Luego de haber ingresado nuevamente a la casa de Gran Hermano en el repechaje, este lunes Juliana fue expulsada por la producción del reality, quienes la invitaron a retirarse sin darle tiempo siquiera de armar la valija.
Sucede que la participante oriunda de Venado Tuerto incumplió una de las normas básicas del reality: no brindar información del afuera, algo que "Tini" hizo en más de una oportunidad. Su salida revolucionó el ambiente, planteó un nuevo escenario de estrategias y trajo el recuerdo de otras expulsiones en la historia del reality en Argentina.
La primera expulsión, en 2015
La primera ocurrió en la edición 2015, la octava del juego y la primera que se emitió por América. Todo sucedió después de una fiesta, cuando Brian Lanzelotta, en medio de una de las tantas discusiones verbales con su pareja, Marian Farjat, y bajo los efectos del alcohol, la agredió físicamente. A continuación, abrió la puerta de la casa y salió por voluntad propia. Desde la producción lo instaron a entrar, pero el hecho fue de tal magnitud que en una gala fuera de cronograma el conductor Jorge Rial ingresó en persona a la casa con el sobre que contenía la decisión.
”¿Vos me estás diciendo que le pegué? No puedo entender cómo hice algo así. Si me decís que hice eso, ya me tengo que ir. Juro que no lo registro, no lo puedo creer. Me siento un sorete, mi viejo era un sorete y yo me siento igual que él”, afirmó, desencajado.
El cantante se los comunicó a los hermanitos, que lo tomaron con sorpresa. “¿Qué puedo hacer resolver esto? Me siento culpable”, le dijo Marian a Rial.
La segunda expulsión, al año siguiente
Al año siguiente, la situación volvió a repetirse por partida doble. El primer hecho ocurrió en junio, y tuvo nuevamente como protagonista a Marian Farjat. La joven participó también de esta edición, y junto a Dante Sendyk se subieron a la cascada artificial que estaba junto a la pileta, atravesaron la medianera y cruzaron a una propiedad contigua.
Las imágenes se vieron en la transmisión en vivo, hasta que se cortó la señal. Otra vez Rial entró a la casa para conunicarles en persona la decisión que había tomado Gran Hermano. Previamente, les mostró un video grabado desde la casa de al lado en donde se los veía compartiendo unos tragos con los vecinos. Incluso Marian hasta posó para una foto que circuló en conversaciones de WhatsApp
“Ante la violación extrema del reglamento de Gran Hermano donde dos participantes dejaron la casa poniendo en riesgo no sólo su continuidad sino también su integridad física. Gran Hermano decide la inmediata expulsión de Marian y Dante”, decía el comunicado que leyó el conductor. A continuación, los invitó a retirarse sin armar la valija y sin despedirse de nadie.
En 2016, un abandono
Esa misma edición contó con otro abandono. Una noche, cansada de los gritos y las discusiones de la casa, Azul Carrizo dejó el reality sin avisar. Fue a su habitación y caminó hacia la puerta no sin antes comentarle algo a un participante, que no terminaba de comprender. Nadie reparó su ausencia hasta que bajó la espuma de la pelea y empezaron a buscarla, sin saber si estaba escondida o había abandonado la casa.
A la madrugada, Rial lo confirmó desde su cuenta de Twitter. “Tranquilos Azul está bien. Decidió dejar la casa. Está con la producción. En las próximas horas ella contará por qué tomó la decisión”. Después de tres días de aislamiento, la participante se presentó a la gala, explicó que se había sentido discriminada y que había huido saltando la pared al igual que Marian y Dante. Luego, fue expulsada por decisión de la producción.
“No estoy acostumbrada a estar en un ambiente donde hay tanta violencia, tanta pelea. Los chicos piensan que soy boluda y no me doy cuenta de las cosas pero me estuvieron bardeando todo el día, pensando que no me daba cuenta de las cosas. La verdad que no me gustó nada. Me hubiera gustado que si alguien me tiene que decir algo que me lo diga de frente, todo el día me estuvieron molestando”, comenzó con su discurso la joven.
“Esto es un juego y dentro de este juego se dan este tipo de cosas y no van conmigo”, dijo la mujer, que entonces tenía 31 años y había ingresado adjudicándose 22, una mentira que se supo cuando reingresó una participante. En su huida, no se percató de un pequeño inconveniente: no tenía dinero ni la tarjeta SUBE, por lo que se tomó un taxi hasta la casa de su hermano. Fue él quien la convenció de regresar al estudio, donde la producción la aisló hasta que contó su verdad al aire.