultores Dominium, también considera que la imagen de Lula en el extranjero salió reforzada, a raíz de haber dado una respuesta firme, pero equilibrada, tras los ataques. La de Bolsonaro, por el contrario, empeoró.
Ciudadanía impactada
hacia adentro de Brasil, Lula también obtuvo el apoyo unánime de toda la clase política y del sector financiero. Y de la población brasileña que, en su gran mayoría, quedó impactada por las imágenes de violencia contra las instituciones.
“Lula fue puesto a prueba y hasta el momento ha salido relativamente bien”, dijo Gabiati, para quien el mandatario mostró una postura ponderada.
Los atacantes, que, según el Gobierno, cometieron actos de terrorismo, se enfrentan a la posibilidad de que les dicten penas de hasta 30 años de prisión.
En pocos días, unas 2.000 personas fueron detenidas; de estas, más de un millar continúa encarcelada. “Lula deberá tomar sanciones ejemplares, para impedir que actos de este tipo se repitan”, advirtió Gabiati.