Planificá con propósito
09 Enero 2023

Por Natalia Sleiman - Directora de Naser, Coaching & Constelaciones Familiares

“La procrastinación -dice Tino Fernández- es cuando asociamos más dolor al proceso que placer al resultado”. La procrastinación es el arte de dejar las cosas para después.

A mi modo de ver, “generar” y “manifestar” son dos verbos que necesitamos sincronizar si queremos vivir con quietud en la mente y paz en el corazón. En esta época donde la adicción a la inmediatez prevalece, se privilegia aún más el resultado que el proceso, en el sentido de pretender llegar a un determinado lugar o cumplir con una meta a toda costa, a veces sin que la persona se considere a sí misma y a los recursos involucrados en el camino.

Desde mi experiencia profesional pude detectar algunas conductas que seguimos los seres humanos y fueron explicadas, por ejemplo, con la Ley de Parkinson. ¿Qué dice esta ley? Afirma que el trabajo se expande hasta llenar el tiempo disponible para que se termine: “cuando más tiempo se tenga para hacer algo, más divagará la mente y más problemas serán planteados”. Es decir que ante una determinada tarea a realizar, con un determinado tiempo previsto para la ejecución, el comportamiento común es aplazar las tareas hasta el final.

La curva de acción de un procrastinador es muy baja en el primer tiempo y aumenta notablemente al límite del tiempo final, lo que causa estrés y desgaste en la persona responsable de la tarea y su entorno.

¿Cuáles son las consecuencias de la procrastinación? Estrés elevado, baja autoestima por el cúmulo de tareas pendientes y ansiedad. Y una persona que, presa del estrés, anula su creatividad.

¿Cuáles son las posibles causas? Perfeccionismo (lo perfecto es enemigo de lo práctico), aburrimiento, desgano y falta de sentido o propósito.

¿Cuáles pueden ser algunas vías de salida?

1. Planificá con propósito. Hacé una lista de pendientes y preguntate: ¿para qué es importante concretar esta tarea?

2. Comenzá donde estés. No esperés a tener todo perfecto y ordenado.

3. Dividí la tarea en partes y destinales poco tiempo para su ejecución.

4. Cada vez que tengás una idea, “bajala” por escrito y considerá los recursos involucrados.

5. Encontrá la satisfacción en el proceso.

6. Priorizá tu autocuidado.

Recordá que somos el fruto de las pequeñas decisiones que tomamos cada día. Procrastinar lastima y drena energía vital. Trabajá para mejorarte momento a momento: cuanto más cumplás las promesas que te hacés a vos mismo, mayor será tu autoconfianza.

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