Felicito al periodista Álvaro José Aurane por su interesante articulo “Año I de la ex República Argentina”. En él evoca la figura de Hannah Arendt, y me gustaría realizar, por ello, una breve semblanza recordatoria de quien fue una de las pensadoras mas importantes e influyentes del siglo XX. Hannah Arendt (Hannover 1906 – Nueva York 1975) nació en el seno de una familia judía intelectual, cuyos antepasados provenían de Königsberg, la ciudad donde Immanuel Kant permaneció toda su vida. En 1920, a los 14 años, ya había leído “Critica de la razón pura” de Kant y “La Psicología de las concepciones del mundo” de Jaspers, ya advirtiéndose su precoz capacidad intelectual. Estudió en la Universidad de Marburgo con Martin Heidegger y después en la Universidad de Friburgo, donde conoció a Karl Jaspers, filósofo con el que mantendría una amistad e intercambio intelectual toda su vida. En 1933 fue detenida por la Gestapo y en ese mismo año huyó a París. Ya durante la segunda Guerra Mundial en 1940 fue enviada a un campo de prisioneros (Gurs), pero luego consiguió escapar a los Estados Unidos, donde en 1951 obtuvo la nacionalidad norteamericana. Esa condición de refugiada marcó su vida y estará presente en muchas de sus obras. Profesora en la Universidad de Princeton y catedrática de la de Chicago y en Nueva York, la llevó a escribir su obra cumbre, “Los orígenes del totalitarismo” (1951), donde analiza las causas del advenimiento del nazismo y del régimen soviético: el fenómeno del totalitarismo que surge apoyado por una serie de factores, como la asociación de élites con el populismo, el uso de la propaganda masiva y el terror para establecer el nuevo régimen político. Defendía Hannah Arendt con énfasis la existencia del pluralismo frente a la dominación de un pensamiento único, y así hoy se la recuerda y reconoce. En Buenos Aires hay una fundación que lleva su nombre y que la preside la Dra. Elisa Carrió, en defensa de la verdad, las relaciones del poder y la cuestión del otro. Falleció de un infarto agudo de miocardio en plena actividad en su propio despacho y en presencia de sus amigos. Era una gran fumadora. Finalmente, permítaseme agregar estas hermosas frases de su autoría: “Una vida sin pensar es muy posible, pero en ese caso uno no desarrolla su propio ser, las personas que no piensan son como sonámbulas, cada persona es un initium, un inicio, un comienzo y un recién llegado al mundo; por tanto, las personas pueden tomar iniciativas, convertirse en precursoras y comenzar algo nuevo”.
Juan L. Marcotullio