“No sé si estarán acá, pero bueno, la movida comenzó a correrse y había que venir”. Agustín vive en España, le explica a LA GACETA que tiene un trabajo digno en Barcelona, y cuando vuelve a repetir lo de “dignidad” recuerda que se fue del país persiguiendo un amor pero que “allá no me alcanzaba para vivir estando todo el día fuera de casa”.
Agustín viene ahorrando desde hace tiempo para poder estar acá en Qatar.
Agustín es uno de los hinchas que se puso en campaña para no caer en las redes de la reventa de tickets para la final, para la final del Mundial entre Argentina y Francia, esa misma final que el mundo verá por TV pero que solo “los elegidos” lo harán en vivo y en directo desde el magnífico Estadio Icónico de Lusail.
Agustín es, además, uno de los hinchas que se fue hasta un hotel en Doha pensando que allá estaban los directivos de la AFA y que estos podrían escucharlos y colaborar en alguna gestión con la FIFA para que libere entradas a precios oficiales.
Esta no es la primera vez que se genera una movida así en Doha, aunque sí la primera que movió a cientos de simpatizantes y que originó un banderazo con cánticos a favor del equipo y en contra de la dirigencia del fútbol argentino. Por supuesto, los cañones fueron dirigidos hacia el presidente Claudio Chiqui Tapia. La AFA tiene una canal de retiro de entradas en la capital qatarí pero no depende exclusivamente de hacer un chasquido y que todo se solucione. Pero sí tiene la posibilidad de gestionar con el comité organizador y buscar la manera de que los argentinos no se queden afuera.
El efecto bronca de los hinchas que están en el emirato desde el primer partido de la Selección nació a partir de la noticia de que la Federación Marroquí compró 13.000 entradas disponibles para la semifinal que perdieron con Francia Y LAS REGALÓ entre sus fanáticos. También puso a disposición 30 aviones para traer gente.
Entonces, si Marruecos puede comprar, la AFA entonces podría gestionar los boletos que estén disponibles. “No queremos que lo regalen, queremos que se puedan comprar a valor real”.
LA GACETA intentó comunicarse vía whatsapp con Tapia, pero sucedió lo mismo que antes de la semi con Croacia: mensajes enviados, cero respuesta.
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Donde se produce el choque de galaxias es entre los que exigen una mano en la capital qatarí y los que ahora están como locos por venir a ver la final y ya agotaron vuelos desde Buenos Aires hacia Doha. Si ya invirtieron más de $1.5 millones solo por el aéreo, eso quiere decir que hay billetes para comprar una entrada. Y esa entrada, en un 95% saldrá de la reventa, cosa que perjudica al que no tiene para más que el valor oficial. A eso le llamamos oferta y demanda. O capitalismo en su máxima expresión.
Otro de los temas para nada menores en esta búsqueda de una butaca en Lusail es el significado de ver a Lionel Messi jugar la Final y que esa final signifique su despedida de la Selección, al menos en Copas del Mundo. “Por edad, este será mi último mundial”, haber escuchado ese de Leo fue tan doloroso como chocarte contra una pared a 100 kilómetros por hora.
Salvo por el portugués Pepe, el mundo anhela ver a Messi levantando la Copa. ¿Entonces, quién querrá perdérselo?
Mientras tanto, en la capital del país que extrañaremos en los próximos mundiales por su cercanía y accesibilidad hacia todos los estadios del torneo -y para todo lo demás-, se crearon varios grupos de Whatsapp con direcciones opuestas: el de la solidaridad y el de la reventa. Actualmente, no hay opción de compra en la página de la FIFA, lo que lógicamente acelera las ansiedades.
Sin embargo, es posible que entre mañana y el sábado se abran algunas ventanas. Y en cuanto a los precios sugeridos, ya nada es lo que parece, porque hay precio para ticket de residente local y para internacional. Siempre fue así, pero no en la reventa.
LA GACETA intentó en varias oportunidades ingresar a la lista de espera en el “portal de compra de entradas”. La única respuesta que recibió este enviado especial del sitio web fue, “ya casi está”, pero con el “casi está” me salieron raíces de tanto esperar.
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“El Chino Tapia dijo que está bien que hagamos esta movida, ojalá que la AFA se despabile y nos dé una mano”, los más atolondrados preguntaron en el grupo del Barwa si no era “Chiqui”. “No, pará, es el campeón del mundo del ‘86 que está bancando la movida”. Del Tapia dirigente nadie sabe nada, al menos los que no tienen contacto directo.
El resultado del banderazo en la puerta de un hotel que los hinchas no confirmaron al 100% si es donde están alojados dirigentes de segundo y tercer rango de la Asociación del Fútbol Argentino fue un éxito para ellos. Se acercaron algunos canales de TV, los videos que subieron a redes comenzaron a hacerse virales y ahora esperan dar la siguiente estocada en la mañana del viernes. Insistir, es la que va.
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La compra y venta arde, es una sartén con aceite hirviendo. Hay mucho en juego, tanto para quienes van a “morir” en la reventa como para los revendedores. ¿Cuándo es el momento ideal para vender? ¿Ahora mismo o esperar hasta las últimas horas del partido? Las preguntas pueden extenderse como el deseo de los argentinos de visitar Qatar.
Intentemos deducir algunas respuestas a partir de haber charlado con aquellos famosos emprendedores que compraron tickets para la final y rifaron su suerte al destino.
De la categoría 1 a 4 el precio va en descenso. La más cara hoy se comercializa en cifras superiores a los U$S5.000. “Yo tengo dos categoría 2 justo detrás del arco donde van a estar los hinchas argentinos (eso no se sabe aún) y no pienso venderlas por menos a U$S3.500 cada una”, le explica Matías a este diario. Este marplatense no es un improvisado, ya en semifinales hizo negocio cuando nadie pensó que se podía. Y ahora, con Messi en la final, ni les cuento. Podría salvar al menos la mitad de lo que le costó estar un mes en Doha.
Los precios de la categoría 3 oscilarán entre los U$S2.000 como piso. Lo de la 4, no menos de U$S1.500. Agustín, nuestro amigo profe de educación física se resigna. “Seguro que la gente que viene ahora hizo un gasto importante que quizás no le mueve la estantería. Entonces, si gastó fortunas para venir a Qatar a ver la final, ¿vos crees que no va a pagar lo que sea para cumplirse el sueño? Imposible”.
Lo bueno de Lusail es su tamaño. Con capacidad base para 80.000 aficionados, casi con seguridad el estadio se expandirá hasta 94.000 almas que buscan dueño pero sin caer en la tan temida reventa de precios abusivos e implacables.