24 Junio 2002
Buenos Aires.- Parece un simple tic, un parpadeo o una mueca, pero es mucho más que eso: el síndrome de Gilles de la Tourette es una enfermedad neuropsiquiátrica que aparece entre los cuatro o seis años y si no se la trata adecuada y precozmente, pueden limitar al niño en su relación con la sociedad o tener problemas de aprendizaje y autoestima. Esta patología de base genética "es más frecuente de lo que uno cree y aparece en la primera o segunda infancia -a los cinco o seis años-, aunque los síntomas pueden darse hasta los 21 años", precisó el neurólogo, Oscar Gershanik.
La afección se caracteriza por la aparición combinada de tics o movimientos involuntarios motores -como parpadeos, encogimiento de hombros, muecas- y fónicos -como carraspeo, tos nerviosa, repetición de sílabas, chasquido de lengua- que ocurren varias veces al día y se extienden por más de un año. "Estas características son las que definen la enfermedad", manifestó el profesional, y diferenció de esta manera a los tics que aparecen en forma transitoria.
Por otra parte, antes de que aparezcan, muchos niños y adolescentes con este síndrome presentan trastornos en el comportamiento: son inquietos, tienen dificultades para mantener la atención o poseen trastornos en el sueño. Por este motivo, Gershanik, quien es titular de cátedra de Neurología de la UBA, recomendó a los padres realizar una consulta precoz con un neurólogo si el niño presenta trastornos en la atención, fallas en el rendimiento escolar o conductas repetidas en forma compulsiva.Esta situación se agrava con la adolescencia, a partir de 12 o 13 años, cuando además de los problemas típicos de esta etapa se suman los de la patología. (TELAM)
La afección se caracteriza por la aparición combinada de tics o movimientos involuntarios motores -como parpadeos, encogimiento de hombros, muecas- y fónicos -como carraspeo, tos nerviosa, repetición de sílabas, chasquido de lengua- que ocurren varias veces al día y se extienden por más de un año. "Estas características son las que definen la enfermedad", manifestó el profesional, y diferenció de esta manera a los tics que aparecen en forma transitoria.
Por otra parte, antes de que aparezcan, muchos niños y adolescentes con este síndrome presentan trastornos en el comportamiento: son inquietos, tienen dificultades para mantener la atención o poseen trastornos en el sueño. Por este motivo, Gershanik, quien es titular de cátedra de Neurología de la UBA, recomendó a los padres realizar una consulta precoz con un neurólogo si el niño presenta trastornos en la atención, fallas en el rendimiento escolar o conductas repetidas en forma compulsiva.Esta situación se agrava con la adolescencia, a partir de 12 o 13 años, cuando además de los problemas típicos de esta etapa se suman los de la patología. (TELAM)