Santa María, Madre de Dios
31 Diciembre 2022

Alabamos y damos gracias a Dios Padre porque María concibió a su Único Hijo por obra y gracia del Espíritu Santo, y a Ella le cantamos en nuestro corazón: Salve, Madre santa, Virgen, Madre del Rey (Antífona de entrada de la Misa). Santa María es la Señora, llena de gracia y de virtudes, concebida sin pecado, que es Madre de Dios y Madre nuestra, y está en los cielos en cuerpo y alma. Después de Cristo, Ella ocupa el lugar más alto y el más cercano a nosotros, en razón de su maternidad divina. Jesús, en cuanto Dios, es engendrado eternamente, no hecho, por Dios Padre desde toda la eternidad. En cuanto hombre, nació, “fue hecho”, de Santa María. “Me extraña en gran manera, -dice por eso San Cirilo- que haya alguien que tenga duda de si la Santísima Virgen ha de ser llamada Madre de Dios. Si nuestro Señor Jesucristo es Dios, ¿Por qué razón la Santísima Virgen, que lo dio a luz, no ha de ser llamada Madre de Dios? Esta es la fe que nos transmitieron los discípulos del Señor. Así nos lo han enseñado los Santos Padres” (Carta 1, 27-30). Así lo definió el Concilio de Efeso.

“Nuestra Madre Santísima” es un título que damos frecuentemente a la Virgen y que nos es especialmente querido y consolador. Ella es verdaderamente Madre nuestra, porque nos engendra continuamente a la vida sobrenatural.

La Virgen cumple su misión de Madre de los hombres intercediendo continuamente por ellos cerca de su Hijo. Ella es el camino por el que somos conducidos a Cristo. No puede haber mejor comienzo del año que estando muy cerca de la Virgen. A Ella nos dirigimos con confianza filial, para que nos ayude a vivir santamente cada día. En sus manos ponemos los deseos de identificarnos con Cristo, de santificar la familia y la profesión, de ser fieles evangelizadores. Hoy sentiremos que nos acoge y nos anima a comenzar este nuevo año que Dios nos regala, con la confianza de quien se sabe bien protegido y ayudado desde el Cielo.

Texto basado en ideas de Hablar con Dios de F. Fernández Carvajal.

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