El año político en Tucumán termina con una certeza para el oficialismo y con un renovado optimismo en la oposición. Por un lado, la confirmación de que la fórmula del Frente de Todos en los comicios de 2023 será Osvaldo Jaldo-Juan Manzur y, por el otro, que al menos habrá algunos intentos más dentro de Juntos por el Cambio para evitar que esa alianza se rompa.
En el caso del peronismo no hubo sorpresas en cuanto al contenido del anuncio, pero sí respecto del momento elegido. Un brindis en Casa de Gobierno y frente a diputados, intendentes y legisladores, el jefe de Gabinete dijo lo que el jaldismo esperaba escuchar. “Mi candidato a gobernador es Osvaldo Jaldo”, lanzó ante la sorpresa de quienes estaban en el Salón Blanco. Fue tal el asombro generalizado que en el entorno del vicegobernador aseguran que ni siquiera él estaba al tanto del paso que iba a dar Manzur. Y recuerdan que el acuerdo entre ambos era extender el anuncio formal hasta la fecha más cercana posible a la elección.
Si efectivamente la decisión del presidente del PJ tucumano obedeció más a un impulso que a una estrategia electoral consensuada, habría que preguntarse entonces qué hay detrás de esa jugada. En el manzurismo creen que los últimos acontecimientos terminaron por apurar al funcionario nacional. En particular, los reacomodamientos nacionales dentro del FdT y sus apetencias, la charla que mantuvieron con el presidente, Alberto Fernández; y los apoyos públicos cada vez más generalizados de dirigentes justicialistas hacia Jaldo. El último fue, incluso, el de tres manzuristas puros: Carlos Cisneros, Rossana Chahla y Juan Pablo Lichtmajer.
Relacionado con el primer y el segundo punto vale remarcar dos cuestiones. Por un lado, la reunión que el miércoles y durante casi dos horas mantuvieron en la Casa Rosada Manzur, Jaldo y el propio Presidente. Allí, Fernández ratificó el apoyo a la gestión de la dupla tucumana. Por el otro, un detalle que pasó desapercibido tras el anuncio: ya en diálogo con los periodistas, Manzur completó los casilleros. “La fórmula de nuestro espacio político es Osvaldo Jaldo gobernador y Juan Manzur vicegobernador”, exclamó. Sin embargo, obvió esa última parte al transmitir en sus redes sociales la definición política. Allí sólo se consigna el anuncio respecto de Jaldo, pero nada acerca de su futuro político. ¿Por qué no quiso “universalizar” que está dispuesto a secundar al tranqueño? El investigador Luis Karamaneff está convencido de que sólo se trató de un mensaje para la dirigencia local y que Manzur evitó nacionalizarlo, al efectuarlo en medio de un acto de rutina, a fin de año y antes de los festejos masivos del mundialista Exequiel Palacios en la plaza Independencia.
Si ese fuera el caso, es evidente que el interés del tucumano está puesto en mantenerse dentro de la rosca nacional por la sucesión de Fernández y que para eso debe continuar con el perfil bajo. En rigor, que su nombre aparezca en la boleta del Frente de Todos local está en manos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, por lo que cualquier sobreexposición puede hacerlo pagar las culpas de la disputa entre la Casa Rosada y el Poder Judicial y su estrategia, desmoronarse.
¿Última oportunidad?
Juntos por el Cambio en Tucumán no tiene una certeza para mostrar al cierre de 2022, pero al menos tiene nueva oportunidad para aprovechar en el inicio de 2023. Ocurre que la principal alianza opositora estuvo a un par de firmas de dinamitarse en las últimas semanas.
A decir verdad, que aún haya una posibilidad de que JxC pueda inscribirse obedece a que Roberto Sánchez utilizó sus virtudes de piloto y puso el freno de mano antes de provocar una estampida. Tras la reunión del 14 de diciembre, en la que se firmaron dos documentos y no se formalizó la mesa opositora, el sanchismo comenzó a madurar la idea de acelerar definiciones. Para ello, Silvia Elías de Pérez, Sebastián Murga, Mariano Campero y Sebastián Salazar empezaron a gestar la inscripción de un frente electoral con los partidos de cada uno. Así, razonaron, sumarían un elemento de presión al alfarismo en el cierre del año.
En un principio, Sánchez asintió pero finalmente pidió que aborten la misión. Se los transmitió en un zoom que mantuvo con el grupo el lunes por la noche, y les pidió que le den espacio y tiempo para retomar conversaciones con el intendente de la Capital. En el medio, cuentan, habrían sido claves los llamados que recibió por parte de referentes nacionales del radicalismo. A regañadientes salieron de esa reunión virtual varios de los participantes, que pretendían inscribir ante la JEP la alianza propia antes del inicio de la feria de enero.
¿Este acto de prudencia de Sánchez implica un acercamiento concreto con Alfaro? Para nada. De hecho, no hubo ningún diálogo entre ambos durante el último mes y medio. Sí es cierto que en paralelo a este gesto del concepcionense, el líder del Partido por la Justicia Social comenzó a enviar mensajes más conciliadores. “Yo quiero hablar con Roberto, no con algún intermediario. Con el único que tengo que hablar es con Roberto”, dijo esta semana. Tampoco implica un renunciamiento del corredor a sus aspiraciones de encabezar la fórmula de JxC.
Por el contrario, el diputado parece convencido de liderar el binomio y que, sobre la base de encuestas, en todo caso Alfaro debería secundarlo. ¿Aceptará esas condiciones el intendente? ¿Relegará sus apetencias para conservar la conducción de San Miguel de Tucumán? ¿Murga tolerará una eventual exclusión de su socio Sánchez? Todo es tan prematuro en la oposición que un sector de los radicales cercano al piloto, aun en el caso de que Alfaro aceptara ser segundo, no está seguro de que el PJS tenga derecho adquirido a conservar el municipio y hasta imaginan que se puede resolver la candidatura municipal –sólo de la Capital- mediante encuestas. Es decir, sueñan y anhelan un improbable acto de rendición total del alfarismo.
Así, el año cierra para Juntos por el Cambio con un compás de espera y con la expectativa de que las conversaciones entre los dos referentes del espacio reencaucen la relación. En el medio de esa construcción, claro, deberán ir superando un campo minado. Esta semana la detonación que desnudó las contradicciones internas se dio por los fondos discrecionales que la Provincia otorgó a municipios afines en los últimos días. Es curioso, porque mientras la UCR –con Sánchez a la cabeza- cuestionó al Gobierno y denunció que estaba armando una caja “monumental” para los comicios de 2023, los tres intendentes y correligionarios (Salazar, Campero y Alejandro Molinuevo) se reunieron con Jaldo y salieron a decir que no se sentían discriminados por la gestión peronista. Lógicamente, el papelón del radicalismo le dio la excusa al alfarismo para devolverles gentilezas a los jefes municipales aliados de Sánchez, contra quienes lanzaron ayer una nueva ofensiva y tildaron de funcionales al oficialismo tucumano.
Una muestra más de que, lejos de ofrecer una certeza en esta despedida de año, la oposición sólo puede exponer su inestabilidad emocional y política.