Papá Noel visitó LA GACETA: alegría y emoción
Entre villancicos, alegría y emoción, niños y niñas visitaron a Papá Noel en la Galería LA GACETA para contarle sus más grandes deseos y entregarle sus cartas con la lista de los obsequios que les gustaría recibir. Muchos sentimientos estuvieron presentes, tanto en los grandes como en los chicos que lo saludaban y hablaban con él.
“Mi deseo para todos es que cada niño del mundo pase su Navidad con su familia -sin importar como sea- y que puedan experimentar unas lindas fiestas”, comentó Santa.
Desde LA GACETA queremos transmitirles nuestros mejores deseos a todos, para que puedan cumplir todas sus metas y tener un buen año nuevo, rodeados de amor, de familia y de aquellos que más querés. Papá Noel además pidió que recordáramos que solo llevará regalos a los que se portaron bien durante todo el año.
Además no solo los niños que estuvieron en la Galería LA GACETA disfrutaron de ese momento especial; a través de videos enviados por familiares muchos más recibieron el saludo de nuestro querido amigo de traje rojo y barba blanca. Después de una jornada maravillosa, decidió volver al Polo Norte para preparar todo y, esta noche, visitar la casa de cada uno.
LA GACETA te ha acompañado durante tantos años en diferentes ocasiones especiales, que estas fiestas no serán la excepción.
¡Feliz Navidad para todos!
Día de encuentro: José Antonio Díaz, obispo de la diócesis de Concepción
Navidad es Jesús en medio de su pueblo. Él nos acompaña, nos alienta, nos abraza, nos devuelve la esperanza de una humanidad nueva, luminosa, llena de Dios, como María.
Que esta Navidad sea un Encuentro con Él y los hermanos.
¡Navidad en paz!: padre Marcelo Barrionuevo
Es Navidad. La Palabra de Dios está en el mundo. Innumerables sentimientos y afectos atravesados de un gozo inmenso se agolpan en los creyentes. Dios se presenta en la forma de un Niño y en el seno de una familia. Aleluya. Os traigo la buena noticia: ha nacido el Salvador. Canta la Iglesia en la Solemnidad de hoy. Por la Encarnación del Hijo de Dios se produjo la unión entre lo divino y lo humano, lo temporal y eterno, la Santidad absoluta y la imperfección humana. Toda criatura, desde ese momento, tiene una dignidad de escalofrío.
Nadie ha hecho tanto por la Humanidad, ni ha elevado la dignidad de toda criatura, ni dado un valor al trabajo, al sufrimiento y a los 1.000 sinsabores y alegrías de esta vida, como la Encarnación del Hijo de Dios. También el cuerpo ha sido santificado. Al ser asumido por el Verbo, nuestro cuerpo resucitará un día para que vea la gloria del Creador del Universo. El Verbo se hizo carne y puso su tienda, su tabernáculo, entre nosotros. Dios está en los sagrarios de nuestras iglesias. La alegría por esta llegada de Dios a la tierra ha de traducirse en que Cristo tenga un lugar de privilegio en el mesón de nuestra alma, eliminando los huéspedes que le dificultan el alojamiento: indiferencia, ignorancia, comodidad egoísta.
¡Hagamos el propósito de mostrar al Señor nuestra gratitud acudiendo con la frecuencia que nos sea posible a la Santa Misa, recibiéndole en la Eucaristía y acogiéndole también en quienes nos rodean, porque Él está en cada uno, en los más necesitados!
Hay que hacer un sitio de honor a Dios en nuestra vida. Él no es un huésped extraño, molesto, inoportuno... Es nuestro Padre, nuestro Liberador. No llega rodeado del aparato de poder que acompaña a los poderosos, sino como un niño inerme al que es fácil querer, pero también no hacer caso. Llega en la predicación de su Iglesia, en los Sacramentos... Yo, ¿salgo al encuentro del Señor con alegría, abriéndole las puertas de mi corazón o el mesón del alma está abarrotado de preocupaciones, excusas o de una helada indiferencia? ¡Recibamos al Señor que llega con la apertura y el calor que merece Aquel de quien lo hemos recibido todo!
Una luz creciente: Salomón Nussbaum, rabino de la Kehilá
Para nuestra fe, Januká evoca la reinauguración del santuario que había sido contaminado por el imperio seléucida, unos 160 años antes de la era común. La rebelión la llevó adelante un grupo reducido pero decidido de personas, que no defendió posturas personales sino una cultura, una fe y un proyecto de vida. Fue la fase previa que preservó la matriz a lo que hoy conocemos como civilización Judeo-Cristiana. Dios nos convoca, como desde el principio, a seguir siendo sus socios copartícipes en completar este nuestro mundo. Lo central es la cuestión de la Luz, que representa energía y fortaleza, a partir de un milagro que no es solo lo sobrenatural (un aceite que iba a durar un día para iluminar alcanza para ocho) sino el esfuerzo y el esmero que ponen los seres humanos para que algo se concrete. La raíz de la palabra Januka refiere a la educación, uno de grandes secretos del proceso para seguir con la transmisión permanente y creciente. Cada día agregamos una luminaria, sobre la idea de que todo es una suma de esfuerzos cotidianos. Cada vela enciende a la otra sin perder intensidad; así, nuestra responsabilidad es poner la chispa en los demás. Si encendemos algo en el otro, está una responsabilidad de no dejar que nos atropellen ni nos sometan, de ser fieles a principios grupales de una cultura que debe ser respetada. Durante 2.000 años lo hemos mantenido, lo que implica el compromiso de hacerse cargo de un legado del patrimonio colectivo. La humanidad toda necesita robustecer, fortalecer y seguir adelante con las tradiciones de cada credo. Todos debemos hacer, de nuestra tarea y entrega, un aporte para irradiar los mensajes.
Más que una fiesta: R.P. Arcipreste Juan Manuel Alurralde
Navidad es más que una fiesta, más que una celebración. Es una Presencia, la de Dios entre nosotros, que cambia todo en nuestra vida, nada más porque Él está presente entre nosotros, con y en nosotros. Por ello, no estamos solos ni abandonados. Hemos de estar con Él, prepararle nuestro pesebre, nuestro corazón. Es cierto que la fiesta viene, mezclada con la alegría y el dolor, por una u otra razón. Sin embargo, si el Señor se hace presente y comprometido con nuestra verdadera felicidad y perfección, eso implica de nuestra parte, también, una actitud de estar presente tanto hacia Él como hacia nuestro prójimo, en una actitud de diálogo, respeto, solidaridad, colaboración, construcción, edificación, etcétera.
Entre el pesebre divino e inmaterial y el pesebre de Belén, se hace más notorio todavía un tercer pesebre, el “pesebre viviente” que somos cada uno de nosotros como portadores de Cristo, marcados por el sello del Espíritu Santo y llevando el nombre que tenemos, pues somos “cristianos”. En la persona de la Virgen Madre hemos visto a este “pesebre viviente” en toda su realidad, esplendor y gloria: por ella, el Hijo de Dios se encarnó, fue concebido y nacido en la gruta de Belén.
La Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa en Tucumán, saluda a toda la comunidad deseándoles un Bendita Natividad de Jesús.