Al buscar alquiler de casas para veraneo en El Mollar, es común leer aclaraciones como “sin problemas de agua”, “con reservas propias de agua” o “agua disponible las 24 horas”. Es que, hace décadas, según cuentan los lugareños, el problema de suministro de agua potable no encuentra una solución.
No sólo se trata de cortes del servicio, sino también de la llegada a los hogares de agua que no es apta para el consumo humano. En algunas ocasiones la provisión de la red es usada para limpieza. Pero muchas veces, ni siquiera es posible utilizar el recurso de ese modo.
Juan Pablo Dávila, vecino de El Mollar, declara que su familia tiene casa allí hace cuarenta años. “Yo tengo 30 años. Toda la vida hubo el mismo problema, nunca se arregló nada -comenta, poco esperanzado-. Por lo pronto no se ve ninguna solución, al contrario, va cada vez peor porque antes teníamos el problema de la calidad del agua, pero no faltaba. Ahora se suman los dos inconvenientes”, dijo.
Dávila comenta que, ante los reclamos que hacen desde siempre, no obtienen ningún tipo de respuestas de las autoridades, sin importar el bando político de la gestión de turno. “Es agua que es imposible consumir. Para poder beber, cocinar y todo lo que quieras hacer, se tiene que sacar agua de vertiente, de algunos caños que pusieron en la plaza o de un lugar donde hay cría de truchas, en el que tienen agua de pozo”.
Como leche chocolatada
El problema es que en esos lugares el agua no está filtrada para el consumo. Pero los mollarenses no tienen demasiadas opciones. “Tengo un video en el que el agua que mandaban parecía leche con chocolate de lo sucia que estaba”, cuenta Juan Pablo respecto a la provisión de hace dos semanas.
Eglantine Charbonnier es nacida en Francia. Se instaló en El Mollar en el año 2014. Dice que todos en el lugar la reconocen por su nacionalidad y que no hace ninguna denuncia a las autoridades porque no quiere que la cataloguen como la “francesa molesta”. Las denuncias de Eglantine se postean, en cambio, en redes sociales. Es allí donde compartió una queja en relación a esta problemática.
“En mi barrio, como es terreno plano, hemos hecho excavar un pozo. Es común tener que hacer pozos”, plantea. Cuenta que en su zona, por el tipo de relieve, es posible buscar agua en lo profundo. Pero no sucede lo mismo con la gente que tiene casas en los sectores de mayor altura. Allí, la tierra tiene piedras que tienen hasta tres metros de diámetro, por lo que el trabajo para cavar es imposible.
Las grandes tormentas traen otras complicaciones. Ocasionan, por un lado, desbordes del río e inundaciones y, por otro, vuelve turbia el agua. “La gente que alquila en la parte alta de El Mollar pasa vacaciones pesadas porque tienen que salir a buscar agua -dice-. Cada vez que hay tormenta el agua está marrón. El conflicto no es si hay o no, es que sale sucia”.
Alta demanda
Este diario intentó comunicarse ayer con el comisionado de El Mollar, Jorge Cruz, pero no obtuvo respuestas. Semanas atrás, había declarado a este diario que se encontraba haciendo gestiones ante el Servicio Provincial de Agua y Saneamiento para buscar una solución definitiva a este inconveniente. A su vez, había advertido que en la temporada alta de verano la población se cuadriplica, por lo que también crece la demanda de agua.
En las redes sociales es común encontrarnos con quejas por desabastecimiento en Tafí del Valle, San Pedro de Colalao y Amaicha del Valle.
Rosario ‘Charito’ Rojo, propietaria en Amaicha, comenta que “la falta de agua es una normalidad desde siempre. Uno aprende a cuidarla y racionarla”. En su caso, el agua que llega es de pozo que, no es turbia, pero suele contener muchas sales. También plantea que el suministro está habilitado durante cuatro horas al día, momento en que todos deben llenar sus reservas.
Entrando más en la temporada de verano, el servicio empieza a sufrir cortes diarios. “Hay temporadas en que llega tres veces a la semana”, informa. (Producción perdiodísitica: Milagro Corbalán).