A 134 escasos días de los comicios provinciales, la incertidumbre sobre las fórmulas gubernamentales no tiene la misma tensión en el oficialismo que en la principal fuerza opositora. Es que en el PJ, en el partido del Gobierno y eje del Frente de Todos, a minutos de que termine el año se consolidó la dupla para 2023: Osvaldo Jaldo-Juan Manzur. Más aún después de que la Justicia reforzara las pretensiones del jefe de Gabinete al decir que puede ser candidato a vicegobernador. Manzur finalmente despejó cualquier duda llevando tranquilidad a los compañeros: el tranqueño es su candidato a gobernador. Es que, por el hecho de que Manzur puede ser vice se había abierto una alternativa, curiosa por cierto: que resolviera elegir otro candidato a gobernador. Pero, Manzur cerró esa puerta el jueves al levantarle el brazo al gobernador interino. Resta su postulación.
Manzur apuesta a consolidar la sociedad política y descartar -a partir del gesto que tuvo- que Jaldo acabe con el manzurismo en Tucumán una vez que asuma ungido por los votos. Porque es tradición en el peronismo que el uno se fagocite al dos; algo que no hizo Manzur en sus dos mandatos como gobernador, tal vez porque se apoyó demasiado en Jaldo y porque este es un dirigente con las habilidades propias de un político que sabe desarrollar una acción territorial para ampliar su base de poder. ¿Pacto para sostener la sociedad?
De cualquier forma, al cierre del 2022 salieron a repetir la misma ecuación política a la que mete mano el PJ cuando la continuidad en el poder puede correr riesgo: juntarse para seguir disfrutando del espacio conquistado en 1999: la Casa de Gobierno. A tono con la historia del movimiento, signada por su marcha, salieron a cantar juntos el popular verso: todos unidos triunfaremos.
Si en el PJ ya entonan su canción de lucha, ¿a qué ritmo se moverán en Juntos por el Cambio para ir a la batalla? Hay que ver si hay fractura o si bien si hallan la pócima mágica que les permita dirimir una interna que, encima, no deje heridos. “Que se rompa y no se doble, el partido radical”; es lo que dice la marcha que identifica a la UCR. ¿Acaso anticipa la jugada de algunos correligionarios en Juntos por el Cambio? Si se observa la interna del espacio, hay gestos destinados a romper al frente más que a unirlo, o por lo menos se adoptan conductas que tensan las relaciones y que ponen distancia a un posible diálogo que derive en puntos de consenso.
Las primarias abiertas, que acomodaron los roles de cada uno de los protagonistas de la alianza, parece que quedaron tan lejos que hasta las enseñanzas se olvidaron. Lo que dijeron los números de las PASO es que había una paridad entre el diputado nacional Roberto Sánchez y el intendente Germán Alfaro, cada uno ganando en su categoría al otro: 138.000 votos obtuvo el concepcionense en esa interna y el capitalino reunió unos 140.000. Un empate político y que al resto de la ciudadanía le enviaba un mensaje: ahí está la sociedad necesaria para liderar Juntos por el Cambio. No resultaba una osadía decir, como deslizaron algunos, que la fórmula gubernamental debía estar integrada por ambos. Había coincidencia en que después se vería el orden, o la metodología para acomodarlos en la boleta opositora; quién primero, quién segundo.
Sin embargo, Sánchez eligió un compañero de ruta distinto, Sebastián Murga, ahondando las diferencias en Juntos por el Cambio, generando adversarios en una interna que luego pueden ser enemigos en una votación general. De tal manera que hasta resultó naturalmente lógico que en el alfarismo surgieran voces advirtiendo que así se está más cerca de la fractura que de fortalecer al espacio.
Bien se podría preguntar si no ven en Sánchez a ese radical que atiende y canta la letra la canción del radicalismo, la que sugiere que es preferible que todo se rompa antes de que se doble. ¿Romper y no consensuar? El diputado nacional pone un pie en 2023 con una fórmula para competir en la interna de Juntos por el Cambio, pero también para poder pelear por fuera.
Alfaro, en tanto, no definió a su compañero de fórmula, posiblemente a la espera de que se decida qué sistema de votación se impondrá en JxC, si es por interna abierta o cerrada. Por eso pidió hablar de una vez y por todas con Sánchez para llegara un acuerdo.
Su actitud marca que tiene su propio ritmo, está a la espera, tratando de seguir ampliando su base electoral, aglutinando a radicales, ex bussistas, peronistas e independientes. Y hasta correligionarios que no simpaticen con el diputado nacional. Es decir, está a la caza de los desilusionados, de los desencantados y de posibles heridos para subirlos a su carro de batalla. Es decir, según la canción de Sergio Galleguillo y que le sirve de fondo musical en sus campañas electorales: anda presto para recoger soldados en el camión de Germán.