El grito de guerra de un “golpista” bolsonarista revela un país radicalizado

El grito de guerra de un “golpista” bolsonarista revela un país radicalizado

El llamado de Baldin a los dueños de armas para evitar la asunción de Lula coincidió con el ataque a la sede de la Policía de Brasilia y el hallazgo de bombas.

PREPARATIVOS. El Palacio del Planalto será la sede de la asunción de Lula. PREPARATIVOS. El Palacio del Planalto será la sede de la asunción de Lula.
29 Diciembre 2022

RÍO DE JANEIRO, Brasil.- Casi dos semanas después de que Luiz Inácio Lula da Silva derrotó al presidente ultraderechista Jair Bolsonaro en las elecciones más reñidas de Brasil en una generación, Milton Baldin llegó a la capital, Brasilia, para intentar anular el resultado.

Baldin, un pequeño empresario de 55 años del interior profundo de Brasil, se unió a miles de partidarios acérrimos de Bolsonaro que habían montado un campamento frente al cuartel general del Ejército, desde donde instaban a los militares a dar un golpe de Estado.

Baldin subió al escenario del campamento el 26 de noviembre e hizo un llamamiento a los propietarios de armas de todo Brasil, un grupo que ha aumentado a casi un millón de personas desde que Bolsonaro comenzó a flexibilizar las leyes en 2019. Les pidió que se le unieran en Brasilia para protestar contra la certificación electoral de Lula. “Vengan aquí y muestren su presencia”, dijo Baldin, agregando que la bandera amarilla y verde de Brasil “bien puede terminar roja, pero con mi sangre”.

El grito de guerra de Baldin desencadenó una serie de acontecimientos en el campamento y sus alrededores que culminó varios días después, en una violenta turba de bolsonaristas que intentó invadir la sede de la Policía Federal el 12 de diciembre, según más de una docena de habitantes del campamento, familiares y policías. El Tribunal Supremo está supervisando las investigaciones confidenciales sobre las protestas postelectorales en Brasil.

CONTRASTE. Un grupo de bolsonaristas acampa frente a los cuarteles. CONTRASTE. Un grupo de bolsonaristas acampa frente a los cuarteles.

El viaje de Baldin -desde el adormecido corazón agrícola del país hasta ser protagonista de un movimiento armado acusado de socavar la democracia- es indicativo de una radicalización más amplia en Brasil bajo Bolsonaro, a la que Lula tendrá que enfrentarse cuando asuma el cargo el 1 de enero.

Pocos días después de su discurso, Baldin fue detenido dentro del campamento por orden del juez del Tribunal Supremo Alexandre de Moraes, que ha dirigido investigaciones sobre Bolsonaro y sus aliados. Baldin es sospechoso de intentar derrocar violentamente el Estado democrático y crear una fuerza paramilitar.

La detención de Baldin desató el miedo entre los habitantes del campamento, que pensaban que Bolsonaro y el Ejército les protegerían del Tribunal Supremo.

A la semana siguiente, Moraes ordenó la detención de un segundo acampado que había cuestionado la victoria de Lula, el líder indígena José Acacio Serere Xavante, lo que desató alboroto que dejó el centro de Brasilia lleno de colectivos y autos quemados.

“Con el arresto de Baldin, hubo sensación de vulnerabilidad. Mucha gente se dio cuenta de que no era un lugar seguro”, dijo Lucas Mello, un TikToker de 22 años que vive en el campamento desde el 5 de diciembre. “Con el indio Serere, no era miedo. Era rabia”.

Tres días después de los disturbios, Moraes liberó a Baldin, lo envió a casa con una tobillera y le prohibió hablar con los medios. Dijo que había una clara relación entre su llamamiento a las armas y los disturbios posteriores.

Los disturbios del 12 de diciembre marcaron el inicio de un nuevo giro amenazador en el campamento y sus alrededores.

Dos semanas después, la policía halló una bomba junto al aeropuerto de Brasilia y detuvo a George Washington Sousa, que confesó haber fabricado el artefacto y conspirado en el campamento para hacerlo explotar.

Sousa, que condujo hasta el campamento con ocho armas de fuego, 1.000 balas y cinco cartuchos de dinamita en el maletero, dijo que esperaba que la bomba “provocara una intervención militar (...) para impedir la instalación del comunismo en Brasil”.

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